Escrito por Israel Cruz en
Lo anterior lo manifestó a Conexihon,
Faustino Martínez, psicólogo del Programa de Salud Mental, del centro de
Salud Miguel Paz Barahona de San Pedro Sula, al norte de Honduras.
Martínez añade que «la voracidad del capitalismo es tal que en el caso
de los pueblos originarios, por estar en zonas con riqueza natural,
podrían desaparecer física y culturalmente, como sucedió en su momento
en Los Estados Unidos».
A su criterio, la presencia de las
transnacionales en las comunidades referidas tiene que ver con las
razones políticas y económicas que impulsa el modelo neoliberal cuya
dinámica es expropiar de los recursos y riquezas a los pueblos
autóctonos, para generar acumulación de capital.
Tolupanes, lencas, garífunas
A criterio del profesor universitario,
en el caso específico del pueblo Tolupan, el despojo que es objeto
actualmente y que ya se cobró la vida de varios de sus dirigentes, tiene
matices ancestrales, “ellos eran los dueños de la tierra hasta que
apareció la conquista española, la propiedad privada y el Estado”.
«Estas variables condujeron a que se
reubicaran en las laderas y en lugares reducidos donde ni si quieran
pueden sembrar para alimentarse, pero aun así, los ladinos, los
políticos y los empresarios los expulsan al grado que ellos han tenido
que ir buscando adonde vivir», ilustró Martínez.
«El problema que se nos viene,
-subrayó- es el desarraigo histórico, la pérdida de la lengua, la
identidad y el territorio porque no solo se trata de un apellido o un
yo, sino de un espacio que les permita no desaparecer como pueblo en
todo sentido».
Explicó que el sentimiento de soledad y
abandono en estas personas es elevado, pues «no hay quien los
defienda», por lo que deberían vincularse con los movimientos que tienen
similares problemas como es el caso del Consejo de Organizaciones
Populares e Indígenas de Honduras, Copinh, quien cuenta con una
estructura de organización comunal y de mancomunidad con formación
política.
Superar el menosprecio
«No deben atenerse al Estado porque es
aliado de la transnacionales y sería como darle la comida al gato. En
condición de comunidades dueñas de su destino deben apostar por un
proceso organizativo, de formación política y de movilización porque
está en juego su vida».
«Para
poder sobrevivir y superar esta situación de menosprecio y ser vistos
como un objeto o cosa por las clases dominantes, tienen organizarse,
recomendó Martínez quien lleva al menos 30 años de estar vinculado al
movimiento social hondureño».
El ciudadano tras el despojo
Al preguntarle sobre el tipo de
ciudadano que se construye tras este panorama de despojo, respondió que
el problema es de orden cultural y político porque los recursos están
concentrados en pocas manos mientras que el resto de la población, un 90
por ciento, está desprovisto de todos sus derechos.
«Mucha gente pierde el sentido de
nación y patria y se le fortalece el sentimiento de abandonar el país,
no es raro para mí ver gente que insiste en marcharse a los Estados
Unidos a pesar que se descarrilan trenes y ocurran una serie de
incidentes».
Recordó que recientemente les consultó
a sus estudiantes, sobre si les gustaría irse Estados Unidos, si no se
les prohibieran y la mayoría levantó la mano. Las razones que dieron son
por falta de trabajo, seguridad, y condiciones dignas para vivir.
Desde el punto de vista psicológico la
situación de menosprecio a que se le somete a las y los hondureños, los
lleva a ser extraños o extranjeros en su propia tierra, porque son
pocos los que tienen los privilegios para vivir bien.
El Estado
Sobre
la responsabilidades del Estado en torno a esta problemática que sufren
los pueblos, Martínez indicó que se supone que este nació para
satisfacer las necesidades de la sociedad, al menos esto se nos dijo
desde la escuela y lo repiten los medios corporativos, que este país
es de todos, pero en la práctica no es así.
«El Estado tiene una conducta que solo
le permite ver a la gente con fines electorales dando como resultado
que en el país no se construya un plan o el futuro desde la
incorporación del pueblo. Los que dirigen el Estado no pueden entender
que ser pobre es estar empezando todos los días y que ahora, sin sus
recursos naturales, no sabe qué va a pasar mañana, si va a comer o no».
«Este contexto adverso genera
pesimismo y eso puede convertirse en algún momento en situaciones como
la que se dio en el golpe de estado, bastó la expulsión del ex
presidente Zelaya Rosales y se armó… por causa de toda la acumulación
de injusticia, resentimiento en la población», advirtió el experto.
De ahí que no le resulte extraño que
el Estado se arme de todo, ejercito, policía y policía militar
entidades estas que no son para proteger a la gente sino prevenirse ante
el miedo que les provoca saber que la población podría reaccionar
ante tanta medida injusta.
Las declaraciones del psicólogo
Faustino Martínez, se producen en el momento en que la dirigencia de
varias comunidades, algunas con presencia indígena, de los
departamentos de Atlántida, Colón, Yoro y Santa Bárbara, libran una
batalla en contra de los dueños de empresas transnacionales por
suponerles responsables de quererse apropiar de sus recursos más
preciados como el agua, el bosque y su tierra.
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