jueves, 12 de septiembre de 2013

HONDURAS: Capital transnacional amenaza con eliminar pueblos indígenas en Honduras









San Pedro Sula, Honduras (Conexihon).- El despojo, arrinconamiento e injusticia que cometen empresarios nacionales y extranjeros en contra de las comunidades indígenas y no indígenas además de generar un sentimiento de impotencia, fatalismo y desesperanza en la población, podría llevar a una situación de violencia parecida a la que se desató tras el golpe de estado en junio de 2009.
Lo anterior lo manifestó a Conexihon, Faustino Martínez, psicólogo del Programa de Salud Mental, del centro de Salud Miguel Paz Barahona de San Pedro Sula, al norte de Honduras. Martínez añade que «la voracidad del capitalismo es tal  que en el caso de  los pueblos originarios, por estar en zonas con riqueza natural, podrían desaparecer física y culturalmente, como sucedió en su momento en Los Estados Unidos».

A su criterio, la presencia de las transnacionales en las comunidades referidas tiene  que ver con las razones políticas y económicas que impulsa el modelo neoliberal cuya dinámica es expropiar de los recursos y riquezas a los pueblos autóctonos, para generar acumulación de capital.
Tolupanes, lencas, garífunas
A criterio del profesor universitario, en el caso específico del pueblo Tolupan, el despojo que es objeto actualmente y que ya se cobró la vida de varios de sus dirigentes, tiene matices ancestrales, “ellos  eran los dueños de la tierra  hasta que apareció la conquista española, la propiedad privada y el Estado”.
«Estas variables condujeron a que se reubicaran en las laderas y en lugares reducidos donde ni si quieran pueden sembrar para alimentarse, pero aun así, los ladinos, los políticos y los empresarios los expulsan al grado que ellos han tenido que ir buscando adonde vivir», ilustró Martínez. 
«El problema que se nos viene, -subrayó- es el desarraigo histórico, la pérdida de la lengua, la identidad  y el territorio porque no solo se trata de un apellido o un yo, sino de un espacio que les permita no  desaparecer como pueblo en todo sentido».
Explicó que el sentimiento de soledad y abandono en estas personas es elevado, pues «no hay quien los defienda», por lo que deberían vincularse con los movimientos que tienen similares problemas como es el caso del Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, Copinh, quien cuenta con una estructura de organización comunal y de mancomunidad con formación política. 
Superar el menosprecio
«No deben atenerse al Estado porque es aliado de la transnacionales y sería como darle la comida al gato. En condición de comunidades dueñas de su destino deben apostar por un proceso organizativo, de formación política y de  movilización porque está en juego su vida». 

«Para poder sobrevivir y superar esta situación de menosprecio y ser vistos como un objeto o cosa por las clases dominantes, tienen organizarse, recomendó Martínez quien lleva al menos 30 años de estar vinculado al movimiento social hondureño».
El ciudadano tras el despojo
Al preguntarle sobre el tipo de ciudadano que se construye tras este panorama de  despojo, respondió que el problema es de orden cultural y político porque los recursos están concentrados en pocas manos mientras que el resto de la población, un 90 por ciento, está desprovisto de todos sus derechos.
«Mucha gente pierde el sentido de nación y patria y se le fortalece el sentimiento de abandonar el país, no es raro para mí ver gente que insiste en marcharse a los Estados Unidos  a pesar que se descarrilan trenes y ocurran una serie de incidentes».
Recordó que recientemente les consultó a sus estudiantes, sobre si les gustaría irse Estados Unidos, si no se les prohibieran y la mayoría levantó la mano. Las razones que dieron son por falta de trabajo, seguridad, y  condiciones dignas para vivir.
Desde el punto de vista psicológico la situación de menosprecio a que se le somete a las y los hondureños, los lleva a ser extraños o extranjeros en su propia tierra, porque son pocos los que tienen los privilegios para vivir bien. 
El Estado

Sobre la responsabilidades del Estado en torno a esta problemática que sufren los pueblos, Martínez indicó que se supone que este nació para satisfacer las necesidades de la sociedad, al menos esto se nos dijo desde la escuela y lo repiten  los medios corporativos,  que este país es de todos, pero en la práctica no es así.  
«El Estado tiene una conducta que solo le permite ver a la  gente con fines electorales dando como resultado que en el país no se construya un plan o el futuro desde la incorporación del pueblo. Los que dirigen el Estado no pueden entender que ser pobre es estar empezando todos los días y que ahora, sin sus recursos naturales, no sabe qué va a pasar mañana, si va a comer o no».
«Este contexto adverso genera pesimismo y eso puede convertirse en algún momento en situaciones como la que se dio en el golpe de estado, bastó la expulsión del ex presidente Zelaya Rosales y se armó… por causa de  toda la acumulación de injusticia, resentimiento en la población», advirtió el experto.
De ahí que no le resulte extraño que el Estado se arme  de todo, ejercito, policía y policía militar entidades estas que no son para proteger a la gente sino prevenirse ante el miedo que les provoca saber que  la población podría  reaccionar  ante tanta medida injusta.
Las declaraciones del psicólogo Faustino Martínez, se producen en el momento en que la dirigencia de varias comunidades, algunas con presencia indígena,  de los departamentos de Atlántida, Colón, Yoro y Santa Bárbara, libran una batalla en contra de los dueños de empresas transnacionales por suponerles responsables de quererse apropiar de sus recursos más preciados como el agua, el bosque y su tierra.

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