Por: Edgar Soriano Ortiz

La
centralización y el “monopolio” de la violencia estatal pasaron por el
intervencionismo estadounidense durante todo el siglo XX demostrando la
incapacidad histórica de las elites urbanas en mediar y negociar con los
caciques separatistas e impulsados a tomar el poder por las armas.
Con
el pacto de 1980 ante el contexto revolucionario centroamericano
Washington y las elites hondureñas acordaron restaurar el orden político
decimonónico de la “democracia representativa” poniendo al frente de
las instituciones a “civiles” de los dos partidos manejados por la
elites económicas y políticas regionales, partido Liberal y partido
Nacional.
Los
políticos aceptaban la violencia de Estado como una vital necesidad
para salvar el orden establecido, comenzó a profundizarse el
sometimiento de los “políticos” a los intereses de los nuevos grupos
financieros emanados de las políticas económicas de la década de 1970.
Para
la década de 1990 Rafael Callejas y Carlos Flores Facussé fueron el
rostro de las nuevas castas de derecha beneficiarias y negociadoras con
FMI y los intereses del capital transnacional, montado un poderoso
engranaje mediático facilitado por la expansión de la cobertura
televisiva. Los “nuevos políticos” se volvieron rostro de “photoshop” y
“habladores” de cámara y micrófono.
Los
partidos y los políticos actuales en la descomposición y la
recomposición tradicional desde la década pasada comenzaron a contratar
agencias de publicidad y “expertos” internacionales que cobran en
dólares para hacer el “marketing” de rostros de “modelos”, futbolistas, y
presentadores de patéticos programas de televisión, como una forma de
enmascarar “cambios de cara” frente al desastre nacional de casi un 70%
de pobreza y tasas de homicidios al nivel de países en guerra.
La
decadente política imperante en todos los partidos, incluyendo los
“nuevos”, es el síntoma de un sistema socio-económico elevado a la
hegemonía absoluta del mercado. Personalizando la política en figuras
mediáticas y montado campañas de desprestigio contra los opositores al
existente orden de injusticia e impunidad.
Las
redes y los medios de comunicación televisivo, radial e impreso en el
contexto post golpe de 2009 han lanzado una ofensiva de manipulación que
va desde el desprestigio de procesos políticos alternativos hasta el de
crear nuevos perfiles de “lucha” social. Es evidente que enfrentamos
una lamentable manipulación política que garantiza el analfabetismo
político garante de mantener la administración de intereses económicos y
vitales para seguir imponiendo un “moralismo” colonial que permita
evitar las relaciones tolerantes y la colectivización de la política
comunitaria…
http://criterio.hn/la-decadente-politica-hondurena/
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