El balance no es positivo. La escala utilizada en este índice es de 0-100, en donde el cero indica que el país se percibe altamente corrupto y cien una percepción libre de corrupción. En este caso, la mayoría de países centroamericanos obtuvieron calificaciones que se ubican hacia abajo, es decir, percibidos con corrupción alta. El país con la puntuación más alta es Costa Rica, con 54 puntos, mientras que la menor nota es la de Nicaragua, con 19 puntos.
El panorama es desalentador cuando se compara con los valores y posiciones de hace 10 años. En 2012 se examinaron 176 países, solo cuatro menos que en 2022, y como región, en promedio Centroamérica ha retrocedido. Costa Rica se encuentra en la misma posición que hace 10 años (puesto 48), con una nota similar para 2012 y 2022 de 54 puntos. Panamá y El Salvador compartieron la posición 83 en 2012, pero han tomado diferentes caminos en sus respectivas ubicaciones para 2022: El Salvador descendió 33 puestos, pasando del 83 al 116, con una pérdida de 5 puntos en su nota, de 38 puntos en 2012 a 33 en 2022, mientras que Panamá subió al puesto 101, pero perdió 2 puntos respecto a la nota obtenida hace 10 años. Guatemala descendió 13 puestos, pasando de la posición 137 a la 150, y de tener una nota de 33 puntos en 2012 bajó a 24 luego de 10 años; Honduras descendió 5 puntos, de 28 a 23 y pasó del puesto 133 al 157; Nicaragua tuvo un retroceso de 37 posiciones, pasando del puesto 130 en 2012 al 167 en 2022, perdiendo 10 puntos, por lo que sufrió la mayor pérdida en la región durante esos diez años.
El examen anterior demuestra que la región tiene grandes desafíos en
su lucha contra la corrupción, y lamentablemente, en general, en los
últimos 10 años no se dieron avances, a pesar de los esfuerzos
realizados en algunos países para mejorar las capacidades de
investigación y persecución de la corrupción y los delitos conexos. Tal
fue el caso de la creación de entes como la Comisión Internacional
contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), cuyo mandato duró
aproximadamente 13 años, desde su creación en 2006 gracias el convenio
entre el gobierno de Guatemala y la Organización de las Naciones Unidas,
hasta su término en 2019. Otro caso relevante fue la Misión de Apoyo
contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), creada en 2016
por el convenio entre el gobierno de Honduras y la Organización de
Estados Americanos, que se dio por terminado en 2020. Estas entidades
investigaron casos diversos de alto perfil en Guatemala y Honduras. Y la
Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES),
creada en 2019 y cuyo mandato terminó en 2021, que no logró el impacto
que las versiones guatemalteca y hondureña alcanzaron.
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