viernes, 24 de junio de 2016

La decadente política hondureña



Por:  Edgar Soriano Ortiz
Sí en la otrora política nacional se crearon espacios para los burgueses formados y lectores de las fuerzas de pensamiento del siglo XIX, generando contradicciones entre estos grupos urbanos y el caudillismo cerril imperante en un contexto de poderes regionales y locales propios de una relación feudo-burguesa de dominio.
La centralización y el “monopolio” de la violencia estatal pasaron por el intervencionismo estadounidense durante todo el siglo XX demostrando la incapacidad histórica de las elites urbanas en mediar y negociar con los caciques separatistas e impulsados a tomar el poder por las armas.

 Con el pacto de 1980 ante el contexto revolucionario centroamericano Washington y las elites hondureñas acordaron restaurar el orden político decimonónico de la “democracia representativa” poniendo al frente de las instituciones a “civiles” de los dos partidos manejados por la elites económicas y políticas regionales, partido Liberal y partido Nacional.
Los políticos aceptaban la violencia de Estado como una vital necesidad para salvar el orden establecido, comenzó a profundizarse el sometimiento de los “políticos” a los intereses de los nuevos grupos financieros emanados de las políticas económicas de la década de 1970.
flores y callejas
Para la década de 1990 Rafael Callejas y Carlos Flores Facussé fueron el rostro de las nuevas castas de derecha beneficiarias y negociadoras con FMI y los intereses del capital transnacional, montado un poderoso engranaje mediático facilitado por la expansión de la cobertura televisiva. Los “nuevos políticos” se volvieron rostro de “photoshop” y “habladores” de cámara y micrófono.
Los partidos y los políticos actuales en la descomposición y la recomposición tradicional desde la década pasada comenzaron a contratar agencias de publicidad y “expertos” internacionales que cobran en dólares para hacer el “marketing” de rostros de “modelos”, futbolistas, y presentadores de patéticos programas de televisión, como una forma de enmascarar “cambios de cara” frente al desastre nacional de casi un 70% de pobreza y tasas de homicidios al nivel de países en guerra.
La decadente política imperante en todos los partidos, incluyendo los “nuevos”, es el síntoma de un sistema socio-económico elevado a la hegemonía absoluta del mercado. Personalizando la política en figuras mediáticas y montado campañas de desprestigio contra los opositores al existente orden de injusticia e impunidad.
Las redes y los medios de comunicación televisivo, radial e impreso en el contexto post golpe de 2009 han lanzado una ofensiva de manipulación que va desde el desprestigio de procesos políticos alternativos hasta el de crear nuevos perfiles de “lucha” social. Es evidente que enfrentamos una lamentable manipulación política que garantiza el analfabetismo político garante de mantener la administración de intereses económicos y vitales para seguir imponiendo un “moralismo” colonial que permita evitar las relaciones tolerantes y la colectivización de la política comunitaria…
 http://criterio.hn/la-decadente-politica-hondurena/

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