Por: Redacción CRITERIO
Domingo 25 de Marzo 2018 / redaccion@criterio.hn
Tegucigalpa.-Las
armas y las fatigas verde olivo han sustituido los libros en muchos
centros educativos de Honduras, donde en otro capítulo por fomentar la
inducción militar se ha dado comienzo a una nueva etapa del
controvertido Programa “Guardianes de la Patria”.
La
presencia de las armas y de los uniformados choca con el principio
básico para lo cual fueron erigidos los centros educativos, sobre todo
en Honduras donde cada vez el presupuesto para la compra de libros y
material didáctico es restado para destinarlo a la adquisición de armas y
atuendos militares, en un país donde no existen conflictos bélicos con
otras naciones.
Antes
del 2014, las Fuerzas Armadas invitaban a los adolescentes a que
llegaran a sus cuarteles, pero como la iniciativa nunca tuvo eco, el
gobierno comenzó llevando a los niños a los centros militares y ahora,
este año, ha comenzado una nueva etapa que consiste en trasladar a los
uniformados a los centros educativos.
Esta
práctica, según el director de Casa Alianza, Guadalupe Ruelas,
violenta los principios y los derechos de la niñez y los protocolos y
convenios internacionales suscritos por el Estado de Honduras en materia
de protección a la niñez.
Noticia Relacionada: Guardianes de la Patria sigue a pesar que viola protocolos firmados por Honduras (Vea la entrevista)
Ruelas, quien es crítico del proyecto, dijo a CRITERIO
que la iniciativa está desenfocada del propósito con el que es
promocionada y violenta los convenios y protocolos internacionales que
el Estado de Honduras ha firmado en torno a la protección de la niñez.
El
gobernante, Juan Hernández, que desde siempre ha impuesto la hegemonía
militar, quiere que los militares sean aceptados por la sociedad y que
ahora, desde temprana edad, los niños se enamoren de la institución
castrense y se enrolen en sus filas. Con este propósito es que, según
Ruelas, los militares han llegado a varios centros educativos, entre los
que se encuentra el Centro Básico Las Américas de la colonia
Centroamérica de Comayagüela.
La
hipótesis de Hernández es que el programa tiene un componente de
seguridad y aduce “que en lugar que sea una pandilla que reclute al
niño, es mejor que un soldado le enseñe cómo defenderse de las maras y
pandillas y entonces le revuelve el componente religioso y confunde la
religión con los valores”, señaló el defensor de los niños.
Para
la ejecución del programa, el gobierno elaboró un manual, que a juicio
del director de Casa Alianza no cumple con los requisitos pedagógicos.
“Es un manual terriblemente mal hecho, tan mal hecho que la fuente de
referencia y bibliografía es Wikipedia”, cuestionó Ruelas.
El
defensor de la niñez manifestó que no es lo mismo hablar de diálogo y
respeto en una sociedad democrática, tolerante y pluralista, que en un
batallón, porque en este lugar el respeto significa no murmurar y en la
ciudadanía y en la sociedad, el respeto significa respetar las opiniones
de todos y de todas.
Adicional
a lo anterior, Guardianes de la Patria tiene también un componente
proselitista-partidario, ya que los militares junto a los niños sacan
listas de las familias de los barrios y colonias y les dan una camiseta y
una burrita, siendo esta práctica “un remedo de lo que el gobierno hace
a nivel comunitario”, para agenciarse la aceptación popular.
El Comité
sobre Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
le pidió al gobierno de Honduras en el año 2015 que cerrara el Programa
Guardianes de la Patria, por estar en contra de los derechos y de la
seguridad de la niñez y de una educación pluralista y civilista.
“Pero
este gobierno no ha hecho caso y sigue apostando por un programa que,
evidentemente, que no tiene ni pies ni cabeza, no tiene más que el
propósito de amedrentar a la gente, de dar una imagen que hay un
gobierno fuerte que no existe, porque este es un gobierno que no tiene
el respaldo popular, que no existe en la vida de la gente, entonces a
través del ejército quieren hacer eso”, altercó Guadalupe Ruelas.
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Para
el director de Casa Alianza los militares no están preparados para
formar niños porque no han sido formados para ese propósito e incluso
que se ha constatado que muchos soldados comienzan a morbosear al ver a
las estudiantes, generando una relación de incertidumbre y de temor que
va en contra de lo que debe ser la educación.
Sobre
el papel de la Fiscalía Especial de la Niñez, Ruelas apuntó que la
titular Marisol Rodríguez, tiene una visión bastante crítica sobre el
programa, pero está sola en su misión, lamentó.
Por
otra parte cuestionó el papel del Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef), especialmente el de la ex representante
Cristian Munduate, que nunca se pronunció al respecto y en vez de
denunciar lo que hacía el gobierno, hacía “el papel de acolitaje” a
todas las acciones oficiales, pese a que esta misma organización, desde
Panamá pidió el cierre de Guardianes de la Patria.
La
nueva representante, Luz Ángela Melo, sigue la misma línea y ha optado
por el ostracismo y se limita a acompañar los programas oficiales,
criticó Ruelas.
RELIGIOSIDAD
Con
la intención de sembrar, supuestamente valores, los militares
adoctrinan a los niños con dogmas religiosos, violentando el Estado
laico que garantiza la constitución de la República, donde se establece
la separación de la iglesia y el Estado.
Este
propósito fue denunciado por Lesvia Meléndez, docente del Centro de
Educación Básica “Las Américas” de la colonia Centroamérica de
Comayagüela.
Meléndez dijo a CRITERIO
que los militares comenzaron a llegar al centro educativo a principios
del año lectivo y que su presencia la incómoda porque llegan con sus
armas de grueso calibre, imponiendo su supremacía y porque está
consiente que un militar no tiene nada que hacer frente a una aula, y
peor aún, induciendo a los niños principios religiosos porque Honduras
es un Estado laico.
Dijo
que su malestar es además porque recientemente en la crisis post
electoral, los militares reprimieron al pueblo que se manifestaba en
contra del fraude electoral e incluso le dispararon provocando muertes.
Por
su postura, Meléndez contó que fue llamada a la dirección y se le pidió
que actuara con más ética, a lo que ella respondió que reclamar es un
derecho y no una acción antiética.
La
maestra lamenta que los padres de familia y sus compañeros docentes no
alcen su voz de protesta. Sin embargo, respondió su cuestionamiento
diciendo que en Honduras no hay conciencia porque la gente no ha sido
formada para ser liberada e incluso muchos agachan la pobreza por miedo y
por hambre.
Muchos
de los padres de familia, en vez de molestarse más bien se alegran
porque los militares les traen comida, lamentó. Las charlas de
Guardianes de la Patria se imparten todos los sábados.
MADRE IDIGNADA
La
presencia de los militares en otra escuela de Tegucigalpa provocó la
indignación de una madre de familia que exigió a los maestros de este
centro educativo que por escrito le pidan autorización el día en que los
uniformados lleguen al centro educativo.
La
madre se sintió molesta porque el martes 20 de marzo un grupo de
militares ingresó al centro educativo con armas de guerra. La presencia
de los uniformados, pone en riesgo la vida de los niños, según la
progenitora, quien sustentó su alegato en el antecedente de asesinatos
de civiles, jóvenes y estudiantes atribuidos a la Policía Militar del
Orden Público (PMOP).
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