Una gigantesca
manifestación pide el fin de la dispersión de los presos abertzales y la
puesta en libertad de aquellos que se encuentran gravemente enfermos.
"Queremos que esta imagen llegue hasta el último despacho de Madrid y
París", destacan
BILBAO.- Gentzane Callejo habría preferido no tener
que coger nunca esta pancarta.
Cuando el reloj bordeaba las 17.30, esta donostiarra de 69 años ayudó a desplegar un cartel de varios metros, en el que aparecía impreso un mensaje rotundo: "Derechos Humanos, Resolución, Paz. Presos vascos a Euskal Herria". Ella estaba allí para denunciar que su sobrino, el preso de ETA Jagoba Codó, sigue en la cárcel a pesar de sufrir espondilitis anquilosante. Sin delitos de sangre en su expediente y con las tres cuartas partes de condena cumplida, este recluso cumple con los requisitos legales para salir de prisión. Sin embargo, a la misma hora en que su tía y varias miles de personas se situaban detrás de la pancarta en Bilbao, él seguía en la cárcel de Castellón, a 500 kilómetros de su familia.
La movilización celebrada este sábado buscaba hacer visibles estas situaciones, calificadas por sus organizadores –la plataforma Sare (Red)- como claros ejemplos de la “política de venganza” que mantiene el gobierno del PP en materia carcelaria. Algunos días antes, ese mismo colectivo había presentado un informe que sustentaba tales acusaciones: a pesar del fin de la violencia de ETA, el Ejecutivo de Rajoy –y, en menor medida, el de Francois Hollande- mantiene a la mayoría de sus presos dispersados y alejados de sus lugares de residencia.
De los 351 presos del colectivo EPPK, apenas dos están en cárceles vascas
Este sábado, los familiares de los reclusos de ETA y de otras organizaciones de la izquierda abertzale marcharon juntos, detrás de la pancarta. Era fácil identificarles: llevaban atado al cuello el pañuelo blanco que simboliza las reivindicaciones de Etxerat (“A casa”), la asociación en la que están agrupados. “Este es el único fin de semana del año en el que nuestros familiares no recibirán visitas: hoy estamos aquí, en Bilbao, para recibir el apoyo y la solidaridad que nos ofrece la ciudadanía vasca”, afirmó a Público Urtzi Errazkin, portavoz de Etxerat.
El acto comenzó con retraso debido a un accidente que se había registrado a la entrada de Bilbao, lo que provocó que los autobuses provenientes de distintas localidades vascas no consiguiesen llegar a la hora prevista. A medida que la manifestación avanzaba por las calles de Bilbao, los familiares recibían aplausos por parte de las personas que esperaban para sumarse en las aceras. Entonces hubo gritos contra la dispersión y a favor del acercamiento. También se pidió la libertad de los presos enfermos que siguen encarcelados. “No pedimos nada que no esté en la ley española”, resumió Callejo.
El pasado miércoles, esta mujer formó parte de la delegación de Etxerat que visitó la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, donde mantuvieron contactos con distintos europarlamentarios. El objetivo era similar al de la movilización de este sábado: denunciar la actitud “inmovilista” del gobierno español en el ámbito penitenciario.
Junto a ella, también en la pancarta, estaban otras caras representativas de los años de sufrimiento. Una de ellas era Rosa Rodero, viuda del sargento de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA en 1993. La otra era Edurne Brouard, hija del ex parlamentario de HB Santi Brouard, víctima del GAL. En la cabecera de la manifestación las acompañaban dos ex presos, Mertxe Galdos y Juan Mari Olano, así como algunos rostros muy conocidos del mundo de la cultura vasca."Queremos que está imagen llegue hasta el último de los despachos de Madrid y París", afirmó durante la manifestación el portavoz de Sare y ex consejero de Justicia del Gobierno Vasco, Joseba Azkarraga.
Presencias y ausencias
Los dirigentes políticos y sindicales que apoyaban la movilización iban por detrás. Entre ellos se encontraba la plana mayor de EH Bildu, así como la secretaria general de Podemos Euskadi, Nagua Alba. Algunas horas antes de que Bilbao se colapsara, el número dos de la formación morada, Iñigo Errejón, había mostrado su adhesión a través de Twitter. “Todos los derechos para todas las personas. Ya no hay excusas. Bilboko kaleak betetzera. Nik #SalatzenDut” (A llenar las calles de Bilbao. #YoDenuncio), escribió el dirigente Podemos, haciendo alusión al lema principal –tanto en las calles como en las redes- de este acto. En efecto, el hashtag #SalatzenDut fue uno de los más empleados durante este sábado por los usuarios de Twitter.
El multitudinario acto de Bilbao también ha contado con el respaldo de otro de los rostros más conocidos del partido de los circulos, Juan Carlos Monedero. "¿Qué hace el 81% de los presos vascos a más de 500 kilómetros de Euskadi? ¿A quién beneficia esto? Para la paz, haga cada cual su parte", afirmó el cofundador de Podemos en Twitter.
Mientras estos mensajes circulaban a gran velocidad por las redes sociales, dos representantes políticos catalanes se presentaban en el parque de La Casilla (punto de salida de la manifestación) para hacer público su apoyo. Uno de ellos era el diputado de ERC Eduardo Reyes, quien declaró que "el Estado español no debe seguir con su política de venganza".
El siguiente en hablar fue Juanma Rojas, integrante del Secretariado Nacional de la CUP. "La vulneración de derechos humanos es un componente más de la demofobia que tiene el Estado español", indicó.
Por su parte, tanto el Gobierno Vasco como los dos partidos que lo sustentan –PNV y PSE- decidieron no concurrir a esta cita. Tampoco hubo representantes de Ezker Anitza (filial vasca de IU) ni de Equo. Ambas formaciones –actualmente integradas en la coalición Elkarrekin Podemos- emitieron sendos comunicados en los que, si bien mostraban su desacuerdo con la política penitenciaria del PP, también exigían “la autocrítica y el deber de reparación por parte de quienes ejercieron la violencia y de quienes les apoyaron en ese lamentable camino”.
¿La última?
Mientras los asistentes mantenían levantados los dedos de cartón con el lema “Yo denuncio”, Alias y Aizpurua se dirigieron aquellos que “mantienen actitudes basadas en la venganza” y que “apuestan por una lógica perversa de vencedores y vencidos”. También transmitieron un deseo que es, al mismo tiempo, un objetivo: conseguir que esta sea la última marcha contra las vulneraciones de derechos humanos en las cárceles.
Cuando el reloj bordeaba las 17.30, esta donostiarra de 69 años ayudó a desplegar un cartel de varios metros, en el que aparecía impreso un mensaje rotundo: "Derechos Humanos, Resolución, Paz. Presos vascos a Euskal Herria". Ella estaba allí para denunciar que su sobrino, el preso de ETA Jagoba Codó, sigue en la cárcel a pesar de sufrir espondilitis anquilosante. Sin delitos de sangre en su expediente y con las tres cuartas partes de condena cumplida, este recluso cumple con los requisitos legales para salir de prisión. Sin embargo, a la misma hora en que su tía y varias miles de personas se situaban detrás de la pancarta en Bilbao, él seguía en la cárcel de Castellón, a 500 kilómetros de su familia.
La movilización celebrada este sábado buscaba hacer visibles estas situaciones, calificadas por sus organizadores –la plataforma Sare (Red)- como claros ejemplos de la “política de venganza” que mantiene el gobierno del PP en materia carcelaria. Algunos días antes, ese mismo colectivo había presentado un informe que sustentaba tales acusaciones: a pesar del fin de la violencia de ETA, el Ejecutivo de Rajoy –y, en menor medida, el de Francois Hollande- mantiene a la mayoría de sus presos dispersados y alejados de sus lugares de residencia.
De los 351 presos del colectivo EPPK, apenas dos están en cárceles vascas
Los números no dejan margen de duda. De los 351 reclusos
que hoy están integrados en el EPPK (Colectivo de Presos Políticos
Vascos, por sus siglas en euskera), apenas dos se encuentran en cárceles
vascas. Todos ellos han seguido los cauces legales para cumplir sus
penas en prisiones cercanas a sus hogares, pero Instituciones
Penitenciarias –que depende directamente del gobierno- desechó todas y
cada una de las peticiones.
Este sábado, los familiares de los reclusos de ETA y de otras organizaciones de la izquierda abertzale marcharon juntos, detrás de la pancarta. Era fácil identificarles: llevaban atado al cuello el pañuelo blanco que simboliza las reivindicaciones de Etxerat (“A casa”), la asociación en la que están agrupados. “Este es el único fin de semana del año en el que nuestros familiares no recibirán visitas: hoy estamos aquí, en Bilbao, para recibir el apoyo y la solidaridad que nos ofrece la ciudadanía vasca”, afirmó a Público Urtzi Errazkin, portavoz de Etxerat.
“No pedimos nada que no esté en la ley española”
El acto comenzó con retraso debido a un accidente que se había registrado a la entrada de Bilbao, lo que provocó que los autobuses provenientes de distintas localidades vascas no consiguiesen llegar a la hora prevista. A medida que la manifestación avanzaba por las calles de Bilbao, los familiares recibían aplausos por parte de las personas que esperaban para sumarse en las aceras. Entonces hubo gritos contra la dispersión y a favor del acercamiento. También se pidió la libertad de los presos enfermos que siguen encarcelados. “No pedimos nada que no esté en la ley española”, resumió Callejo.
El pasado miércoles, esta mujer formó parte de la delegación de Etxerat que visitó la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, donde mantuvieron contactos con distintos europarlamentarios. El objetivo era similar al de la movilización de este sábado: denunciar la actitud “inmovilista” del gobierno español en el ámbito penitenciario.
La familiar del preso Jagoba Codó subrayó que “cinco años
después de que ETA abandonase la lucha armada”, el Ejecutivo del PP “ha
endurecido la política penitenciaria, algo que solo puede entenderse
como una venganza”. “Por eso mismo, hoy pedimos ayuda para que, entre
todos, hagamos ver al Estado español que no se puede mantener esta
situación”, afirmó Callejo.
Junto a ella, también en la pancarta, estaban otras caras representativas de los años de sufrimiento. Una de ellas era Rosa Rodero, viuda del sargento de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea, asesinado por ETA en 1993. La otra era Edurne Brouard, hija del ex parlamentario de HB Santi Brouard, víctima del GAL. En la cabecera de la manifestación las acompañaban dos ex presos, Mertxe Galdos y Juan Mari Olano, así como algunos rostros muy conocidos del mundo de la cultura vasca."Queremos que está imagen llegue hasta el último de los despachos de Madrid y París", afirmó durante la manifestación el portavoz de Sare y ex consejero de Justicia del Gobierno Vasco, Joseba Azkarraga.
Presencias y ausencias
Los dirigentes políticos y sindicales que apoyaban la movilización iban por detrás. Entre ellos se encontraba la plana mayor de EH Bildu, así como la secretaria general de Podemos Euskadi, Nagua Alba. Algunas horas antes de que Bilbao se colapsara, el número dos de la formación morada, Iñigo Errejón, había mostrado su adhesión a través de Twitter. “Todos los derechos para todas las personas. Ya no hay excusas. Bilboko kaleak betetzera. Nik #SalatzenDut” (A llenar las calles de Bilbao. #YoDenuncio), escribió el dirigente Podemos, haciendo alusión al lema principal –tanto en las calles como en las redes- de este acto. En efecto, el hashtag #SalatzenDut fue uno de los más empleados durante este sábado por los usuarios de Twitter.
El multitudinario acto de Bilbao también ha contado con el respaldo de otro de los rostros más conocidos del partido de los circulos, Juan Carlos Monedero. "¿Qué hace el 81% de los presos vascos a más de 500 kilómetros de Euskadi? ¿A quién beneficia esto? Para la paz, haga cada cual su parte", afirmó el cofundador de Podemos en Twitter.
¿Qué hace el 81% de los presos vascos a más de 500
kilómetros de Euskadi? ¿A quién beneficia esto? Para la paz, haga cada
cual su parte.
Mientras estos mensajes circulaban a gran velocidad por las redes sociales, dos representantes políticos catalanes se presentaban en el parque de La Casilla (punto de salida de la manifestación) para hacer público su apoyo. Uno de ellos era el diputado de ERC Eduardo Reyes, quien declaró que "el Estado español no debe seguir con su política de venganza".
El siguiente en hablar fue Juanma Rojas, integrante del Secretariado Nacional de la CUP. "La vulneración de derechos humanos es un componente más de la demofobia que tiene el Estado español", indicó.
Por su parte, tanto el Gobierno Vasco como los dos partidos que lo sustentan –PNV y PSE- decidieron no concurrir a esta cita. Tampoco hubo representantes de Ezker Anitza (filial vasca de IU) ni de Equo. Ambas formaciones –actualmente integradas en la coalición Elkarrekin Podemos- emitieron sendos comunicados en los que, si bien mostraban su desacuerdo con la política penitenciaria del PP, también exigían “la autocrítica y el deber de reparación por parte de quienes ejercieron la violencia y de quienes les apoyaron en ese lamentable camino”.
¿La última?
La manifestación concluyó en las escalinatas del
ayuntamiento de Bilbao, donde los presentadores de televisión Nerea
Alias y Andoni Aizpurua se encargaron de dar a conocer la declaración
final. “Denunciamos a esa parte de la justicia que ha hecho saltar por los aires la necesaria división de poderes en ese Estado español que se dice democrático”, afirmaron.
Mientras los asistentes mantenían levantados los dedos de cartón con el lema “Yo denuncio”, Alias y Aizpurua se dirigieron aquellos que “mantienen actitudes basadas en la venganza” y que “apuestan por una lógica perversa de vencedores y vencidos”. También transmitieron un deseo que es, al mismo tiempo, un objetivo: conseguir que esta sea la última marcha contra las vulneraciones de derechos humanos en las cárceles.
78.000 personas, según el recuento habitual de GARA, han hecho frente a las inclemencias del tiempo y han abarrotado un año más las calles de Bilbo en una multitudinaria movilización en favor de los derechos humanos, la resolución y la paz. Sare ha hecho un llamamiento a que «la demostración de hoy tenga seguida todos los días del año» y ha remarcado que no parará «hasta conseguir que todos los presos y presas regresen a Euskal Herria». «Levantemos el dedo todos juntos para que se nos se nos vuelva a oír desde el último rincón del mundo: Euskal Herria denuncia».
2017/01/15
EGUNEKO GAIAK | MASIVA MOVILIZACIÓN DE SARE
Chaparrón de solidaridad con los presos y de compromiso por la paz
Bilbo fue ayer una interpelación colectiva, un «Yo denuncio» masivo
contra la política de excepción que se aplica a los presos y presas
vascas, y también un ejercicio de compromiso con los derechos humanos,
la resolución y la paz. Llovió sobre la capital vizcaina, por momentos
lo hizo a cántaros, pero el gran chaparrón fue humano y solidario.
|BILBO
Andoni Aizpuru y Nerea Alias resumieron desde la balconada del Ayuntamiento la razón que llevó a decenas de miles de personas a caminar por las calles de Bilbo en la jornada más inclemente, con diferencia, de los últimos meses: «La sociedad vasca exige el respeto de los derechos de los presos y presas vascas; exige que se den pasos hacia la resolución del conflicto, y que de una vez por todas logremos una paz justa y definitiva, donde la política basada en la lógica de vencedores y vencidos deje paso a otra política basada en la convivencia y el respeto». Y con una marea humana aún acercándose a ellos, los dos periodistas expusieron la esperanza de todas aquellas personas: «Nos gustaría que fuese la última, porque nuestro objetivo es que este año 2017 sea de verdad el de la resolución y la paz».
Su intervención, precedida de una actuación de Kepa Junkera y Sorginak, puso el colofón a una jornada que volvió a ser emotiva –espectacular el gentío cantando “Kalera Kalera” bajo el penúltimo aguacero de la tarde– y donde el calor humano ganó por goleada al frío, la lluvia, el viento y todo lo que el cielo tuvo a bien mandar a la capital vizcaina, que fue mucho.
La Casilla, punto de encuentro
Con todo, para las 17.00 ya había bastante gente en el punto de arranque, entre quienes se hallaban representantes de EH Bildu como los parlamentarios Maddalen Iriarte, Jasone Agirre, Jone Goirizelaia, Pello Urizar, Iker Casanova y Julen Arzuaga; el senador Jon Iñarritu y muchos miembros de los partidos que conforman la coalición; el diputado de ERC Eduardo Reyes; los secretarios generales de ELA y LAB, Adolfo Muñoz y Ainhoa Etxaide; y también la diputada y secretaria general de Podemos en la CAV, Nagua Alba.
Todos ellos fueron acercándose a la cabecera cuando llegó la hora de emprender la marcha, aunque la manifestación empezó algunos minutos más tarde de lo previsto, quizá porque un accidente había colapsado la entrada a Bilbo por Zabalburu.
Pero arrancó con brío y entre los aplausos de los presentes. En cabeza, personas conocidas y de muy diferentes trayectorias vitales. Bertsolaris, artistas, abogados, catedráticos, familiares, expresos y también víctimas, de ETA y de los GAL. Rosa Rodero y Edurne Brouard, que portaron la pancarta junto al portavoz de Sare Joseba Azkarraga, acapararon por un momento los flases.
Gente en casi todo el recorrido
Por delante marcharon las furgonetas de Mirentxin y las siempre sobrecogedoras hileras de familiares y allegados de los presos, que recibieron muestras de cariño durante todo el recorrido. Un momento especial fue cuando llegaron a Zabalburu, desde donde la visión de la movilización era impresionante.
Y como también viene siendo habitual, costó atravesar el embudo que se forma en esa plaza. Además, en ese momento comenzó a jarrear con ímpetu y los paraguas multiplicaron el efecto tapón. Tampoco fue fácil el trayecto por Hurtado de Amezaga, calle más estrecha que Autonomía. No obstante, poco a poco la cabecera fue recortando distancia hasta el Ayuntamiento, donde llegó a falta de casi un cuarto de hora para las 19.00. Para entonces ya había gente esperando y no fueron pocos los que intentaron atajar por algún recorrido alternativo. La lluvia apretaba.
Las escalinatas del edificio consistorial quedaron abarrotadas con la presencia de los familiares, y las orillas de la Ría se fueron llenando mientras Kepa Junkera y Sorginak daban paso a Andoni Aizpuru y Nerea Alias.
«Hablamos de derechos»
Los dos conocidos presentadores de ETB recordaron de qué trataba la cita de ayer. «Hablamos de derechos. Porque queremos poner fin a las vulneraciones que supone la aplicación del ‘derecho penal y penitenciario del enemigo’, que es el no-derecho. Y porque queremos dejar a las generaciones venideras una sociedad mejor que la que nosotros y nosotras recibimos de nuestros mayores», expusieron, denunciando a renglón seguido «a quienes vulneran los derechos de los familiares y especialmente la vulneración de los derechos de niños y niñas, a quienes impiden desarrollar una relación cercana con sus padres y madres».
«Denunciamos –añadieron– a esa parte de la Justicia que ha hecho saltar por los aires la necesaria división de poderes en ese Estado español que se dice democrático, y que se ha convertido en correa de transmisión política del Gobierno y de sus políticas injustas». E hicieron extensible ese “Yo denuncio” a «aquellos que mantienen encarcelados a los presos y presas gravemente enfermos» –explicaron que esta misma semana una persona se ha sumado a esa lista negra–; a «quienes mantienen en prisión a presos que desde hace tiempo cumplieron la condena impuesta por los tribunales pero se les impide la libertad porque no se les aplica la acumulación de condenas, a pesar de que la normativa europea obliga a España a hacerlo»; y a quienes «aplican la legalidad de excepción, pues la ley 7/2003 abre las puertas a la prisión de por vida para los presos vascos».
Resumieron, por tanto, que «denunciamos a quienes mantienen actitudes basadas no en la política, sino en algo tan visceral como la venganza. Una lógica perversa como la de los vencedores y vencidos que intenta imponer desde la justicia vindicativa lo que no pueden ganar en las urnas, ni en los corazones de Euskal Herria».
Frente a ello, pidieron estar alerta, pues auguran «más intentos de impedir avanzar hacia la resolución y la paz», e invitaron a «no cejar en el empeño» y a «seguir luchando por aquello que nos une: Derechos humanos, resolución y paz».
EGUNEKO GAIAK | MASIVA MOVILIZACIÓN DE SARE
Iñaki IRIONDO
La movilización de decenas de miles de personas año tras año por los derechos de presas y presos es un acontecimiento político y social de primer orden, infrecuente o impensable en otros países.
«¿Por qué os manifestáis, pasáis frío y os mojáis año tras año si no sirve para nada?»
Aquien más y a quien menos de las decenas de miles de
personas que ayer se manifestaron en Bilbo le habrán hecho esa pregunta.
De hecho, muchas de ellas se la habrán hecho incluso a sí mismas, en la
duda de si coger o no el coche, el autobús, el tren o el metro este
año, a la vista de la nieve que ocupaba buena parte del país y de que
las previsiones anunciaban chaparrones.
Para muchos, la respuesta es bien sencilla: «Porque nos da la gana. Porque queremos que los presos y presas, y sus familiares, sepan que no están solos. Que seguimos queriéndolos. Que año tras año no les olvidamos».
Para otros muchos, la contestación viene dada por su defensa de los derechos humanos. Todos los derechos para todas las personas. Porque entienden que a las presas y presos vascos se les está aplicando un tratamiento vengativo; que lejos de cumplir con el cliché de que «todos tienen que ser iguales y los de ETA no tienen por qué tener privilegios», se les somete a una política penitenciara colectiva, en lugar de aplicárseles la ley penitenciaria.
No es lo mismo política que ley. De hecho, hablar de política significa en este caso someter la ley.
Otros se manifestan desde la posición política de que el conflicto vivido en Euskal Herria debe superar la fase de la violencia y el dolor, para entrar en el terreno de la democracia.
Cada cual por sus razones, o por la suma de varias de ellas, decide acudir a esta manifestación de primeros de enero, hasta convertirla en la movilización más multitudinaria que año tras año se produce en Euskal Herria. Cuando algunos políticos, normalmente de partidos unionistas, dicen que hay que hablar de los problemas y preocupaciones de la ciudadanía, deberían tener en cuenta cuál es el problema o preocupación por el que más gente se moviliza.
Suele presentarse esta manifestación como «la tradicional», «la de cada año», y con ello ciertos medios tratar de reducirla a un carácter ritual que les evita hacer el análisis político de por qué sigue movilizando a decenas de miles de personas, haga el tiempo que haga, que en enero nunca suele ser apacible.
Sin embargo, el contenido político de la pregunta no está en el «por qué», sino en el para qué, en ese «no sirve para nada». En primer lugar, sirve para que quienes sufren en sus propias carnes la política penitenciaria encuentren esta semana el calor de las decenas de miles de corazones que ayer palpitaron al unísono con ellos. Solo esto ya sería razón suficiente para dejar la comodidad de una tarde de sábado y manifestarse.
Sirve además para evidenciar una realidad que tantas veces pasa desapercibida o se oculta. Para que ésta ocupe un espacio, quizá pequeño, en medios de comunicación internacionales. Cada una de esas líneas, cada una de esas fotos, es un factor de incomodidad para quienes desde Madrid y París se empeñan en socializar el sufrimiento y, además, pretenden dotarse de una superioridad moral.
Sin estas movilizaciones, sin la acumulación de fuerzas y sensibilidades de los últimos años, la cuestión del acercamiento no estaría, por ejemplo, en el pacto de Gobierno entre PNV y PSE. Hoy por hoy, PP y UPN son los únicos partidos que apoyan la dispersión. No es un dato menor.
A buen seguro, a muchos de los que ayer llenaron el recorrido de la manifestación les parecerá insuficiente la posición política sobre los presos de PNV y Elkarrekin Podemos, y no digamos nada de la del PSE. Pero, sin embargo, es una noticia inédita hasta ahora la posibilidad de que en el Parlamento de Gasteiz –y debería ser también en el de Iruñea– sea posible llegar a un acuerdo ampliamente mayoritario en torno a esta cuestión.
Sare ya anunció que, además de los movimientos que pueda haber entre partidos, está trabajando en una propuesta que cuenta con el aval de expertos juristas, y su deseo de que no solo tenga un carácter declarativo, sino que a través de una proposición de ley intente cambiar la legislación actual.
Como esa no es empresa fácil, bien está dotarla del empuje explícito de las decenas de miles de personas que ayer se mojaron en Bilbo, y del respaldo implícito de una mayoría social del país que ya no solo se evidencia en los sondeos de opinión, sino también en los debates públicos entre políticos.
Para mover a Madrid y París primero hay que movilizar Euskal Herria, sus calles y sus instituciones. Para que Mariano Rajoy y François Hollande liberen el candado de la venganza penitenciaria, antes hay lograr que Iñigo Urkullu, Uxue Barkos, Andoni Ortuzar, Idoia Mendia, Nagua Alba y otros sientan el empuje social de que también ellas y ellos deben dar pasos.
Para eso sirven movilizaciones masivas como la de ayer. Para eso hay quien conduce su coche 150 kilómetros para llegar a Bilbo, con el objetivo de que nadie más tenga que hacer 1.000 kilómetros para hablar a través de un cristal con su hija, su hijo o su pareja. Y, todavía más doloroso, para que ninguna niña o niño más se juegue la vida en la carretera para ver a ama o aita.
Para muchos, la respuesta es bien sencilla: «Porque nos da la gana. Porque queremos que los presos y presas, y sus familiares, sepan que no están solos. Que seguimos queriéndolos. Que año tras año no les olvidamos».
Para otros muchos, la contestación viene dada por su defensa de los derechos humanos. Todos los derechos para todas las personas. Porque entienden que a las presas y presos vascos se les está aplicando un tratamiento vengativo; que lejos de cumplir con el cliché de que «todos tienen que ser iguales y los de ETA no tienen por qué tener privilegios», se les somete a una política penitenciara colectiva, en lugar de aplicárseles la ley penitenciaria.
No es lo mismo política que ley. De hecho, hablar de política significa en este caso someter la ley.
Otros se manifestan desde la posición política de que el conflicto vivido en Euskal Herria debe superar la fase de la violencia y el dolor, para entrar en el terreno de la democracia.
Cada cual por sus razones, o por la suma de varias de ellas, decide acudir a esta manifestación de primeros de enero, hasta convertirla en la movilización más multitudinaria que año tras año se produce en Euskal Herria. Cuando algunos políticos, normalmente de partidos unionistas, dicen que hay que hablar de los problemas y preocupaciones de la ciudadanía, deberían tener en cuenta cuál es el problema o preocupación por el que más gente se moviliza.
Suele presentarse esta manifestación como «la tradicional», «la de cada año», y con ello ciertos medios tratar de reducirla a un carácter ritual que les evita hacer el análisis político de por qué sigue movilizando a decenas de miles de personas, haga el tiempo que haga, que en enero nunca suele ser apacible.
Sin embargo, el contenido político de la pregunta no está en el «por qué», sino en el para qué, en ese «no sirve para nada». En primer lugar, sirve para que quienes sufren en sus propias carnes la política penitenciaria encuentren esta semana el calor de las decenas de miles de corazones que ayer palpitaron al unísono con ellos. Solo esto ya sería razón suficiente para dejar la comodidad de una tarde de sábado y manifestarse.
Sirve además para evidenciar una realidad que tantas veces pasa desapercibida o se oculta. Para que ésta ocupe un espacio, quizá pequeño, en medios de comunicación internacionales. Cada una de esas líneas, cada una de esas fotos, es un factor de incomodidad para quienes desde Madrid y París se empeñan en socializar el sufrimiento y, además, pretenden dotarse de una superioridad moral.
Sin estas movilizaciones, sin la acumulación de fuerzas y sensibilidades de los últimos años, la cuestión del acercamiento no estaría, por ejemplo, en el pacto de Gobierno entre PNV y PSE. Hoy por hoy, PP y UPN son los únicos partidos que apoyan la dispersión. No es un dato menor.
A buen seguro, a muchos de los que ayer llenaron el recorrido de la manifestación les parecerá insuficiente la posición política sobre los presos de PNV y Elkarrekin Podemos, y no digamos nada de la del PSE. Pero, sin embargo, es una noticia inédita hasta ahora la posibilidad de que en el Parlamento de Gasteiz –y debería ser también en el de Iruñea– sea posible llegar a un acuerdo ampliamente mayoritario en torno a esta cuestión.
Sare ya anunció que, además de los movimientos que pueda haber entre partidos, está trabajando en una propuesta que cuenta con el aval de expertos juristas, y su deseo de que no solo tenga un carácter declarativo, sino que a través de una proposición de ley intente cambiar la legislación actual.
Como esa no es empresa fácil, bien está dotarla del empuje explícito de las decenas de miles de personas que ayer se mojaron en Bilbo, y del respaldo implícito de una mayoría social del país que ya no solo se evidencia en los sondeos de opinión, sino también en los debates públicos entre políticos.
Para mover a Madrid y París primero hay que movilizar Euskal Herria, sus calles y sus instituciones. Para que Mariano Rajoy y François Hollande liberen el candado de la venganza penitenciaria, antes hay lograr que Iñigo Urkullu, Uxue Barkos, Andoni Ortuzar, Idoia Mendia, Nagua Alba y otros sientan el empuje social de que también ellas y ellos deben dar pasos.
Para eso sirven movilizaciones masivas como la de ayer. Para eso hay quien conduce su coche 150 kilómetros para llegar a Bilbo, con el objetivo de que nadie más tenga que hacer 1.000 kilómetros para hablar a través de un cristal con su hija, su hijo o su pareja. Y, todavía más doloroso, para que ninguna niña o niño más se juegue la vida en la carretera para ver a ama o aita.
EGUNEKO GAIAK | MASIVA MOVILIZACIÓN DE SARE
SUSANA ETCHEGOYEN Y MIRTA FABRE
COLECTIVO «A CASA»
Cruzan el charco para cumplir con su cita y dar continuidad a la
labor que desarrollan en Argentina a través del colectivo «A Casa». Tras
la experiencia del pasado año, vuelven a Bilbo a «redoblar nuestra
apuesta» por los derechos humanos.
¿Qué iniciativas ha llevado a cabo «A Casa» recientemente?
Mirta FABRE: Hicimos una llamada, “Atravesando
rejas”, en la que invitamos a la colectividad vasca, a alumnos, amigos,
familia… a que nos ayudaran para que cada preso tuviera una postal. En
solo dos días escribimos 363 postales que están terminando de recibir
ahora, con un bello diseño. Sin esa ayuda hubiera sido imposible
económicamente, y tampoco hubiéramos tenido ni tiempo ni la seguridad
suficiente de que ese conjunto de cartas llegaría.Sin embargo, hubo un grupo de dantzaris que acudió a la semana vasca, y ellos las trajeron cuidadosamente divididas en sus maletas. Etxerat las recibió y las envió. Ha sido gracias a una cadena de transmisión humana y afectiva que se ha logrado superar los obstáculos.
¿Qué tienen previsto en la agenda de los próximos días?
También están implicadas en un colectivo contra la tortura...
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