Galel Cárdenas
El
golpe de Estado del año 2009, fraguado en el Departamento de Estado
norteamericano fue concebido con fines de destrucción de las masas organizadas que luchan por la redención social; y fue implementado para levantar una muralla de
contención represiva, acompañada por todo
el instrumental posible ante una inevitable revolución pacífica.
Todos
los movimientos de la América del Sur en plena efervescencia en los últimos
cinco años de la primera década del siglo nuevo, fueron dando el salto cualitativo desde la
dependencia y el sometimiento, a la liberación integral mediante el camino de
las elecciones como vía y método de lucha contra el sistema de injusticia social de las élites y del imperio en toda la
región suramericana.
Bien
lo ha declarado de manera fresca y tajante, doña Bertha Oliva, el Golpe de
Estado sigue en pie como un mandato imperial, hipótesis que hemos descrito
muchas veces en nuestros trabajos de interpretación política.
Esos
planes de demolición estructural de la sociedad equitativa devienen desde el fascismo alemán de la
segunda guerra mundial, quien usó todo el aparato policial, militar y de inteligencia para perseguir los partidos
socialistas y las organizaciones de igual ideología que habían configurado en
ese país europeo, un frente amplio en derredor de un proyecto político
democrático popular.
Estados
Unidos, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, adquirió los cuadros más
experimentados en estas lides de exterminio político y utilizó herramientas,
métodos de espionaje para domesticar los movimientos sociales latinoamericanos
y del mundo entero, mismo que ahora aplica indistintamente en todas las
regiones del mundo
Todas
las dictaduras del siglo XX siguieron un mismo patrón, un mismo método, una
misma ideología tendiente a la aniquilación y la eliminación de cualquier foco
político organizado en grandes masas que propusiera un modelo político anti
capitalista y anti fascista. Las dictaduras dieron cuenta de miles de hombres
dirigentes, activistas, militantes, simpatizantes y amigos de una revolución
socialista en toda la América Latina.
Estos
planes de exterminio fueron usados en toda Centroamérica, Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, Bolivia mediante la instauración de dictaduras militares fascistas,
dirigidas por el Departamento de Estado, el Pentágono y las embajadas
norteamericanas en cada uno de los
países mencionados.
Los
más conocidos planes fueron: el Plan Cóndor y el Plan Colombia. Del Plan Cóndor
dice Wikipedia al respecto:
“La Operación Cóndor o Plan Cóndor es el nombre con que se
conoce el plan de coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América —Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador, [, ]
con la CIA de los Estados
Unidos, llevada a cabo en las
décadas de 1970 y 1980.
Esta coordinación se tradujo en el
seguimiento, vigilancia, detención,
interrogatorios con tortura,
traslados entre países y desaparición o muerte de personas consideradas por dichos regímenes
como 'subversivas del
orden instaurado o contrarias al pensamiento político o ideológico opuesto, o
no compatible con las dictaduras militares de la región.
El Plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional
para la práctica del terrorismo
de Estado que instrumentó el
asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las
mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda
política”.
Mientras tanto el Plan Colombia se ha diseñado de distinta forma pero con igual contenido, fue concebido del siguiente
modo:
Aparentemente,
y sólo para engañar ingenuos, el Plan Colombia se presentó como un diseño
político, económico y militar que conducía a la paz y para combatir el
narcotráfico colombiano.
De
acuerdo con los analistas políticos progresistas colombianos realmente el Plan
Colombia es una arquitectura de guerra, con el cual Estados Unidos interviene
este país y toda la región del entorno.
Es un proyecto de conquista económica de América Latina, se concibió
paralelamente al Plan Puebla Panamá, como espacios en donde la Cía había quebrado
militarmente la guerrilla guatemalteca, utilizando como lo hace ahora el
paramilitarismo y por lo cual algunos presidentes guatemaltecos ha sido
acusados de genocidio, tal como es el caso del general Ríos Montt y el actual
presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina.
Mediante
estos planes la Cía y los gobiernos latinoamericanos pro imperiales han
desarrollado planes de guerra paramilitar para acometer a los movimientos sociales que buscan una
alternativa de poder popular y democracia.
Estas
estrategias paramilitares dictatoriales han dejado impresionantes cifras de
asesinatos, por ejemplo en Guatemala, desde la post Guerra Mundial dejó como
resultado 200 mil muertos, 75 mil en El salvador y 50 mil en Nicaragua, en
Colombia dejó 3. 5 millones de desplazados debido al incremento de la guerra
sucia en las zonas rurales.
El
golpe de Estado de Honduras, del 28 de junio de 2009, fue la extensión de todos
los planes practicados en Latinoamérica para erradicar los movimientos sociales
proclives a un nueva democracia, que hoy se conoce como socialismo democrático
y que, por la vía electoral, se han configurado los movimientos constituyentistas
de Venezuela, Ecuador, Bolivia, y ahora
según se prevé siguen Chile y Brasil, de
acuerdo con la tendencia de los movimientos sociales populares de los últimos
meses.
Los
asesinatos pertenecientes al estado terrorista que impulsó la Cía en todo el
continente se ha venido practicando en el país, y la muerte es ahora un acto
cotidiano que no sorprende, se ha convertido en una especie de dato trágico que
se escucha o lee sin provocar ya una reacción de asombro y protesta.
De
acuerdo con doña Bertha Oliva, Honduras durante los últimos cuatro años ha
proseguido una línea de aniquilación de los dirigentes medios y de base del
movimiento popular campesino, magisterial y partidario del FNRP y de LIBRE.
Pero,
no solamente se deben contemplar los factores de eliminación física de los
ciudadanos beligerantes, sino además de la sustitución del modelo democrático
tradicional que ha resultado un completo fracaso —aunque para el pueblo ha sido una
frustración, para las élites ha sido una plusvalía— por retrasado e ineficiente ante las
expectativas del neoliberalismo actual, iniciado por Rafael Callejas presidente
de Honduras entre 1990 y 1994 y perteneciente a la tendencia de los Chicagos
Boys norteamericanos.
El
antiguo régimen liberal de la social democracia consolidada como pensamiento en el país a través de la Fundación Naumann constituyó
un estorbo para el desarrollo del comercio de las transnacionales en Honduras y
sus planes de apoderamiento territorial del país, mediante diversas proyectos
como las ciudades modelos, las compañías mineras, las transnacionales qué se
han apoderado de las cuencas de los recursos hídricos, etc., representan parte
de la eliminación institucional del Estado Liberal, cuyos restos han sido
sustituidos por un agresivo modelo de desmontaje de la vieja democracia
representativa que se practicó entre
1980 y 2009.
El
golpe de Estado del año 2009 no es entonces solamente un acto político
económico elitista tradicional, con apoyo de las Fuerzas Armadas
como protagonistas ejecutores del mismo, si no la aplicación de un modelo
neoliberal dictatorial sin precedentes en la nación hondureña.
El
gobierno de Porfirio Lobo es la continuidad del Golpe de Estado del régimen tiránico
de Roberto Micheletti, quien a cambio
—este último— de asumir el poder
general por la vía militar, puso en
manos del neoliberalismo norteamericano y de la política del Departamento de
Estado contra los gobiernos democráticos participativos, todas las puertas y
ventanas de la nación hondureña, a costa de la pauperización de la clases
sociales más deprimidas.
Ha
sido un desmontaje en todos los órdenes de la vía estructural estatal del país:
educación, finanzas, política monetaria, reforma agraria, macro economía y
microeconomía, código del trabajo, salud, educación, en fin,
casi no hay un rubro del eje estatal
hondureño que no haya sido perjudicado por las emisiones de leyes
antipatriotas del presente gobierno moribundo.
Todo
ello ha dado como resultado la emisión de leyes contra el estado beneficiario
de los 20 últimos años del siglo pasado.
En
el fondo ideológico, político y militar se trata de aniquilar el viejo régimen
liberal de la social democracia y sustituirlo por el régimen neoliberal
fascista actual, a costa de sangre, persecución y muerte de las fuerzas
populares del país.
Todos
los mecanismos jurídicos y represivos a
la mano han sido usados para des estructurar todo el andamiaje de un viejo Estado
beneficiario proclive al pueblo, mismo que fue impulsado después de la gran
huelga del año de 1954.
De
este Estado quedan pocas estructuras en pie; el golpe de Estado del 2009 y sus continuadores han dado cuenta de él.
La
liquidación de este antiguo régimen ha sido el motor, objetivo e
inspiración constante de los últimos
cuatro años del gobierno de Micheletti y
Lobo.
Toda
aquella institucionalidad estatal ha sido casi borrada del mapa, las
consecuencias inmediatas han sido el caos financiero del Estado, el
endeudamiento interno y externo sin precedentes, la debilitación acelerada de
la soberanía territorial, el empobrecimiento precipitado del pueblo, la
hambruna nacional, la poca productividad agrícola y ganadera, la
descompensación financiera de la economía doméstica, la falta del circulante
básico para la sobrevivencia familiar, el desempleo galopante, el aumento de la
criminalidad, el empoderamiento del crimen organizado y del narcotráfico de
grandes porciones del territorio hondureño, la corrupción más escandalosa
posible, el desmoronamiento moral del gobierno, la inseguridad ciudadana
vertiginosa, en fin, entre tanto, contrario sensu, las élites del poder fáctico
y mediático han logrado subir muchos escalones en la medición de los nuevos
ricos a nivel internacional, las élites
gozan de todas las prebendas posibles, los partidos tradicionales son cómplices
del desmantelamiento del Estado beneficiario de las mayorías, los militares han
copado amplios espacios institucionales, los nuevos grupos económicos han copado todo negocio
gubernamental bajo la oscura capa de la descomposición ética, los medios de
comunicación se han convertido en corifeos de la compraventa territorial
nacional y de los desmanes dictatoriales del gobierno porfirista-hernandista,
etc.
Podemos
entonces concluir que el golpe de Estado del año 2009 ha constituido la más
catastrófica política de gobernanza que se haya experimentado en el país, nada
queda en pie de aquellas viejas conquistas derivadas de la huelga del 1954.
La
institucionalidad de la antañona democracia representativa con rasgos de
humanismo liberal ha sido sencillamente
suprimida para sustituirla por el modelo anti humanista, represivo y descarnado
del neoliberalismo frío, verdugo de las masas misérrimas, capaz de usar todo
instrumento de explotación y muerte posible, para lograr exprimir los recursos
naturales, humanos y políticos que
configuran la riqueza nacional identitaria y soberana.
Sobre
el anochecer espantoso y terrorífico que vive el pueblo hondureño, con
sufrimiento, desconsuelo y pesadumbre, se cierne un piélago de cerradas
tormentas impías, donde los seres humanos a duras penas caminan en pie, rogando
a Dios que un nuevo amanecer, sobre la madrugada
agreste, al fin, haga brillar el sol de la
redención social para evitar la inanición
extenuante de la nada que el abismo señala como punto final de una época de maledicencia
moral del modelo más deprimente del capitalismo neoliberal horrendamente injusto
y lapidario, que el pueblo hondureño haya conocido.
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