El líder independentista puertorriqueño Oscar López Rivera salió hoy en libertad, tras cumplir una de las condenas más largas impuestas a un preso político en el mundo. 17 mayo 2017 | CUBADEBATE.
El líder independentista puertorriqueño Oscar López Rivera salió hoy en libertad, tras cumplir una de las condenas más largas impuestas a un preso político en el mundo.
Después de estar encarcelado 36 años en Estados Unidos debido a sus ideas y su lucha independentista, este miércoles podrá compartir con su pueblo y sus amigos, luego de que firme un documento del Buró de Prisionero de Estados Unidos, explicó su abogada Jan Susler.
En febrero de este año, López Rivera fue trasladado a Puerto Rico, en reclusión domiciliaria en la casa de su hija Clarisa. Apenas unas semanas antes, el entonces presidente estadounidense Barack Obama lo había indultado, luego de más de 35 años en prisión.
En el sector universitario de Río Piedras, en San Juan, varios artistas y estudiantes organizan ahora La fiesta de Oscar, para dar la bienvenida al luchador independentista.
Al concluir su restricción domiciliara, López Rivera ofrecerá cerca del mediodía una rueda de prensa en el área de El Escambrón, en la isleta del Viejo San Juan.
Se espera que el jueves visite Chicago, donde vivió desde los 15 años hasta su encarcelamiento: en esa ciudad, la comunidad latina lo recibirá y pondrá su nombre a una calle en el área de Humboldt Park.
Después, regresará a Puerto Rico para estar el sábado en el municipio de San Sebastián, en el centro montañoso de la isla, donde nació y vivió una parte de su adolescencia.
Más adelante, proyecta viajar a varios países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, para agradecer la solidaridad y los esfuerzos por su liberación.
Sindicado por las autoridades de Estados Unidos como cabeza de las clandestinas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico, López Rivera fue condenado sin que jamás hubiera una evidencia en su contra.
De los casi 36 años encarcelado bajo la acusación de conspiración sediciosa por querer derrocar al gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico, permaneció 12 años en prisión solitaria, sin contacto con el exterior ni con sus familiares.
En 1981, cuando tenía 38 años, este puertorriqueño fue condenado a 55 años de prisión por esa supuesta conspiración, uso de la fuerza y otros cargos.
López Rivera se declaró enemigo del colonialismo impuesto a la isla caribeña por Estados Unidos durante más de un siglo.
Primeras declaraciones de Oscar López Rivera al estar finalmente libre
Luigino Bracci Roa /
(Con información de Prensa Latina)
San Juan, mayo 17 - El luchador de origen
puertorriqueño Oscar López Rivera salió en libertad plena este
miércoles, luego de haber sido encarcelado por más de 35 años en Estados
Unidos. Pasadas las 7 de la mañana de este miércoles, el patriota
boricua salió de la casa de su hija y se acerco a saludar a la multitud
agolpada en el lugar.
López había sido privado de libertad por denunciar y reclamar el fin del colonialismo norteamericano en Puerto Rico.
Fue condenado en 1981 y sentenciado a 55 años de prisión acusado por el gobierno estadounidense de ser miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y por supuestos actos de sedición y conspiración para derrocar al Gobierno de EE.UU.
"Desde el Comité de Descolonización: Mañana tiene plena libertad el patriota puertorriqueño Oscar López Rivera luego de 35 años preso en USA", expresó el representante permanente de Venezuela en la Organización de Naciones Unidas, Rafael Ramírez.
Por otra parte, a través de su cuenta oficial en la red social Twitter, informó sobre la instalación con el Primer Ministro Ralph Gonsalves, del Seminario del Caribe de la ONU sobre Descolonización en San Vicente y Las Granadinas.
Óscar López Rivera, nacido en 1943 en Puerto Rico, es un líder independentista de su país natal que fue encarcelado en Estados Unidos(EE.UU.) desde hace 36 años.
López es veterano de la Guerra de Vietnam, en la que fue condecorado por su valor en combate.
Al regresar a Chicago, se integró a la lucha por los derechos del pueblo puertorriqueño y participó en actos de desobediencia civil y militancia pacífica.
En 1976 se integró a la lucha clandestina en favor de la independencia de Puerto Rico como miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. En 1981 fue capturado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) acusado de “conspiración” y por su militancia en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), reseña Telesur en su portal web.
Al momento de su captura, reclamó para su la condición de “Prisionero de Guerra”, amparado en el protocolo primero de la convención de ginebra de 1949. El protocolo de ginebra ampara a Óscar López por ser una persona detenida en conflicto y lucha contra la ocupación colonial.
Estados Unidos no reconoció la exigencia de López Rivera y lo condenó a 55 años de prisión, tras un supuesto intento de fuga, la sentencia aumentó a 70 años de cárcel, 12 de los cuales los purgó ya en aislamiento total.
En diciembre de 2016, la Casa Blanca anunció que no ofrecería una respuesta concreta a las más de 108 mil firmas que pedían a través de internet, la libertad de López Rivera.
El expresidente Barack Obama, concedió el perdón a López Rivera y conmutó su condena a prisión, que expira este miércoles
La familia de Oscar López Rivera “no ve la hora” en que sean las 8:00 de la mañana del miércoles para que pueda caminar libremente por la tierra que tanto ama.
Tan pronto el prisionero independentista sea liberado del grillete que le colocaron las autoridades federales y se dé por cumplida su sentencia, López Rivera, de 74 años, tendrá un desayuno privado para compartir con sus familiares y allegados, algunos de los cuales hace mucho tiempo que no ve.
“Cada día que se va acercando la hora cero y el corazoncito mío se agita más. Ya me parece ver salir a Oscar de la casa de Clarisa caminando sin ninguna restricción… Cuando lo vea no sé cómo voy a reaccionar porque es algo que hemos soñado tanto tiempo”, dijo con voz entrecortada Aracelis Lugo López, la sobrina mayor de López Rivera.
“Yo creo que lo primero que él va a decir es ‘llévenme al mar, vamos a caminar’. Es que yo me lo imagino. El mar y las mariposas son temas que él siempre tocaba en la mayoría de sus cartas y en sus pinturas”, sostuvo Lugo López, a quien llamaron Babi cuando la familia residía en Chicago.
“Me imagino que eso le daba tanto sentido de espacio y de libertad. No veo la hora en que sea miércoles”, añadió.
Babi detalló que la familia extendida de Oscar, que reside en San Sebastián -como ella- y en otros puntos de la Isla, está tan deseosa de verlo que se hospedará desde mañana en un hotel en San Juan, para llegar tempranito a la tan esperada cita de López Rivera con la libertad.
“Nos vamos a quedar en un hotel en San Juan para asegurarnos que en la hora cero, estemos allí. Nos citaron temprano y ese momento, tengo que vivirlo completito”, expresó la sobrina, quien le llevará a su tío un café artesanal de Lares. “Como él es bien cafetero, como nosotros, le llevo ese café que sale en un barrilito”, sostuvo.
López Rivera, a quien se considera el último prisionero de la llamada Guerra Fría, ha cumplido 35 años en prisiones estadounidenses.
En 1981 fue arrestado y posteriormente, convicto de conspiración sediciosa por sus vínculos con el grupo clandestino Fuerzas Armadas de Liberación Nacional.
Mientras, más adelante, en el verano, será la fiesta en el barrio Aibonito Guerrero, donde nació.
“Mucha gente que no es independentista estuvo en el movimiento de excarcelación. No tengo duda de que el pueblo lo recibirá. Hay gente y familia que hace mucho tiempo que no lo ha visto”, expresó el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez, del Partido Nuevo Progresista.
El pasado 17 de enero, luego de una intensa campaña de excarcelación, que se prolongó por varios años y en la que participaron figuras internacionales, López Rivera fue indultado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Tras haber cumplido 35 años y ocho meses en instituciones carcelarias estadounidenses, el 9 de febrero de este año, López Rivera arribó a suelo borincano para extinguir los últimos 97 días de su condena en arresto domiciliario en la casa de su hija Clarisa. Desde entonces, ha estado bajo la supervisión del Negociado Federal de Prisiones.
18 de mayo: Oscar parte temprano para Chicago parar ser recibido por los boricuas de la Division Street, donde pasó sus años mozos y juventud.
19 de mayo: Regresará a la Isla.
20 de mayo: La bienvenida le toca al pueblo de San Sebastián de Las Vegas del Pepino, que lo vio nacer hace 74 años. Será recibido por el alcalde Javier Jiménez, y familiares y allegados le prepararán un acto de 11:00 a.m. a 2:00 de la tarde en el Sala Municipal, que ubica en el casco del pueblo. En la actividad se espera que López Rivera pronuncie un mensaje.
28 de mayo: López Rivera cerrará la jornada del grupo 36 Mujeres X Oscar, en el Puente Dos Hermanos en San Juan, movimiento que en los pasados cuatro años lideró junto a otros grupos, la campaña de excarcelación del puertorriqueño.
8 de junio: El acto de bienvenida será en el Hostos Community College en Nueva York.
11 de junio: A López Rivera se le dedicará el Desfile Puertorriqueño en Nueva York.
17 de junio: Fungirá como el Gran Mariscal en la Parada Puertorriqueña en Chicago.
(Tomado de Prim
Lo que logró la figura de Oscar López en Puerto Rico ha sido arrollador. Todo el mundo coincide en que no ha habido una causa tan unificadora como la de su excarcelación probablemente desde Vieques. Su capital político es inmenso. Probablemente de las personas más admiradas y respetadas en el país. Qué va a hacer con eso, preguntamos. ¿Dónde pondrá ese capital de resistencia, valentía y dignidad?
Nuestro ex prisionero político contesta y, al final de la entrevista, fuera de récord, lo reitera otra vez, casi en un murmullo, casi por si acaso: "Yo lo único que sé hacer es luchar. Mi compromiso no para hasta el último suspiro".
Especial para Claridad
Por Mari Mari Narváez
17 de enero de 2017.
Mientras muchos de nosotros apenas podíamos concentrarnos en los asuntos cotidianos, pensando obsesivamente en el frágil e infausto destino de Oscar López Rivera, el ex prisionero político pintaba apaciblemente en la prisión de Terre Haute Indiana.
Un guardia penal lo llamó para informarle que tenía una llamada a las 3:30PM. Cuando llegó la hora, Jan Susler, su abogada, le dio la noticia: "Oscar, el presidente Obama acaba de conmutar tu sentencia". López Rivera se quedó tranquilo. "¿Cómo te sientes, Oscar? ¿No estás alegre?", le preguntó Susler. "Me siento igual que ayer, igual que siempre", le contestó él.
Fueron demasiados años preparándose emocionalmente para el peor de los escenarios. Eso tal vez explica por qué no se sintió inmediatamente eufórico con la noticia de su liberación física.
Mientras tanto, en Puerto Rico, nos íbamos enterando poco a poco y por diversidad de medios. Hubo llantos colectivos, abrazos sentidos, miles de mensajes de textos, las redes sociales se volcaban emotivamente con la noticia. Esa noche se celebró por todas partes. Los pleneros se juntaron en varias plazas, en distintos puntos de la ciudad las amistades se encontraban para celebrar. Y Oscar López seguía apacible. Tal vez no se lo creía.
Vino a internalizarlo realmente el día que le abrieron las puertas de la cárcel. Lo primero que lo sorprendió de la libertad fue el tremendo espacio físico que se abría ante él. "El día 9 de febrero, estoy en un salón de espera en la prisión y me dicen 'llegaron'. Clarisa es la primera que sale del carro y nos encontramos pero para mí lo primero fue la cuestión del espacio, porque cuando uno está preso está en un espacio bien limitado, entonces de momento uno empieza a ver espacio sin ninguna limitación, es algo bien liberador. Ellos están hablando, yo los estoy escuchando pero ahora no hay verjas, no hay murallas interviniendo, ahora no hay nada".
Cuando llegó al inmenso aeropuerto de Indianapolis, de nuevo lo sorprendió la holgura extrema de aquel lugar. "Pero ahora venía acompañada de gente, casi nadie hablando sino texteando. Es algo bastante diferente. No estoy acostumbrado a esto".
Su primera noche en San Juan fue recibido por un coro de coquíes santurcinos, seguidos de madrugada por un cantío de gallos. "Son experiencias bien lindas, al día siguiente me levanté bien tempranito, como a las cuatro y cuarto y empiezo a mirar el cielo, había bastante aire fresquecito, miré las estrellas, y de nuevo pues son experiencias bastantes lindas, pues oí coquíes, oí gallos, yo hacía 35 años que no oía un gallo".
Una de las cosas que más lo impresionaron desde el primer día fue el aburguesamiento (gentrification) de los barrios populares de Santurce. "Yo en el clandestinaje viví como cuatro meses entre la San Jorge y la Loíza. Cuando llegué no lo conocía. Cuando me dieron permiso para correr vi la 'gentrificación'. El que no ha vivido la gentrificación no sabe lo dañina que puede ser para el pueblo puertorriqueño. La primera comunidad en Estados Unidos que se gentrificó fue una comunidad boricua en Chicago, Lincoln Park. Ahí nació y se crió Luis Gutiérrez y las hermanas Rodríguez hasta 1969".
El Puerto Rico que recibe a Oscar López Rivera tras una lucha que muchas veces pareció imposible, es posiblemente el Puerto Rico más difícil de la modernidad. Pero Oscar dice que es un hombre que gusta ver el lado bueno de las cosas y rápido contesta que la crisis puertorriqueña tiene elementos positivos. "El tema de la descolonización está mucho más claro que hace diez años".
Y lo de la Junta, "eso venía", dice y, acto seguido, se adentra en un relato ávido y elocuente, evidentemente muy bien estudiado, sobre cómo este desenlace se viene cuajando, calculando, desde los años setenta.
"En el 1971, los billonarios en Estados Unidos decidieron tomar las riendas del poder de una forma diferente", cuenta Oscar. "Decían que había demasiada democracia. Era la época de David Rockefeller. Crearon los think tanks que a su vez crearían las estrategias para proyectarse veinte años hacia el futuro. (El presidente) Reagan desregula la banca y comienzan a nacer los hedgefunds y los procesos (financieros) usureros. Comienzan los payday loans y, simultáneamente, procesos de globalización como NAFTA. Se puede decir que es el neoliberalismo en todo su esplendor. Antes, las familias podían vivir con un solo sueldo. Del 1976 en adelante, con la situación económica comienzan a tener que trabajar todos en la familia, esposa, hijos. Se desmantela el sindicalismo. Los Right to Work Laws eliminan o minimizan dramáticamente los sindicatos. Por otro lado, la delincuencia empieza a aumentar, se da el fenómeno de la vida en el guetto. En 2007 aparece un artículo de John Polson, entonces secretario del Tesoro de George Bush y hedgefunder en Puerto Rico. Hace mucho tiempo aprendí a 'follow the money'. Siempre he seguido el dinero. Apartamentos para la venta en dos millones de dólares, eso no es para puertorriqueños. Todo esto ha sido planificado. No es casualidad".
Para Oscar siempre fue obvio que, en Puerto Rico, "siendo colonia, era donde peor estarían las condiciones. Rosselló (padre) empieza a privatizar", recuerda. "Los Koch Brothers, un club de millonarios, buscaron conformar el poder con legislaturas municipales y estatales bien conservadoras. Por todo Estados Unidos lo hicieron así. Con ese fenómeno comienza la posibilidad de que un Trump llegue al poder. Empezaron temprano y todo fue minuciosamente calculado. Ahora tenemos un presidente cuya política pública es la del racismo. Trump y el racismo en ese país ilustra lo sofisticado del trabajo que hicieron".
Si no se hace nada, el destino de Puerto Rico será el de las reservaciones indígenas en Estados Unidos, dice López Rivera. Ha salido poco pero ya se ha percatado de la proliferación de extranjeros estadounidenses por todas partes, especialmente en pueblos como San Juan, Isabela, Rincón, etc. "O una reservación indígena o un Hawaii, un Alaska..".
Sin embargo, existen condiciones para impedirlo, insiste.
"Es un momento de grandes retos que se puede aprovechar. Viendo el primero de mayo, fue positivo. Hay un entusiasmo por la lucha. Creo que es posible trascender el kioskismo, el protagonismo. Hay un denominador común, que es la descolonización de Puerto Rico. Hace falta armar una carpa amplia donde quepamos todos los que amamos esta patria".
Confiesa que gran parte de su entusiasmo viene, por supuesto, de la lucha estudiantil. "Muy entusiasmado con la lucha de esos estudiantes", dice. "Los estudiantes son el futuro de la patria".
Al señalársele las resonancias de la lucha estudiantil actual con el escenario desesperante y represivo de la época de los 70, cuando él luchaba en Chicago, así como cierto desafío de la legalidad como modo de lucha de algunos grupos aunque muy distintos y menos organizados que entonces, se queda pensativo unos segundos.
"Luchar no puede ser un ejercicio fútil. Cuando uno es joven, come fuego, comete errores y son costosos. A veces se necesita experiencia. Si vamos presos, nos amarran, los sacas de circulación. Y la cárcel puede romper. O puedes salir débil. La lucha tiene que hacerse con cuidado. Depende de cuán bien preparados estemos en ese momento. Cuando veo a (Héctor) Pesquera me preocupa mucho. Esto no es accidental. Tiene acceso a agentes provocadores. Él puede halar a toda una agencia (FBI) con todos sus vicios: matar gente, meter gente presa, reprimir".
Lo que logró la figura de Oscar López en Puerto Rico ha sido arrollador. Todo el mundo coincide en que no ha habido una causa tan unificadora como la de su excarcelación probablemente desde Vieques. Su capital político es inmenso. Probablemente de las personas más admiradas y respetadas en el país. Qué va a hacer con eso, preguntamos. ¿Dónde pondrá ese capital de resistencia, valentía y dignidad?
Nuestro ex prisionero político contesta y, al final de la entrevista, fuera de récord, lo reitera otra vez, casi en un murmullo, casi por si acaso: "Yo lo único que sé hacer es luchar. Mi compromiso no para hasta el último suspiro".
“El pueblo que quiere libertades las coge y no las espera de nadie de gracia y merced” - Ramón Emeterio Betances
Oscar llega repartiendo abrazos
Por Manuel de J. González
miércoles, 17 de mayo de 2017
Durante el encarcelamiento que se prolongó por 35 años Oscar López Rivera no tuvo muchas oportunidades para repartir abrazos. En aquel ambiente diseñado para el castigo el amor y la hermandad estaban absolutamente racionados, como una manera de castigar. Para alguien como Oscar esa privación debió haber sido uno de sus peores tormentos.
Tal vez por eso ahora, porque tiene tantos abrazos acumulados a lo largo de más de tres décadas de privación, los reparte con prodigalidad. Y no te abraza alguien que, cargando 74 años de edad combinados con 35 de prisión, debiera tener sus carnes flácidas y la barriga fofa. El que tiende sus brazos fuertes es el pequeño cuerpo de un atleta, sólido y fibroso. Abraza con energía, como queriendo trasmitir en unos segundos el cariño pacientemente guardado por tantos años.
Barack Obama dejó para el final de su mandato la orden que le conmutó la sentencia al héroe boricua. Muchos ya habíamos perdido la esperanza al ver que se acercaba el 20 de enero de 2017 sin que llegara la alegría. Oscar, sin embargo, esperaba tranquilo, siguiendo su rutina en prisión con la misma paciencia que antes habían desplegado otros grandes.
¿Por qué te excarcelaron?, le pregunté el sábado en la tarde cuando ya respiraba el aire de Santurce y con la pasmosa tranquilidad de siempre esperaba la llegada del 17 de mayo, día de su excarcelación definitiva. “Porque Puerto Rico nunca olvida a sus presos”, dijo como si decretara una sentencia.
Relató entonces la lucha que se dio en la Isla y entre los boricuas de Estados Unidos que condujo en 1979 a la excarcelación de los patriotas nacionalistas Andrés Figueroa Cordero, Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Oscar Collazo e Irving Flores. Aquella presión, en la que desde Chicago participó activamente el propio Oscar, atrajo la solidaridad mundial que finalmente condujo a la orden de excarcelación suscrita por el presidente James Carter.
Pocos años después, sigue relatando Oscar, comenzó la lucha por la liberación de los patriotas vinculados a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) entre los que estaba él. La presión desde Puerto Rico y desde los barrios nuestros en Estados Unidos fue otra vez grande, también con impacto internacional, hasta que el presidente Bill Clinton firmó la excarcelación en 1999.
La lucha siguió por los que quedaban en prisión con el desenlace que ya conocemos. Oscar conoce y aprecia el esfuerzo que en su caso se hizo desde distintas partes del mundo; desde la siempre solidaria Cuba, desde Venezuela y tantos otros lugares, así como la participación importante de figuras religiosas como Desmond Tutu y el Papa Francisco. Pero centraliza el esfuerzo en el pueblo puertorriqueño porque es consciente que si aquí no se hubiese desarrollado la lucha que envolvió a prácticamente toda la sociedad, difícilmente los del exterior se hubiesen movilizados.
“Puerto Rico no olvida a sus presos”, repite y compara su situación con la de los luchadores afro estadounidenses que, a pesar de la fuerza política que sin duda tiene esa comunidad y de la ubicación estratégica en el gobierno y en la economía de muchas de sus figuras, no ha logrado excarcelar a un grupo grande de prisioneros que ahora mismo extinguen condenas superiores a la que él extinguió. Como los tiene presente en sus pensamientos, uno por uno fue nombrando a los dirigentes del Black Panther Party que permanecen en prisión, algunos desde hace más de 45 años, sin perspectiva de que puedan dejar los barrotes atrás como fue su caso. Lo clave para que finalmente se lograra su liberación y para que Barack Obama la firmara estando ya de salida, fue que nuestro pueblo nunca lo olvidó. De ahí su agradecimiento.
De sus tiempos en prisión Oscar recuerda con cariño los años que compartió con Fernando González Llort, uno de los “Cinco héroes” cubanos que cumplieron largas condenas en Estados Unidos, acusados de espionaje por luchar en la Florida contra grupos terroristas que conspiraban contra Cuba. Fernando y Oscar compartieron la misma celda durante cuatro años, de 2008 a 2011. “Fueron mis mejores años en la cárcel”, dice. Por primera vez gastaba sus horas en buena conversación con otro antillano que, como él, llegaba a la prisión por ser fiel a sus ideas revolucionarias.
Nos cuenta que con ayuda de Fernando pudo elaborar un aparato de radio, rudimentario pero efectivo, que les permitía captar las ondas que llegaban desde el entrañable Caribe de donde ambos provenían. Era un aparato construido a partir de uno convencional que, eficientemente alterado y auxiliado por un cable colocado en la reja carcelaria, permitía que voces puertorriqueñas y cubanas llegaran hasta aquella fría prisión del medio oeste estadounidense. Aquel junte antillano terminó abruptamente en 2012 cuando el revolucionario cubano fue trasladado a una prisión ubicada en Arizona. Pero Oscar se quedó con la radio con la que siguió escuchando voces entrañables que llegaban desde Puerto Rico.
Desde el pasado 9 de febrero Oscar ha estado fuera de la celda. Hasta el pasado 17 de mayo estuvo en virtual arresto domiciliario, aunque en la mejor de todas las “prisiones” posibles, el apartamento santurcino de su querida Clarisa. Llegó allí con un grillete electrónico que vigilaba sus movimientos, pero que no le impidió volver a escuchar otra vez el sonar de un coquí y correr al balcón del apartamento en la primera madrugada para ver las estrellas. Ahora que finalmente terminó su condena carcelaria aclara que no sale a la “libertad” sino que solamente ha sido excarcelado. Nadie viviendo en una colonia puede ser libre y él aclara que no lo es ni lo será hasta que la condena de su patria termine.
Como una vez contó sus años un exprisionero de las cárceles franquistas, el poeta Marcos Ana, Oscar tiene 74 años de edad, pero tan sólo 39 de vida. Los otros 35 no los vivió plenamente y, como el poeta español, no puede considerarlos como vividos. Pero sale de prisión con la moral intacta y lo suficientemente saludable para seguir luchando. Preguntado cómo se visualiza aclara que sólo “quiere dar un mensaje de amor” y un aviso “de que se puede”. Desea que en el futuro los puertorriqueños pudiéramos “luchar juntos” en un mismo movimiento o frente que nos permita avanzar hacia la terminación del coloniaje. Durante los años que le quedan, que a juzgar por su cuerpo fibroso serán muchos, estará en la lucha diciéndonos con su ejemplo que sí se puede.
(Con información de Prensa Latina)
Latinoamérica festeja
Puerto Rico: El patriota Oscar López Rivera salió en libertad plena
López había sido privado de libertad por denunciar y reclamar el fin del colonialismo norteamericano en Puerto Rico.
Fue condenado en 1981 y sentenciado a 55 años de prisión acusado por el gobierno estadounidense de ser miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y por supuestos actos de sedición y conspiración para derrocar al Gobierno de EE.UU.
"Desde el Comité de Descolonización: Mañana tiene plena libertad el patriota puertorriqueño Oscar López Rivera luego de 35 años preso en USA", expresó el representante permanente de Venezuela en la Organización de Naciones Unidas, Rafael Ramírez.
Por otra parte, a través de su cuenta oficial en la red social Twitter, informó sobre la instalación con el Primer Ministro Ralph Gonsalves, del Seminario del Caribe de la ONU sobre Descolonización en San Vicente y Las Granadinas.
Óscar López Rivera, nacido en 1943 en Puerto Rico, es un líder independentista de su país natal que fue encarcelado en Estados Unidos(EE.UU.) desde hace 36 años.
López es veterano de la Guerra de Vietnam, en la que fue condecorado por su valor en combate.
Al regresar a Chicago, se integró a la lucha por los derechos del pueblo puertorriqueño y participó en actos de desobediencia civil y militancia pacífica.
En 1976 se integró a la lucha clandestina en favor de la independencia de Puerto Rico como miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. En 1981 fue capturado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) acusado de “conspiración” y por su militancia en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), reseña Telesur en su portal web.
Al momento de su captura, reclamó para su la condición de “Prisionero de Guerra”, amparado en el protocolo primero de la convención de ginebra de 1949. El protocolo de ginebra ampara a Óscar López por ser una persona detenida en conflicto y lucha contra la ocupación colonial.
Estados Unidos no reconoció la exigencia de López Rivera y lo condenó a 55 años de prisión, tras un supuesto intento de fuga, la sentencia aumentó a 70 años de cárcel, 12 de los cuales los purgó ya en aislamiento total.
En diciembre de 2016, la Casa Blanca anunció que no ofrecería una respuesta concreta a las más de 108 mil firmas que pedían a través de internet, la libertad de López Rivera.
El expresidente Barack Obama, concedió el perdón a López Rivera y conmutó su condena a prisión, que expira este miércoles
Familia de Oscar López Rivera cuenta las horas para verlo en su país
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La familia de Oscar López Rivera “no ve la hora” en que sean las 8:00 de la mañana del miércoles para que pueda caminar libremente por la tierra que tanto ama.
Tan pronto el prisionero independentista sea liberado del grillete que le colocaron las autoridades federales y se dé por cumplida su sentencia, López Rivera, de 74 años, tendrá un desayuno privado para compartir con sus familiares y allegados, algunos de los cuales hace mucho tiempo que no ve.
“Cada día que se va acercando la hora cero y el corazoncito mío se agita más. Ya me parece ver salir a Oscar de la casa de Clarisa caminando sin ninguna restricción… Cuando lo vea no sé cómo voy a reaccionar porque es algo que hemos soñado tanto tiempo”, dijo con voz entrecortada Aracelis Lugo López, la sobrina mayor de López Rivera.
“Yo creo que lo primero que él va a decir es ‘llévenme al mar, vamos a caminar’. Es que yo me lo imagino. El mar y las mariposas son temas que él siempre tocaba en la mayoría de sus cartas y en sus pinturas”, sostuvo Lugo López, a quien llamaron Babi cuando la familia residía en Chicago.
“Me imagino que eso le daba tanto sentido de espacio y de libertad. No veo la hora en que sea miércoles”, añadió.
Babi detalló que la familia extendida de Oscar, que reside en San Sebastián -como ella- y en otros puntos de la Isla, está tan deseosa de verlo que se hospedará desde mañana en un hotel en San Juan, para llegar tempranito a la tan esperada cita de López Rivera con la libertad.
“Nos vamos a quedar en un hotel en San Juan para asegurarnos que en la hora cero, estemos allí. Nos citaron temprano y ese momento, tengo que vivirlo completito”, expresó la sobrina, quien le llevará a su tío un café artesanal de Lares. “Como él es bien cafetero, como nosotros, le llevo ese café que sale en un barrilito”, sostuvo.
López Rivera, a quien se considera el último prisionero de la llamada Guerra Fría, ha cumplido 35 años en prisiones estadounidenses.
En 1981 fue arrestado y posteriormente, convicto de conspiración sediciosa por sus vínculos con el grupo clandestino Fuerzas Armadas de Liberación Nacional.
Habrá fiesta también en Pepino
Oscar López Rivera será recibido por su gente, los pepi-nianos, que le darán la bienvenida a su pueblo el sábado, 20 de mayo.Mientras, más adelante, en el verano, será la fiesta en el barrio Aibonito Guerrero, donde nació.
“Mucha gente que no es independentista estuvo en el movimiento de excarcelación. No tengo duda de que el pueblo lo recibirá. Hay gente y familia que hace mucho tiempo que no lo ha visto”, expresó el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez, del Partido Nuevo Progresista.
El pasado 17 de enero, luego de una intensa campaña de excarcelación, que se prolongó por varios años y en la que participaron figuras internacionales, López Rivera fue indultado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Tras haber cumplido 35 años y ocho meses en instituciones carcelarias estadounidenses, el 9 de febrero de este año, López Rivera arribó a suelo borincano para extinguir los últimos 97 días de su condena en arresto domiciliario en la casa de su hija Clarisa. Desde entonces, ha estado bajo la supervisión del Negociado Federal de Prisiones.
Con la agenda llena
17 de mayo: Este miércoles, a partir de las 3:00 p.m., el pueblo podrá compartir con López Rivera en una fiesta pública en la Plaza de la Convalecencia en Río Piedras.18 de mayo: Oscar parte temprano para Chicago parar ser recibido por los boricuas de la Division Street, donde pasó sus años mozos y juventud.
19 de mayo: Regresará a la Isla.
20 de mayo: La bienvenida le toca al pueblo de San Sebastián de Las Vegas del Pepino, que lo vio nacer hace 74 años. Será recibido por el alcalde Javier Jiménez, y familiares y allegados le prepararán un acto de 11:00 a.m. a 2:00 de la tarde en el Sala Municipal, que ubica en el casco del pueblo. En la actividad se espera que López Rivera pronuncie un mensaje.
28 de mayo: López Rivera cerrará la jornada del grupo 36 Mujeres X Oscar, en el Puente Dos Hermanos en San Juan, movimiento que en los pasados cuatro años lideró junto a otros grupos, la campaña de excarcelación del puertorriqueño.
8 de junio: El acto de bienvenida será en el Hostos Community College en Nueva York.
11 de junio: A López Rivera se le dedicará el Desfile Puertorriqueño en Nueva York.
17 de junio: Fungirá como el Gran Mariscal en la Parada Puertorriqueña en Chicago.
(Tomado de Prim
Lo que logró la figura de Oscar López en Puerto Rico ha sido arrollador. Todo el mundo coincide en que no ha habido una causa tan unificadora como la de su excarcelación probablemente desde Vieques. Su capital político es inmenso. Probablemente de las personas más admiradas y respetadas en el país. Qué va a hacer con eso, preguntamos. ¿Dónde pondrá ese capital de resistencia, valentía y dignidad?
Nuestro ex prisionero político contesta y, al final de la entrevista, fuera de récord, lo reitera otra vez, casi en un murmullo, casi por si acaso: "Yo lo único que sé hacer es luchar. Mi compromiso no para hasta el último suspiro".
Entrevista a Oscar López Rivera: "Luchar no puede ser un ejercicio fútil"
era Hora)Especial para Claridad
Por Mari Mari Narváez
17 de enero de 2017.
Mientras muchos de nosotros apenas podíamos concentrarnos en los asuntos cotidianos, pensando obsesivamente en el frágil e infausto destino de Oscar López Rivera, el ex prisionero político pintaba apaciblemente en la prisión de Terre Haute Indiana.
Un guardia penal lo llamó para informarle que tenía una llamada a las 3:30PM. Cuando llegó la hora, Jan Susler, su abogada, le dio la noticia: "Oscar, el presidente Obama acaba de conmutar tu sentencia". López Rivera se quedó tranquilo. "¿Cómo te sientes, Oscar? ¿No estás alegre?", le preguntó Susler. "Me siento igual que ayer, igual que siempre", le contestó él.
Fueron demasiados años preparándose emocionalmente para el peor de los escenarios. Eso tal vez explica por qué no se sintió inmediatamente eufórico con la noticia de su liberación física.
Mientras tanto, en Puerto Rico, nos íbamos enterando poco a poco y por diversidad de medios. Hubo llantos colectivos, abrazos sentidos, miles de mensajes de textos, las redes sociales se volcaban emotivamente con la noticia. Esa noche se celebró por todas partes. Los pleneros se juntaron en varias plazas, en distintos puntos de la ciudad las amistades se encontraban para celebrar. Y Oscar López seguía apacible. Tal vez no se lo creía.
Vino a internalizarlo realmente el día que le abrieron las puertas de la cárcel. Lo primero que lo sorprendió de la libertad fue el tremendo espacio físico que se abría ante él. "El día 9 de febrero, estoy en un salón de espera en la prisión y me dicen 'llegaron'. Clarisa es la primera que sale del carro y nos encontramos pero para mí lo primero fue la cuestión del espacio, porque cuando uno está preso está en un espacio bien limitado, entonces de momento uno empieza a ver espacio sin ninguna limitación, es algo bien liberador. Ellos están hablando, yo los estoy escuchando pero ahora no hay verjas, no hay murallas interviniendo, ahora no hay nada".
Cuando llegó al inmenso aeropuerto de Indianapolis, de nuevo lo sorprendió la holgura extrema de aquel lugar. "Pero ahora venía acompañada de gente, casi nadie hablando sino texteando. Es algo bastante diferente. No estoy acostumbrado a esto".
Su primera noche en San Juan fue recibido por un coro de coquíes santurcinos, seguidos de madrugada por un cantío de gallos. "Son experiencias bien lindas, al día siguiente me levanté bien tempranito, como a las cuatro y cuarto y empiezo a mirar el cielo, había bastante aire fresquecito, miré las estrellas, y de nuevo pues son experiencias bastantes lindas, pues oí coquíes, oí gallos, yo hacía 35 años que no oía un gallo".
Una de las cosas que más lo impresionaron desde el primer día fue el aburguesamiento (gentrification) de los barrios populares de Santurce. "Yo en el clandestinaje viví como cuatro meses entre la San Jorge y la Loíza. Cuando llegué no lo conocía. Cuando me dieron permiso para correr vi la 'gentrificación'. El que no ha vivido la gentrificación no sabe lo dañina que puede ser para el pueblo puertorriqueño. La primera comunidad en Estados Unidos que se gentrificó fue una comunidad boricua en Chicago, Lincoln Park. Ahí nació y se crió Luis Gutiérrez y las hermanas Rodríguez hasta 1969".
El Puerto Rico que recibe a Oscar López Rivera tras una lucha que muchas veces pareció imposible, es posiblemente el Puerto Rico más difícil de la modernidad. Pero Oscar dice que es un hombre que gusta ver el lado bueno de las cosas y rápido contesta que la crisis puertorriqueña tiene elementos positivos. "El tema de la descolonización está mucho más claro que hace diez años".
Y lo de la Junta, "eso venía", dice y, acto seguido, se adentra en un relato ávido y elocuente, evidentemente muy bien estudiado, sobre cómo este desenlace se viene cuajando, calculando, desde los años setenta.
"En el 1971, los billonarios en Estados Unidos decidieron tomar las riendas del poder de una forma diferente", cuenta Oscar. "Decían que había demasiada democracia. Era la época de David Rockefeller. Crearon los think tanks que a su vez crearían las estrategias para proyectarse veinte años hacia el futuro. (El presidente) Reagan desregula la banca y comienzan a nacer los hedgefunds y los procesos (financieros) usureros. Comienzan los payday loans y, simultáneamente, procesos de globalización como NAFTA. Se puede decir que es el neoliberalismo en todo su esplendor. Antes, las familias podían vivir con un solo sueldo. Del 1976 en adelante, con la situación económica comienzan a tener que trabajar todos en la familia, esposa, hijos. Se desmantela el sindicalismo. Los Right to Work Laws eliminan o minimizan dramáticamente los sindicatos. Por otro lado, la delincuencia empieza a aumentar, se da el fenómeno de la vida en el guetto. En 2007 aparece un artículo de John Polson, entonces secretario del Tesoro de George Bush y hedgefunder en Puerto Rico. Hace mucho tiempo aprendí a 'follow the money'. Siempre he seguido el dinero. Apartamentos para la venta en dos millones de dólares, eso no es para puertorriqueños. Todo esto ha sido planificado. No es casualidad".
Para Oscar siempre fue obvio que, en Puerto Rico, "siendo colonia, era donde peor estarían las condiciones. Rosselló (padre) empieza a privatizar", recuerda. "Los Koch Brothers, un club de millonarios, buscaron conformar el poder con legislaturas municipales y estatales bien conservadoras. Por todo Estados Unidos lo hicieron así. Con ese fenómeno comienza la posibilidad de que un Trump llegue al poder. Empezaron temprano y todo fue minuciosamente calculado. Ahora tenemos un presidente cuya política pública es la del racismo. Trump y el racismo en ese país ilustra lo sofisticado del trabajo que hicieron".
Si no se hace nada, el destino de Puerto Rico será el de las reservaciones indígenas en Estados Unidos, dice López Rivera. Ha salido poco pero ya se ha percatado de la proliferación de extranjeros estadounidenses por todas partes, especialmente en pueblos como San Juan, Isabela, Rincón, etc. "O una reservación indígena o un Hawaii, un Alaska..".
Sin embargo, existen condiciones para impedirlo, insiste.
"Es un momento de grandes retos que se puede aprovechar. Viendo el primero de mayo, fue positivo. Hay un entusiasmo por la lucha. Creo que es posible trascender el kioskismo, el protagonismo. Hay un denominador común, que es la descolonización de Puerto Rico. Hace falta armar una carpa amplia donde quepamos todos los que amamos esta patria".
Confiesa que gran parte de su entusiasmo viene, por supuesto, de la lucha estudiantil. "Muy entusiasmado con la lucha de esos estudiantes", dice. "Los estudiantes son el futuro de la patria".
Al señalársele las resonancias de la lucha estudiantil actual con el escenario desesperante y represivo de la época de los 70, cuando él luchaba en Chicago, así como cierto desafío de la legalidad como modo de lucha de algunos grupos aunque muy distintos y menos organizados que entonces, se queda pensativo unos segundos.
"Luchar no puede ser un ejercicio fútil. Cuando uno es joven, come fuego, comete errores y son costosos. A veces se necesita experiencia. Si vamos presos, nos amarran, los sacas de circulación. Y la cárcel puede romper. O puedes salir débil. La lucha tiene que hacerse con cuidado. Depende de cuán bien preparados estemos en ese momento. Cuando veo a (Héctor) Pesquera me preocupa mucho. Esto no es accidental. Tiene acceso a agentes provocadores. Él puede halar a toda una agencia (FBI) con todos sus vicios: matar gente, meter gente presa, reprimir".
Lo que logró la figura de Oscar López en Puerto Rico ha sido arrollador. Todo el mundo coincide en que no ha habido una causa tan unificadora como la de su excarcelación probablemente desde Vieques. Su capital político es inmenso. Probablemente de las personas más admiradas y respetadas en el país. Qué va a hacer con eso, preguntamos. ¿Dónde pondrá ese capital de resistencia, valentía y dignidad?
Nuestro ex prisionero político contesta y, al final de la entrevista, fuera de récord, lo reitera otra vez, casi en un murmullo, casi por si acaso: "Yo lo único que sé hacer es luchar. Mi compromiso no para hasta el último suspiro".
“El pueblo que quiere libertades las coge y no las espera de nadie de gracia y merced” - Ramón Emeterio Betances
Oscar llega repartiendo abrazos
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Por Manuel de J. González
miércoles, 17 de mayo de 2017
Durante el encarcelamiento que se prolongó por 35 años Oscar López Rivera no tuvo muchas oportunidades para repartir abrazos. En aquel ambiente diseñado para el castigo el amor y la hermandad estaban absolutamente racionados, como una manera de castigar. Para alguien como Oscar esa privación debió haber sido uno de sus peores tormentos.
Tal vez por eso ahora, porque tiene tantos abrazos acumulados a lo largo de más de tres décadas de privación, los reparte con prodigalidad. Y no te abraza alguien que, cargando 74 años de edad combinados con 35 de prisión, debiera tener sus carnes flácidas y la barriga fofa. El que tiende sus brazos fuertes es el pequeño cuerpo de un atleta, sólido y fibroso. Abraza con energía, como queriendo trasmitir en unos segundos el cariño pacientemente guardado por tantos años.
Barack Obama dejó para el final de su mandato la orden que le conmutó la sentencia al héroe boricua. Muchos ya habíamos perdido la esperanza al ver que se acercaba el 20 de enero de 2017 sin que llegara la alegría. Oscar, sin embargo, esperaba tranquilo, siguiendo su rutina en prisión con la misma paciencia que antes habían desplegado otros grandes.
¿Por qué te excarcelaron?, le pregunté el sábado en la tarde cuando ya respiraba el aire de Santurce y con la pasmosa tranquilidad de siempre esperaba la llegada del 17 de mayo, día de su excarcelación definitiva. “Porque Puerto Rico nunca olvida a sus presos”, dijo como si decretara una sentencia.
Relató entonces la lucha que se dio en la Isla y entre los boricuas de Estados Unidos que condujo en 1979 a la excarcelación de los patriotas nacionalistas Andrés Figueroa Cordero, Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Oscar Collazo e Irving Flores. Aquella presión, en la que desde Chicago participó activamente el propio Oscar, atrajo la solidaridad mundial que finalmente condujo a la orden de excarcelación suscrita por el presidente James Carter.
Pocos años después, sigue relatando Oscar, comenzó la lucha por la liberación de los patriotas vinculados a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) entre los que estaba él. La presión desde Puerto Rico y desde los barrios nuestros en Estados Unidos fue otra vez grande, también con impacto internacional, hasta que el presidente Bill Clinton firmó la excarcelación en 1999.
La lucha siguió por los que quedaban en prisión con el desenlace que ya conocemos. Oscar conoce y aprecia el esfuerzo que en su caso se hizo desde distintas partes del mundo; desde la siempre solidaria Cuba, desde Venezuela y tantos otros lugares, así como la participación importante de figuras religiosas como Desmond Tutu y el Papa Francisco. Pero centraliza el esfuerzo en el pueblo puertorriqueño porque es consciente que si aquí no se hubiese desarrollado la lucha que envolvió a prácticamente toda la sociedad, difícilmente los del exterior se hubiesen movilizados.
“Puerto Rico no olvida a sus presos”, repite y compara su situación con la de los luchadores afro estadounidenses que, a pesar de la fuerza política que sin duda tiene esa comunidad y de la ubicación estratégica en el gobierno y en la economía de muchas de sus figuras, no ha logrado excarcelar a un grupo grande de prisioneros que ahora mismo extinguen condenas superiores a la que él extinguió. Como los tiene presente en sus pensamientos, uno por uno fue nombrando a los dirigentes del Black Panther Party que permanecen en prisión, algunos desde hace más de 45 años, sin perspectiva de que puedan dejar los barrotes atrás como fue su caso. Lo clave para que finalmente se lograra su liberación y para que Barack Obama la firmara estando ya de salida, fue que nuestro pueblo nunca lo olvidó. De ahí su agradecimiento.
De sus tiempos en prisión Oscar recuerda con cariño los años que compartió con Fernando González Llort, uno de los “Cinco héroes” cubanos que cumplieron largas condenas en Estados Unidos, acusados de espionaje por luchar en la Florida contra grupos terroristas que conspiraban contra Cuba. Fernando y Oscar compartieron la misma celda durante cuatro años, de 2008 a 2011. “Fueron mis mejores años en la cárcel”, dice. Por primera vez gastaba sus horas en buena conversación con otro antillano que, como él, llegaba a la prisión por ser fiel a sus ideas revolucionarias.
Nos cuenta que con ayuda de Fernando pudo elaborar un aparato de radio, rudimentario pero efectivo, que les permitía captar las ondas que llegaban desde el entrañable Caribe de donde ambos provenían. Era un aparato construido a partir de uno convencional que, eficientemente alterado y auxiliado por un cable colocado en la reja carcelaria, permitía que voces puertorriqueñas y cubanas llegaran hasta aquella fría prisión del medio oeste estadounidense. Aquel junte antillano terminó abruptamente en 2012 cuando el revolucionario cubano fue trasladado a una prisión ubicada en Arizona. Pero Oscar se quedó con la radio con la que siguió escuchando voces entrañables que llegaban desde Puerto Rico.
Desde el pasado 9 de febrero Oscar ha estado fuera de la celda. Hasta el pasado 17 de mayo estuvo en virtual arresto domiciliario, aunque en la mejor de todas las “prisiones” posibles, el apartamento santurcino de su querida Clarisa. Llegó allí con un grillete electrónico que vigilaba sus movimientos, pero que no le impidió volver a escuchar otra vez el sonar de un coquí y correr al balcón del apartamento en la primera madrugada para ver las estrellas. Ahora que finalmente terminó su condena carcelaria aclara que no sale a la “libertad” sino que solamente ha sido excarcelado. Nadie viviendo en una colonia puede ser libre y él aclara que no lo es ni lo será hasta que la condena de su patria termine.
Como una vez contó sus años un exprisionero de las cárceles franquistas, el poeta Marcos Ana, Oscar tiene 74 años de edad, pero tan sólo 39 de vida. Los otros 35 no los vivió plenamente y, como el poeta español, no puede considerarlos como vividos. Pero sale de prisión con la moral intacta y lo suficientemente saludable para seguir luchando. Preguntado cómo se visualiza aclara que sólo “quiere dar un mensaje de amor” y un aviso “de que se puede”. Desea que en el futuro los puertorriqueños pudiéramos “luchar juntos” en un mismo movimiento o frente que nos permita avanzar hacia la terminación del coloniaje. Durante los años que le quedan, que a juzgar por su cuerpo fibroso serán muchos, estará en la lucha diciéndonos con su ejemplo que sí se puede.
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