En
este periódico pensamos que llegará el día cuando la ciencia clasifique
la corrupción como trastorno mental, peor que el asesinato serial; el
corrupto en su demencial sed de dinero, sin remordimiento, anula y
destruye pueblos, por eso, debe aislarse de la sociedad, del tesoro
nacional y de toda función pública.
En
el campo penal eso han hecho los países donde han sometido a los
corruptos por seguridad pública, tienen prohibido de por vida acercarse
al Gobierno, pero saben que esos psicópatas están ahí, torvos,
acechando. Con una diferencia a la actual Honduras, si salen, los espera
la cárcel, el desprecio, la pobreza o la pena de muerte.
EDITORIAL
¡Pena capital a la corrupción!
La
corrupción jamás da tregua, nunca.- Es enferma y criminal, va
propagándose al infinito del descaro hasta contagiar todos los órganos
del Estado; como un virus asfixia a quienes recetan un antídoto letal,
va matando toda diferencia de dignidad y virtud profesional pública y
privada; al final obstruye las vías de recuperación de la nación
infectada. Sin cura, habrá muerte, postración y abuso oficial en
ascenso, así es un Estado perdido, ahí anda hoy Honduras.
El
corrupto es enemigo de la felicidad ajena, un antisocial cuyo cerebro
torcido lo hace creer que su miserable codicia está por encima de la
bonanza social; una peste, a la que basta condiciones mínimas para
desarrollarse y destruir todo aliento de ciudadanía. ¿Cómo derrotar los
corruptos? Desde el nacimiento de la civilización esa pregunta ha dado
vueltas en la cabeza de gente con altos valores de vida y, que usted, en
esta hora de encierro, también la piensa como un acertijo sin solución,
con impotencia y justa indignación.
En
lo que hoy invita al debate sobre la pena de muerte, que se aplica en
55 países del planeta, pocas personas creen que las leyes de una nación
moderna como Estados Unidos, siguen sostenidas en la antigua ley
israelita. En los mandamientos que Dios entregó a Moisés, donde plasmó
el principio de “ojo por ojo” en el pueblo hebreo, el funcionario
corrupto que con sus acciones daña y mata a otros, debe extirparse de la
sociedad con pena capital.
Los
detractores de la pena de muerte tienen razón en que aplicarla en
países como Honduras sería letra muerta y arma peligrosa contra los
débiles. Hoy no es viable sin Estado fuerte, pero esta justicia y este
gobierno pasarán. Aquí la corrupción evolucionó a sistema dominante que
fija relaciones desde las capas más bajas de la población hasta las
esferas de poder, tanto así, que los nombres de los actuales magistrados
de la Corte Suprema de Justicia estaban en una lista que el régimen
Hernández impuso durante 16 noches en el Congreso Nacional.
En
algún instante después, frente a un mal radical, habrá una medicina
radical. Esa oración falsa, cómplice y cobarde que dice “sólo en
Honduras pasa”, será tratada de frente, así ocurrió en Singapur, un país
más pequeño que San Pedro Sula. Pero, así de pequeño, es el segundo
puerto más importante del mundo y el centro financiero donde tienen su
sede los bancos e instituciones financieras más grandes del planeta.
El
secreto fue incrementar con dureza las penas de cárcel para los
culpables de corrupción que carcomían el presupuesto público y
restregaban la sucia opulencia al trabajador honesto. Las condenas más
altas –pena de muerte en caso grave comprobado— se reservaron para
empresarios y funcionarios que se apropian de dinero destinado a temas
sociales delicados, entre otros, salud y educación, o para atender niños
pobres y ancianos desprotegidos.
Los
países menos corruptos del mundo nos dejan otras lecciones para
considerar una estrategia completa anti corrupción, no tienen pena de
muerte, pero crearon sistemas judiciales nombrados por mérito, larga
tradición de integridad y compromiso social; la educación es de altísima
calidad para todos los habitantes; en Nueva Zelanda, el país más
decente de la tierra, la escolaridad promedio de la población suma 20
años; en Honduras, seis años los hombres y siete años las mujeres. ¿Ve
la diferencia?
En
este periódico pensamos que llegará el día cuando la ciencia clasifique
la corrupción como trastorno mental, peor que el asesinato serial; el
corrupto en su demencial sed de dinero, sin remordimiento, anula y
destruye pueblos, por eso, debe aislarse de la sociedad, del tesoro
nacional y de toda función pública. En el campo penal eso han hecho los
países donde han sometido a los corruptos, pero saben que están ahí,
torvos, acechando. Con una diferencia a Honduras, si salen, los espera
la cárcel, el desprecio, la pobreza o la pena de muerte.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/1964-honduras-portada-y-editorial-el-libertador-pena-capital-a-la-corrupcion
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Editorial Aniversario / Los motivos de EL LIBERTADOR
EL
LIBERTADOR ha tenido de parte de los últimos gobiernos, ofertas
formales e informales de decenas de millones de lempiras por la compra
de un porcentaje de acciones, no lo hemos aceptado aun cuando una
operación de valores es válida en toda parte, sin embargo, el periódico
perdería la libertad. El único gobierno que trabajó con este periódico
sin condiciones fue el de “Pepe” Lobo, él compartió que vendemos un
espacio publicitario, no la línea editorial.
EDITORIAL
Los motivos de EL LIBERTADOR
“Aquella
mañana cuando EL LIBERTADOR entró al mundo, había tanto silencio en
Honduras que nuestro susurro se hizo un grito que suena en toda la
tierra...”, esta cita, que cumple 17 años el 20 de mayo de 2020, está en
el primer editorial de este periódico, al único que la ciudadanía
eligió el nombre y, asimismo, se declaró “Primer Auditor Social de
Honduras”.
Cuando
nació EL LIBERTADOR, en 2003, la internet personal era producto
exclusivo de las capas altas de la sociedad. El público, casi todo
estudiantes y jóvenes curiosos por tocar una computadora, accedía a la
red en pequeñas tiendas “cyber”. No había redes sociales, pues, tal como
las vemos este día, toman fuerza a partir del golpe de Estado en 2009; y
la web, apenas iniciaba en ciertos medios escritos y no despertaba
mucha importancia en empresas.
En
el campo de medios masivos de comunicación, hace 17 años en el país, el
dominio total de la noticia era de grupos corporativos que pronto
llamamos “prensa tradicional”, por vieja y acomodada al poder a cambio
de acumular vastas fortunas en sus distintas empresas. Sin otros canales
de comunicación que demostraran lo contrario, esos medios se hicieron
hábiles para mentir y ocultar la información de interés para el pueblo
hondureño, de ahí creamos los lemas: “Publicamos lo que otros callan” y
“Rompimos el papel de la prensa tradicional”.
Varias
sentencias surgieron a medida fuimos entendiendo con la dureza de la
realidad. Como jóvenes, íbamos descubriendo asombrados el funcionamiento
perverso de un sistema local sometido a EE UU, que conspira contra la
paz y fortuna del hondureño.- Un horizonte cada vez más amplio nos
consolidaba la vivencia en la brega diaria, durante semanas, meses, años
y décadas, de ahí surgió la frase: “Llamamos los hechos por su nombre,
al ladrón, ladrón”, y las citas: “Sea parte de la historia...”, “Porque
defender la libertad de expresión es dominar nuestro destino”, “Sólo los
medios libres pueden contener la libertad”, “Sólo hacen Periodismo los
medios que están del lado del pueblo; lo demás, es cualquier cosa,
comunicación masiva o relaciones públicas, pero jamás Periodismo”.
EL
LIBERTADOR, hoy presume con cifras que es el medio escrito más leído de
Honduras: somos multimillonarios en lectores en las dos versiones,
diario digital e impreso mensual. La última edición impresa, que por
primera vez el mes anterior circuló digital por el Covid-19, en 15 días
fue descargada por casi 400.000 personas. Cada año ambos periódicos
registran millones y millones de lecturas de propios y extraños.
¡Eternamente gracias! Destinamos toda nuestra fuerza creyendo que como
hondureños ese es nuestro aporte en la construcción, no de un país, sino
de una nación con sintonía de sentimientos de grandeza y dignidad.
Tanto
ha trascendido en el mundo la función social de EL LIBERTADOR, que
pocos medios de comunicación del planeta y hondureños, no sabemos de
otro en el país, que haya recibido la visita de ejecutivos de The New
York Times o Dow Jones Factiva (The Wall Street Journal). En Ambos
plantearon alianzas de trabajo noticioso con EL LIBERTADOR, tras
estudios de audiencia de las empresas informativas hondureñas.- Con
ambos no se logró, más adelante será con ellos o con otros; en ese
momento el periódico no tenía el dinero para adquirir las plataformas y
software que requería el moderno intercambio y subida global de
contenidos.
El
Director Fundador de EL LIBERTADOR, Jhonny José Lagos Henríquez, inició
este proyecto con una parte del dinero que recibió como compensación,
al renunciar después de una década de escribir en El Heraldo. EL
LIBERTADOR inició sin capital, y tras casi dos décadas tampoco ha
logrado el ahorro que le permita potenciar la inversión clave en todos
los departamentos, adquirir nuevas tecnologías, contratación de talento
humano o contar con un local propio.
Cuando
el fundador y amigos que atrajo a la idea, pensaban en la fuente
financiera de EL LIBERTADOR, era sólo apasionada e inocente juventud,
creían que sería el movimiento popular, porque los contenidos por
primera vez pondrían en manos de la sociedad, con nombre y apellido, a
las mujeres y hombres responsables del atraso nacional. Los contenidos
han cumplido la promesa, pero el respaldo gremial nunca llegó, tampoco
de la sociedad civil; en el camino hacia los 17 años vimos a la dirigencia sin bases y sin conflictos sociales.
EL
LIBERTADOR ha tenido de parte de los últimos gobiernos, ofertas
formales e informales de decenas de millones de lempiras por la compra
de un porcentaje de acciones, no lo hemos aceptado aun cuando una
operación de valores es válida en toda parte, sin embargo, el periódico
perdería la libertad. El único gobierno que trabajó con este periódico
sin condiciones fue el de “Pepe” Lobo, él compartió que vendemos un
espacio publicitario, no la línea editorial.
Las
páginas del periódico son testigos que las empresas que contratan
espacios tampoco nos condicionan, hemos perdido muchos ingresos del
gobierno y sector privado cuando no hay armonía en nuestra relación.
Hemos rechazado dinero por campañas cuando atentan contra el interés de
los hondureños; hemos asumido pérdidas cuantiosas en el actual gobierno
durante casi 8 años, porque jamás daremos la espalda al pueblo por un
gobierno abusivo, que se esconde en las armas de un Ejército traidor.
Hoy,
llegamos a 17 años. Comentar este viaje en un café, entre colegas o
amigos, o decirlo en un foro, puede resultar en burla incrédula.-
Hacerlo ha sido extremo; es una decisión obsesa en contra de un clima de
crudo oscurantismo social, clase política montuna y amoral y una
economía feudal, donde la raíz del capital aún está en el despojo de la
riqueza de la población controlando el gobierno. Si algún día dejamos de
existir, sepan: caímos sin miedo, desde la altura.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/2018-editorial-aniversario-los-motivos-de-el-libertador
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