Por Luis Méndez /
Dom 16/06/2019 10:02 PM
Dom 16/06/2019 10:02 PM
Honduras,
el país que sin estar en guerra (convencional), está entre los más violentos del mundo.
Serían innumerables los enunciados de validez, la importancia,
el hito histórico, y la esperanza que representa para la
población un dialogo ciudadano alternativo al “dialogo/monologo”
simulado por Juan Hernández; dialogo alternativo como parteaguas en una
etapa de agotamiento de la democracia y del principio
de representación.
Para
una lectura en retrospectiva, 1982 una Constituyente pactada entre
élites políticas, empresariales, militares y la intervención de EEUU en
el marco de la Guerra Fría; década del
noventa a través de la imposición del Consenso de Washington donde se
profundizó la desregularización, liberalización y privatización de la
economía, y que en el 2004 se hizo más visible con la entrada en
vigencia del Tratado de Libre Comercio, (TLC) entre
República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos; el 2009 Golpe de
Estado político militar en contra del Gobierno de Manuel Zelaya; el 2017
golpe electoral; en 2018 extradición por narcotráfico de cercanos
colaboradores al régimen, y miembros del Partido
Nacional en el “Gobierno”, lo que culminó, o tuvo su máxima expresión con la
detención del hermano del dictador; Tony Hernández; a partir de
allí se posiciona la narco-política como sello de identidad del régimen, (TH).
Frente
a lo anterior, se hace visible el rechazo contundente por parte de la
ciudadanía a la violencia estructural basada en la corrupción, el
despojo, y la privatización; en 2019
surge la Plataforma en defensa de la salud y la educación como alternativa popular para hacer frente a las políticas privatizadoras de lo público.
En
suma, todos los apuntes previos constituyen hitos que marcan tendencia,
y visibilizan al país como uno de los más desiguales, con mayores
índices de corrupción, de
impunidad, y lo convierten en uno de los más violentos del mundo.
En
estos últimos 20 años asistimos también a la intensificación de las
políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI),
políticas privatizadoras que han servido exclusivamente
para ampliar la brecha entre opresores y oprimidos. Cuentos con final
no “feliz”, por parte del FMI y sus “slogan”: “combate a la pobreza”,
“desarrollo sostenible”, “desarrollo sustentable”, “progreso”,
“participación y políticas públicas”, “incidencia”, entre
otros estribillos repetidos por la misma cooperación internacional y
por las ONGs, alineadas y subordinadas a estas políticas que en síntesis
han reducido al Estado a una situación de permanente endeudamiento, de
no salida a la crisis económica, y de profundización
de la desigualdad.
En
el marco de esta crisis histórica, de permanente violación a los
Derechos Humanos, y de reacción contrahegemónica desde la ciudadanía
expresada recientemente en más de cuarenta
días de una amplia, y extendida movilización popular por la defensa de
la salud y la educación; La Plataforma plantea un dialogo ciudadano
alternativo, que bien podría convertirse en la máxima expresión de
construcción de poder popular, de los de abajo que
caminan hacia arriba en difíciles y complejos tiempos de dictadura;
dialogo ciudadano alternativo con movilización popular.
¿Porqué un dialogo alternativo?;
la respuesta podría ser muy simple: porque el dialogo impulsado por el régimen, no tiene legitimidad.
Sin embargo y para ampliar la respuesta se
puede inferir que ante la permanente negación de la palabra a la
ciudadanía, del derecho negado a expresar sus preocupaciones e
intereses, deliberaciones y propuestas para repensar el país,
y sus políticas económicas, sociales, políticas y
culturales; la respuesta por parte del régimen ha sido la censura
permanente, el establecimiento de guiones pactados con los medios de
comunicación hegemónicos para imponer una sola mirada de
la realidad, el uso de redes clientelares para teatralizar la
“democracia”, y sus “bondades”, la complicidad de gobiernos y organismos
de cooperación que callan ante la violencia del régimen; o el pacto de
impunidad promovido por la OEA a manera de ejemplo.
Pese
a toda esta embestida de la maquinaria de poder, el régimen no ha
logrado generar condiciones de gobernabilidad y tampoco de legitimidad.
Por tanto,
asistimos a una etapa de acumulación de fuerza donde La
Plataforma por Defensa de la salud y la educación se constituye en un
interlocutor válido del sector popular, con la capacidad aglutinadora de
dar respuesta a un dialogo ciudadano alternativo soñado,
en primera instancia de carácter nacional pero que podría en el mejor
escenario multiplicarse a diálogos alternativos locales, departamentales
y regionales, que a su vez potencien la fuerza orgánica y movilizadora
de esta gran Plataforma popular en defensa
de lo público.
Sin
lugar a dudas, el surgimiento de un dialogo ciudadano alternativo
representará un hito para la historia de las resistencias, de la
construcción de poder popular frente al poder
constituido, la confrontación de clases frente a un Estado secuestrado y
en harapos; la palabra de los pueblos frente a la pérdida
del principio de representación de un Estado débil, y capturado por las
élites en el poder.
Se avizoran buenos tiempos para la construcción de poder popular,
para que la palabra fluya, y no sea relegada al remanso de
la política electorera tradicional que ve en la ciudadanía votos, y no
personas capaces de repensarse, razonar,
deliberar, y proponer otro mundo, otra economía, otra educación y salud posible.
Berta
Cáceres mostró un horizonte cercano, habló de los levantamientos
territoriales como la vía para contener las políticas neoliberales, y el
proyecto de despojo del gran capital
impulsado por el actual gobierno; es el tiempo de Berta, de miles de
Bertas multiplicadas en la lucha.
¡Berta Vive, la lucha sigue!
Fotos: Luis Méndez
Tegucigalpa, 16 de junio, 2019
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