Por Carlos “El Sacón”
Méndez
Después que Dionisio
de Herrera colocara en 1824, los primeros ladrillos para la construcción del
Estado Republicano como parte de una onda expansiva continentalmente
paradigmática, Honduras no experimentará sino hasta el crepúsculo del siglo
XIX, un aliento mayor para continuar edificando las bases del Estado moderno,
lectura y praxis que recae en Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, que nos
asombran, al no quedarse impávidos ante la necesidad de darle seguimiento, en
otros sentidos, a la calidad ética en el ejercicio de la política, de Don Dionisio de Herrera. En ese entonces,
fue la única vez que la hondureñidad
alcanzó a ver, a lo lejos, entre las rendijas de la pobreza centroamericana, un
boceto de pedacito de cielo, proveniente de los imaginarios de la Enciclopedia
y la Ilustración europea.