El
ataque que sufrieron en Tegucigalpa varias mujeres dedicadas al
modelaje, en el que murieron 3 de ellas, representa una trágica realidad
en la que el hecho de ser mujer se convierte en una desigualdad social
que se sostiene sobre relaciones de poder entre hombres y mujeres.
En
un país tan violento como el nuestro, ser mujer representa una doble
vulnerabilidad porque los femicidios no ocurren por casualidad y son
crímenes que no les suceden a los hombres en las mismas dimensiones que a
las mujeres.
Nada
más pertinente que la canción escrita por Yeco Hernández e interpretada
por Karla Lara en la que una de sus estrofas dice: “Nos matan por ser
mujeres, nos matan queriendo atarnos, nos matan porque no pueden
doblarnos, ni amarrarnos”.
La
muerte es lo más visible de una espiral de diferentes tipos de
violencia que sufren las mujeres desde niñas, en las que se les inculca
una visión de las relaciones y el mundo en las que ellas son frágiles,
las servidoras de los hombres, las que deben ocuparse del hogar, las que
no deben ser libres y ajustarse a los patrones culturales de una
sociedad machista.
Y
lo peor de todo es que, como lo señala la periodista Jennifer Ávila, la
gente se pregunta más si, en el caso de las modelos asesinadas, “eran
prepagos o no, en vez de cuestionarse cómo es que con la política de
mano dura y la militarización siguen sucediendo estos hechos como
cotidianos”.
“Las
mujeres son asesinadas y la sociedad misógina las vuelve a asesinar con
sus comentarios, porque hasta de eso se vale el sistema de injusticia
para dejar en la impunidad esas muertes”.
Y
esta realidad refleja una deuda muy alta que el Estado de Honduras
mantiene con las mujeres, ya que la tasa de impunidad llega a un
alarmante 95% en casos de violencia sexual y femicidio.
¿Qué
clase de país violento, discriminatorio, misógino e impune les estamos
heredando a nuestras hijas? ¿Qué clase de hombres y mujeres estamos
haciendo de nuestros hijos e hijas bajo la lógica de las relaciones
desiguales de poder?
Como
señala la periodista Ávila, “A veces quisiera no estar segura que la
sociedad esta tan enferma que acabar con esta barbarie es solo una
utopía”.
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