Con
Matías había que ir preparado. O para quedar perplejo por la lucidez y
clarividencia de su análisis o para morir de risa por el ingenioso humor
con que él hacía frente a la misma realidad. Como un auténtico y
honrado intelectual, Matías Funes no podía caer bien a todo mundo, ni
todo mundo podía estar de acuerdo con su manera de ver y analizar la
realidad. Nosotros mismos nos desconcertamos cuando en los aciagos
tiempos del golpe de Estado tomó clara distancia de la posición oficial
de la resistencia.
El
desconcierto se convirtió en respeto y hasta en complicidad cuando
caíamos en la cuenta de que en un ambiente convulsionado y polarizado,
las voces que se desmarcan de cualquiera de los polos de la
conflictividad acaban ocupando un espacio para el necesario debate y
búsqueda. Obviamente no nos referimos a las voces que no son ni fu ni
fa, que quieren meterse en el limbo de la neutralidad inexistente de la
política y de la realidad.
Matías
ni estuvo en el limbo ni repitió ninguna de las posturas de la
polarización, específicamente la que se prestaba a respaldar el golpe de
Estado. Matías Funes se convirtió en una voz crítica independiente,
como un verdadero intelectual acucioso por buscar caminos que abran
alternativas en medio de las confrontaciones.
Matías
fue incómodo. Habiendo pertenecido al partido comunista, se esforzó en
mantener su pensamiento y su lucidez ante la realidad al margen del
fanatismo y la posición sectaria. Se esforzó para que en su análisis se
dejara escuchar la realidad misma, y no solo la repetición de dogmas y
consignas. Finalmente fue expulsado, pero sus detractores tuvieron que
escuchar la palabra firme de aquel político que mantuvo su pensamiento y
su lectura libre de falsas ideologías y de ortodoxias trasnochadas.
Pudo
haberse encerrado en la academia y en sus escritos, siempre lúcidos y
asertivos, pero la política, entendida como servicio, lo perseguía con
su implacable aguijón. En los años noventa lo conocimos fundando, junto a
un grupo de profesionales y académicos a quienes arrastró con su
ejemplo y visión, el partido Unificación Democrática que surgía tras los
acuerdos entre los exiliados de la izquierda y el gobierno hondureño.
Se convirtió en su primer candidato a la presidencia. Ese mismo grupo
decidió seguir a Matías Funes en su retiro cuando ese partido fue
capturado por víboras y tacuacines.
Como
político fue insobornable, como intelectual fue clarividente y como
amigo fue de los que nunca fallan con su frente en alto y su franca
sonrisa para poner humor en los peores ambientes de tensión. Matías
Funes es de esas personas que se quedarán para siempre entre su gente, y
su aporte y sentido de humanidad, en lugar de disminuir y perderse con
el tiempo, crecerán como crece el caudal del río cuando ya se aproxima a
su desembocadura. Sin embargo, su caudal de pasión, humor y lucidez
seguirá creciendo en el mar de nuestras luchas por la verdad y la
justicia. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
Derechos compartidos, citando la fuente | Contáctenos | Misión | Historia | www.radioprogresohn.net
Si no se ha suscrito Nuestra Palabra, envíe un correo electrónico a multimedia@radioprogreso.net con el mensaje de suscripción
No hay comentarios :
Publicar un comentario