Por: Ismael Moreno (Padre Melo)
El asesinato de Berta Cáceres fue un crimen político machista. Fue un femicidio. Fue un crimen propio del machismo hondureño, sólidamente incrustado en las estructuras del poder estatal, político, jurídico, económico, incluso en el poder religioso. Por eso la impunidad cubre hoy a los autores intelectuales.
En los últimos minutos del día 2 de marzo de 2016 Berta Cáceres fue asesinada en su casa, un acontecimiento que conmovió a Honduras y a mucha gente en todo el mundo. Varios de los responsables de la ejecución del plan para matarla y los que dispararon contra ella enfrentan ya un proceso judicial que conducirá a una eventual sentencia condenatoria. Pero quienes fueron los autores intelectuales del crimen siguen blindados por la impunidad.
Son muy
poderosos. Y son hombres. Y eso explica el blindaje que los protege. La
decisión que tomaron estos hombres poderosos, el plan que siguieron
hasta matarla, tiene la misma lógica que la de cualquier femicidio. A
Berta Cáceres la mataron por ser mujer, una mujer extraordinaria a la
que el poder machista, la violencia machista, no lograron nunca
controlar. Fue el machismo el que la mató.
UNA GRAN EMPRESA DE HOMBRES MUY PODEROSOS
DESA
(Desarrollos Energéticos Sociedad Anónima) es la poderosa empresa
vinculada al asesinato de Berta Cáceres. Se trata de una empresa
legalmente constituida, dedicada a la industria extractiva y a la
construcción de proyectos hidroeléctricos. DESA pertenece a un enorme
consorcio empresarial asociado al influyente Grupo Ficohsa, liderado por
la poderosísima familia Atala.
Como
muchas otras grandes empresas hondureñas, DESA protege sus intereses con
una estructura criminal, integrada por centenares de efectivos de
seguridad privada que dirigen militares o policías en retiro, a los que
se entrena para cuidar celosamente el patrimonio empresarial. Ninguno de
ellos dudará un instante en disparar a matar o en organizar algún
operativo para quitar de en medio a cualquiera que amenace de cualquier
forma los intereses empresariales.
Según
investigaciones independientes fue en la cúpula de DESA donde se decidió
asesinar a Berta Cáceres. El plan inició en noviembre de 2015 y culminó
con los disparos criminales tan sólo unos meses después. DESA y quienes
conducen las investigaciones oficiales decidieron responsabilizar
solamente a los asesinos materiales, a quienes dispararon, para así
salvar a la empresa de la autoría intelectual de una muerte que nunca
creyeron, cuando la diseñaron, que les traería tantos problemas.
LOS AUTORES INTELECTUALES ESTÁN BLINDADOS
Desde que
ocurrió el crimen las medidas para blindar a los autores intelectuales y
salvar el prestigio de DESA se han intensificado. Suyapa Martínez,
dirigente de la organización feminista hondureña CEM-H (Centro de
Estudios de la Mujer) se atrevió a declarar en una entrevista
periodística que DESA era responsable intelectual de la muerte de Berta y
DESA le echó encima a toda la justicia hondureña. Hoy pende sobre ella
la amenaza de una sentencia de varios años de cárcel y una multa
millonaria por difamación.
Los
hombres de DESA son muy poderosos. Y tienen mucho poder en muchos
espacios. Uno de sus más altos ejecutivos, Camilo Atala, también
presidente ejecutivo del grupo financiero Ficohsa, fue elegido este año
como presidente del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL). En los
últimos tiempos DESA ha aumentado sus generosas ayudas a diversas
iglesias del país.
UNA MUJER QUE ROMPIÓ PARADIGMAS
Las
élites empresariales locales, aliadas de las transnacionales extractivas
y financieras, sustento del poder político hondureño, mataron a Berta
por ser mujer, una mujer excepcional y audaz que rompió, una y otra vez,
con los paradigmas de la cultura patriarcal y machista que domina
nuestro país.
Obviamente,
en Honduras hay mujeres con mucho poder y con mucho reconocimiento
social. Pero ninguna de ellas ha roto paradigmas. Son mujeres que
administran con desvelo y capacidad el poder que le han delegado los
hombres sin modificar nunca su esencia jerárquica. Por eso, el poder de
estas mujeres no incomoda, no es cuestionado. Lo admira toda la
sociedad, particularmente la sociedad de los hombres.
CON LA LÓGICA FEMICIDA
Berta fue
una mujer diferente. Sacó a estos poderosos hombres de quicio, no
pudieron soportar que una mujer los pusiera en jaque y los derrotara. Y
decidieron matarla con una lógica similar a la del femicidio, a la del
hombre que mata a una mujer que no controla.
La
mataron de forma similar a como un hombre mata a la mujer que no cumple
lo que él desea. En su afán de poder y de dominio ese hombre arremete
físicamente contra ella porque lo humilla, no controla lo que piensa, lo
que dice, lo que hace la mujer.
Llega a
odiarla, la agrede y, en un momento de poder descontrolado, la mata. Son
esos los sentimientos en que nos “educa” el patriarcado. Son los mismos
que movieron a los hombres que mataron a Berta. No la pudieron
controlar. Tenía poder,no el delegado por hombres, sino el construido
por ella misma junto a otras mujeres y a otros hombres. El poder de
Berta desafiaba el de ellos. Y tanto los desafiaba que ponía en peligro
sus empresas.
TENÍAN QUE MATAR A “ESA MUJER”
Tenían
que matarla. Una mujer los estaba derrotando, ganándoles la batalla.
Ante los colegas empresarios, ante otros inversionistas, ante los
financieros, Berta los humillaba. “¿Por qué no avanzan las obras?”,
preguntaban. “Por esa mujer”, tenían que responder. Demasiada
humillación para los hombres. Y sus mentes humilladas se embotaron y eso
los cegó. No vieron lo que Berta significaba en el país y para mucha
gente en el mundo. Sólo vieron a “esa mujer”, de la que había que
desquitarse. Cegados por el poder humillado, planificaron su muerte,
olvidando que ya para entonces Berta tenía un liderazgo nacional y un
gran reconocimiento internacional.
Y una vez
que la mataron se les abrieron los ojos. Habían matado a la voz de las
mujeres hondureñas, también a la voz de los hombres hondureños que
luchan por dejarse liberar por las mujeres. Y descubrieron que también
habían matado a la voz de los pueblos centroamericanos y
latinoamericanos que luchan por la vida de los bosques y los ríos.
Después
de matarla, cayeron en la cuenta de lo que habían hecho: un gravísimo
error político de graves consecuencias. Igual que tantos hombres a los
que, después de matar a su mujer, se les abren los ojos y caen en la
cuenta de que le quitaron la vida a la madre de sus hijos, a la mujer de
la que un día estuvieron enamorados. Y viendo lo que han hecho se meten
un tiro ahí mismo porque no soportan seguir viviendo.
LO QUE DIJERON DESPUÉS
En el
caso de Berta no fue así porque nadie se metió un tiro, nadie se quitó
la vida. Se dieron cuenta del error político que habían cometido y a
partir de entonces quisieron borrarlo con el poder y con la mentira.
En el
primer momento echaron a correr rumores. “A esta mujer la mataron por
puta”, dijo un policía cuando todavía estaba caliente el cuerpo de Berta
sobre un charco de sangre. Es el mismo argumento que aparece en boca de
los vecinos y en los medios cuando un hombre mata a su mujer: “La
encontró con otro”. La primera hipótesis del móvil del crimen fue la
habitual: “un crimen pasional”, “por asuntos sentimentales”.
Casi
inmediatamente, los hombres que la mataron echaron a correr otro rumor,
que alimentaron durante un tiempo a los medios de comunicación: a Berta
la habían matado sus propios compañeros de lucha por desconfianza, por
asuntos de dinero: Berta se había quedado con todo el dinero del Premio
Goldman que había recibido poco antes, Berta había provocado conflictos
de poder dentro del COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e
Indígenas de Honduras).
Algo
similar ocurre en todos los asesinatos de mujeres: si no funciona el
argumento pasional, se pasa al del dinero o al de luchas por el poder:
“Las mujeres son muy ambiciosas, cuando tienen dinero y poder, siempre
quieren más”, dicen. Para justificar los asesinatos de mujeres se
mezclan siempre celos y pasiones con dinero y ambiciones.
BERTA LE DOBLÓ EL BRAZO A HOMBRES DE PODER
El
femicidio es el momento final de un prolongado proceso de violencia
machista. El asesinato de Berta estuvo precedido por un largo proceso de
amenazas y hostigamiento. Retrocedamos en la historia. En 2006 las
comunidades del norte del departamento de Intibucá, en la zona de Río
Blanco, buscaron respaldo del COPINH al ver llegar al lugar unas
máquinas que comenzaron a intervenir en el cauce del legendario río
Gualcarque. El objetivo era construir el proyecto hidroeléctrico Agua
Zarca. La responsable de la construcción era la empresa china Sinohydro,
la de mayor experiencia mundial en este tipo de megaproyectos. DESA
había contratado sus servicios.
Desde
entonces, Berta, al frente del COPINH, comenzó a acercarse a esas
comunidades de la etnia lenca, a acompañarlas. Dedicó años de trabajo a
denunciar en el país el desastre ambiental y social que causaría ese
proyecto, a organizar decenas y decenas de asambleas populares de
información y a desarrollar y a animar acciones colectivas de
resistencia en este lejano rincón del país.
Hasta que
en 2013 el pueblo lenca de esa zona, indignado y empoderado, impidió
que la empresa continuara allí. A finales de aquel año Sinohydro dio por
terminado el contrato con DESA, informando que se retiraba de Honduras
por la continua resistencia de la comunidad. Berta les había doblado el
brazo a los hombres del poder.
ES “MARIMACHA”
El año
2013 fue crucial en su vida. A finales de febrero y comienzos de marzo
Berta dirigió una caminata popular desde el norte de Honduras hasta
Tegucigalpa con varios reclamos: la libertad de “Chabelo” Morales, un
campesino injustamente condenado por defender la tierra y a su
comunidad, la derogación de la ley de minería y la derogación de la ley
de las ciudades modelo.
Enamorada
en aquel tiempo de uno de los jóvenes dirigentes del COPINH, eso
despertó la furia de su ex-pareja, con quien había tenido tres hijas y
un hijo. Mientras los pies de Berta se encallecían en aquella
kilométrica caminata por carreteras de pavimento, la ruptura entre ambos
se fue convirtiendo en una confrontación en el COPINH que desembocó en
una fractura de la organización: un sector de comunidades lencas
decidieron seguir a la ex-pareja de Berta para conformar una nueva
organización indígena.
En
septiembre de aquel año la acusaron por portar armas. En una sociedad
como la hondureña, donde portar armas es cosa de hombres, eso procuraba
socavar el liderazgo femenino que ya tenía Berta. Acusándola y
llevándola a los tribunales se la estigmatizaba a ella y a su lucha. Se
dijo que no sólo usaba armas, también provocaba desórdenes irrespetando
las leyes y a las autoridades. Se desvirtuaba así a una mujer que en las
sociedades patriarcales no era como deben ser todas: obediente, sumisa a
los hombres y a las normas sociales. En ese tiempo corrió también otro
rumor: Berta era así y actuaba así porque era “marimacha”.
La extinta Berta Cáceres.
EL PREMIO INTERNACIONAL COLMÓ LA COPA
La
persistencia de Berta y su determinación consiguieron un enorme triunfo
al salvar el río Gualcarque del proyecto hidroeléctrico. Para entonces
su nombre era ya conocido en Honduras y el triunfo conseguido en tierra
hondureña fue determinante para que en 2015 le entregaran el Premio
Ambiental Goldman en 2015.
Al
recibirlo en San Francisco, California, en un breve discurso Berta
Cáceres reivindicó a su organización y demostró su conciencia política,
social, ambiental, feminista. Esto dijo ese día: “En nuestras
cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De
los ríos somos custodios ancestrales, el pueblo Lenca, resguardados
además por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de
múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida para el bien
de la humanidad y de este planeta.
El COPINH, caminando con otros
pueblos por su emancipación, ratifica el compromiso de seguir
defendiendo el agua, los ríos y nuestros bienes comunes y de la
naturaleza, así como nuestros derechos como pueblos. ¡Despertemos!
¡Despertemos, Humanidad! Ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán
sacudidas si sólo nos quedamos contemplando la autodestrucción basada en
la depredación capitalista, racista y patriarcal. El Río Gualcarque nos
ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados. Debemos
acudir.
La Madre Tierra militarizada, cercada, envenenada, donde se
violan sistemáticamente los derechos elementales, nos exige actuar.
Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera justa,
digna y por la vida. Juntémonos y sigamos con esperanza defendiendo y
cuidando la sangre de la tierra y los espíritus de la tierra. Dedico
este premio a todas las rebeldías, a mi madre, al Pueblo Lenca, a Río
Blanco y a las mártires y a los mártires por la defensa de los bienes
naturales”.
El Premio
Goldman colmó el vaso de los hombres del poder. En todo el mundo se
habló de “esa mujer” y el resentimiento ya no abandonó a los hombres de
la cúpula de DESA. Había que matarla.
PRIMERO, SILENCIAR DESPUÉS, ACOSAR
Existe un
patrón en un crimen como éste, además de los patrones que acompañan a
todo femicidio. Este patrón criminal tiene sus fases y en Honduras a
ellas somete el poder a todas las personas que se oponen a la oligarquía
económica y a la élite política que la representa. Es un patrón con
cinco pasos. En el caso de Berta Cáceres se cumplió a cabalidad.
El primer
paso es silenciar. Durante un buen tiempo Berta hacía, decía, luchaba,
denunciaba, pero era ignorada. Nadie la entrevistaba, no le hacían caso.
Había que hacerla invisible, como si no existiera. Pero sus palabras y
sus acciones, la trascendencia de su lucha, terminaron haciendo
imposible que no la vieran, que no la escucharan. Berta derrotó el
silencio social y mediático.
El
segundo paso es acosar. Ya teniendo un nombre, una voz, un peso social, a
Berta la trataron de sobornar, de seducir para que su voz no fuera
respetada. Douglas Bustillo, un oficial retirado del Ejército, que
trabajaba en la empresa de seguridad de DESA, se encargó de hostigarla,
incluyendo el acoso sexual. “Toda mujer puede ser conquistada, lo que
hay es que descubrir el camino para lograrlo”, dice siempre el machismo.
En 2013, y con la misma firmeza con la que hacía todas sus denuncias
públicas, Berta Cáceres denunció a Douglas Bustillo por acoso sexual.
ES VIOLENTA,TERRORISTA,ENEMIGA DEL DESARROLLO
El tercer
paso es el descrédito, la estigmatización. Cuando sus luchas y su
liderazgo no podían ya ocultarse, a Berta había que desacreditarla,
estigmatizarla. Los medios informaban sobre lo que hacía, pero
llamándola revoltosa, opuesta al desarrollo, violenta, desadaptada
social, terrorista, “marimacha”, enemiga de los hombres. Cuando la
acusaron de portar ilegalmente armas pasó unas horas en la cárcel.
Cuando la acusaron de sedición por instigar la violencia en las
comunidades indígenas y dictaron orden de captura, tuvo que pasar un
tiempo en la clandestinidad hasta conseguir que los juzgados
sobreseyeran la acusación.
También
quisieron sobornarla con dinero para ella o para el COPINH. También en
ese tiempo la confrontaron dos alcaldes de municipios de la región en
donde operaban Sinohydro y DESA: el alcalde de San Francisco de Ojuera,
íntimo aliado de la empresa de seguridad de DESA, y el alcalde del
municipio de Intibucá, molesto por el respaldo que Berta daba a las
locatarias y locatarios del mercado, amenazados de desalojo.
Muchos
frentes se abrieron ante la amenaza de Berta. Todos buscaban minar su
credibilidad y su autoridad y neutralizar el trabajo del COPINH. La
estigmatización también promovía que la gente sencilla, desinformada y
malformada, identificara a Berta como enemiga y como amenaza.
Berta
derrotó la estigmatización con persistencia. No retrocedió y finalmente
su voz y su lucha trascendieron las fronteras hondureñas. Cuando en
Honduras era llamada “enemiga del desarrollo”, en Estados Unidos era
premiada con el Premio Goldman.
Y cuando
en el país era desacreditada por oponerse a la Iglesia, era premiada,
también en Estados Unidos, con el reconocimiento “Monseñor Romero” y el
Papa Francisco la recibía con un abrazo en el Vaticano.
El cuarto
paso en el proceso de destrucción del adversario es la criminalización
de quien se opone, de quien denuncia, de quien protesta. Berta fue
criminalizada. Fue a los tribunales y a la cárcel. Querían quitarla de
en medio. Y querían debilitar las luchas indígenas y populares que
encabezaba el COPINH. También querían sembrar el miedo en quienes veían
en Berta un referente.
BERTA SE COLOCÓ A UN PASO DE LA MUERTE
El quinto
paso, si todos los pasos previos fracasan, es la eliminación física, la
muerte. A Berta la mataron porque ni pudieron ignorarla ni sobornarla. Y
como las campañas de estigmatización no la destruyeron ni lograron
doblegar la legitimidad de su lucha, Berta se colocó a un paso de la
muerte física.
Como no
funcionó nada, después de que quisieron matarla moralmente
calumniándola, amenazándola, desprestigiándola, como nada la doblegó,
tenían que eliminarla. A una mujer de ese tamaño no podían permitirle
que siguiera viviendo. Estaba en juego el honor de los hombres. Dejarla
viva significaba aceptar la humillación que ella había infligido a los
hombres del poder.
“AHORA NOS TOCA A NOSOTRAS SER LAS BERTAS”
Los
hombres que dispararon contra Berta Cáceres fueron identificados: unos
sicarios, unos militares, un jefe de seguridad, un empleado medio de
DESA. Los autores intelectuales del crimen están impunes. Tienen en su
mayoría visa de turista para visitar Estados Unidos. No pocos lideran
estructuras políticas o tienen altos cargos en empresas de prestigio o
en la banca. Participan activamente en obras filantrópicas y de
beneficencia y asisten asiduamente al templo, en donde son reconocidos
como bienhechores.
Todos
integran el poder patriarcal, acostumbrado históricamente a prácticas
criminales que después quedan siempre impunes. Estas estructuras
patriarcales se sienten hoy amenazadas por muchas formas de presión
social, especialmente por la lucha antipatriarcal de las mujeres.
“Berta
nos abrió el camino -dice una de sus compañeras en la lucha feminista-.
Ella trazó el camino. No es fácil seguirla, pero nos dejó sus huellas y
su espíritu. Hoy nos toca a nosotras ser las Bertas, porque sólo siendo
como ella acabaremos con las estructuras patriarcales y sólo así
salvaremos las vidas de muchas mujeres, amenazadas por hombres tan
machistas como los que mataron a Berta”.
CÓMO ENFRENTAR EL MACHISMO INCRUSTADO EN EL PAÍS
¿Cómo
proteger a las mujeres que, como Berta, desafían el poder machista y se
enfrentan a las estructuras del patriarcado? No es fácil. No sólo porque
estas estructuras están aún intactas, sino porque quienes las integran
están muy advertidos de las amenazas que representan estas mujeres.
El camino
abierto y trazado por Berta nos da pistas para proteger a las mujeres
que, como Berta, luchan hoy contra el patriarcado. Lo primero es la
convicción de ellas de que pueden, de que tienen poder en ellas mismas,
capacidad para analizar su entorno, para desarrollar capacidades, para
establecer alianzas solidarias entre ellas y entre sus organizaciones y
para dar una dimensión política a todo lo que hacen.
Pueden y
deben romper con el paradigma dominante, que nos dice a todos,
especialmente a las mujeres, que sólo lo de arriba y sólo lo de afuera
vienen las soluciones. Pueden y tienen que proseguir difundiendo por
todos los medios que lo que mató a Berta Cáceres es el machismo
incrustado en las estructuras de Honduras para así acortar la distancia
entre esa denuncia y la identificación de los autores intelectuales del
crimen, los que se ocultan en DESA. Mientras sean impunes, mientras no
sean desenmascarados y enjuiciados, la defensa de muchas otras mujeres
tropezará con obstáculos.
Pueden y
sabrán construir nuevos paradigmas basados en relaciones horizontales y
no jerárquicas, en un poder entendido como búsqueda de cambios en las
relaciones de género, también dentro de las mismas organizaciones
feministas. Pueden y deben no cansarse de denunciar a los hombres del
poder que ocultan su machismo en una retórica de defensa de los derechos
humanos, mientras que en la práctica sólo buscan perpetuar el omnímodo
derecho del patriarcado.
LAS ALIANZAS DE LAS MUJERES
Pueden y
deben las mujeres saber analizar el contexto local: actores, escenarios,
aliados, hilos del poder, tendencias, oportunidades a aprovechar… Y
pueden y sabrán ubicar el contexto local en el contexto nacional, en el
mesoamericano y en el internacional. El contexto es siempre movedizo y
dinámico. Una organización de mujeres, y de los hombres que a ella se
integren con conciencia de género, ha de estar en una constante lectura
del contexto, sabiendo que nunca existen hechos aislados, que todos
están vinculados y que siempre las principales víctimas son las mujeres,
por estar históricamente en desventaja ante el poder que siempre han
controlado los hombres.
Pueden y
deben saber identificar las energías positivas al interior de la propia
organización y de las organizaciones hermanas. Igualmente deben y pueden
identificar las energías negativas, las que promueven escepticismo,
divisiones, desconfianzas y protagonismos. Eso fortalecerá las
organizaciones contra las amenazas del patriarcado. Y después de esa
identificación, pueden y deben hacer alianzas con otras organizaciones.
Porque todas nos necesitamos, todas aportamos y todas aprendemos y
enseñamos.
Ninguna alianza surge de la competencia y de la desconfianza.
Y cuando algunas organizaciones se creen superiores a las demás y
buscan imponer sus lecturas y sus intereses, cuando siempre quieren ser
las que toman iniciativas y rechazan las iniciativas de las demás, todas
pierden.
Pueden y
deben hacer alianzas con sectores sociales con los que no comparten
espacios comunes ni similares compromisos, pero sí coinciden en la
necesidad de construir una sociedad incluyente y democrática.
ESO DESCONCIERTA AL PATRIARCADO
Y
finalmente, deben, pueden y saben las mujeres promover alegría en las
organizaciones en las que trabajan. El ceño fruncido, el enojo, la
tristeza y la amargura le convienen al patriarcado. La fiesta y la
alegría en medio de la lucha y de la resistencia lo desconciertan. Creo
que por ahí va el camino abierto y trazado por esa gran mujer que fue
Berta Cáceres.
http://criterio.hn/2017/10/12/fue-la-violencia-machista-la-mato-berta-caceres/
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