Emir Sader
ALAI
AMLATINA, 16/01/2012.- En el auge de la euforia neoliberal, algunos
gobernantes dolarizaron sus economías, en medio de la crisis
financieras, creyendo que con el sello del billete verde vendrían todas
las bondades que el Imperio promete. El Salvador y Ecuador fueron
víctimas de ese embuste. (El otro país que usa el dólar es Panamá, país
postizo, creado por la inducción de Estados Unidos para que la región
norte de Colombia se separara y se prestara para la construcción del
Canal de Panamá, con moneda también impuesta por Estados Unidos)
El
Salvador y Ecuador fueron inmediatamente afectados por el
resquebrajamiento aún mayor de sus economías y por las enormes olas de
inmigración hacia Estados Unidos y Europa. Los países renunciaban a
hacer política monetaria –su Banco Central pasó a ser la Reserva Federal
de Estados Unidos-, sin tener beneficios, sólo efectos negativos.
Años
después, los dos países están presididos por gobiernos progresistas –
Rafael Correa en Ecuador, Mauricio Funes en El Salvador – también por
las dramáticas consecuencias de esas políticas neoliberales.
Ecuador
conmemora esta semana los 5 años del gobierno de Rafael Correa. Tras
una serie de presidentes que, a lo largo de una década, no pudieron
siquiera terminar sus mandatos, por el repudio popular, Correa consigue
una estabilidad institucional y legitimidad por el apoyo popular, que
ningún otro presidente había conseguido en la historia de Ecuador.
Desde
2000 –de forma similar a Bolivia- sucesivos gobiernos neoliberales
fueron derrocados por la ira popular. El último de ellos, el de Lucio
Gutiérrez, militar que había apoyado uno de los levantamientos populares
anteriores, incluso había participado en el Foro Social Mundial en
Porto Alegre. Fue apoyado por la izquierda y el conjunto de los
movimientos sociales, triunfó, pero aún antes de tomar posesión fue a
Estados Unidos y renunció a todo lo que había prometido, firmando varios
acuerdos con Bush.
La
izquierda inmediatamente le retiró el apoyo y pasó a hacerle dura
oposición. El movimiento indígena se dividió, oficialmente se retiró,
pero algunos de los ministros indígenas se quedaron en el gobierno.
La
oposición esta vez no estuvo dirigida por los movimientos indígenas,
sino por movimientos populares urbanos, ciudadanos, que terminaron
también por derrumbar a Lucio Gutiérrez. En ese movimiento se destacó
Rafael Correa, que fue ministro de Finanzas durante cuatro meses en el
gobierno de Alfredo Palacio, que le sucedió a Gutiérrez.
Hace
cinco años fue elegido Correa y declaró que Ecuador “salía de las
tinieblas del neoliberalismo” y que se pasaba “de una época de cambio a
un cambio de época”. Y Ecuador se sumó al grupo de gobiernos
progresistas de América Latina, que incluyó el ingreso del país a la
Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Se
convocó a una Asamblea Constituyente, de forma similar a la Bolivia, y
se pasó a la construcción de un nuevo Estado, republicano, multiétnico,
multicultural, ciudadano. El proceso de transformaciones liderado por
Correa pasó a llamarse Revolución Ciudadana y comenzó la organización de
un partido, el Movimiento País.
Ese
proceso de transformaciones, como la de todos los gobiernos
progresistas de América Latina, privilegia las políticas sociales y no
el ajuste fiscal, privilegia los procesos de integración regional y las
alianzas entre el Sur del mundo, y un Estado fuerte, inductor del
crecimiento económico y garantía de los derechos sociales y no el Estado
mínimo, que renuncia en favor del mercado. Además de eso, el gobierno
retomó las inversiones básicas – como carreteras, energía, puertos,
infraestructura en general -, que permitieron inculcar dinamismo a la
economía ecuatoriana. En 2011 la economía, a pesar de las presiones
externas negativas – disminución del crédito internacional, variaciones
de los precios del petróleo, disminución drástica del envío de las
remesas de los inmigrantes a sus familias – la economía creció en un 8%,
uno de los índices más altos, sino el más alto de toda a América
Latina.
El
gobierno mantiene un mecanismo de consultas populares, que somete al
veredicto popular ya sea la convocatoria a la Asamblea Constituyente,
que refundó el Estado, como la aprobación de la nueva Constitución, así
como orientaciones políticas centrales, como la reforma a la Judicatura,
cuestiones de seguridad pública, entre otros.
Con
certeza Rafael Correa será reelegido presidente el próximo año,
quedando pendiente sólo la cuestión del nivel de la mayoría
parlamentaria que va a obtener. La oposición congrega a la derecha
tradicional y sectores de la ultra izquierda, apoyados por grupos del
movimiento indígena.
Ecuador
cambió como nunca en estos 5 años que conmemoran ahora el gobierno de
Rafael Correa y el Movimiento País, en torno a su proyecto de Revolución
Ciudadana. (Traducción ALAI)
- Emir Sader, sociólogo y cientista
brasileño, es secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (CLACSO).
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