miércoles, 13 de julio de 2016

Diálogos del monólogo universitario


Galel Cárdenas
En  Honduras la clase dominante inventó diálogos a veces divertidos, otras ofensivos y las mayoría de veces han sido monólogos con careta de yo no fui.
Las autoridades universitarias que han dejado atrás el concepto universal de Platón y Sócrates sobre el método mayeútico de encontrar la verdad, ante la crisis que han protagonizado por culpa de su propia visión de dominio clasista, no se han sentado con los estudiantes para resolver el problema de derogar las normas  académicas, aprobadas a espaldas de los representantes verdaderos de sus facultades,   de las cuales se quejan los estudiantes por ser antidemocráticas, verticalistas y represivas.

Asumiendo el discurso de los sofistas griegos que usaban la retórica con el ánimo de no responder jamás a las cuestiones fundamentales en los juicios de los tribunales helenos,  hoy volviendo a esa vieja práctica de querer envolver  la mentira con semi verdades, o la verdad de sus represiones con rodeos retóricos a los cuales se les denomina en el discurso comunicativo, falacias de la lógica dominante.

El caso de los estudiantes inculpados y enjuiciados por las  autoridades universitarias y su aliado político la Fiscalía General, de corte netamente nacionalista y de ideología reaccionaria dictatorial, han llevado a los estudiantes a una especie de encerrona gubernativa, donde se disfraza la voluntad política con las dificultades que ofrece la ley.

Alegan para ello la razón jurídica que sustenta al  Estado de Derecho, la institucionalidad y la impunidad como vectores para juzgar este horroroso caso de sedición y usurpación  de bienes nacionales, misma razón que se aplica a los campesinos y obreros que demandan justicia social.

En derredor de este alegato, dice la lógica y la retórica que existe una argumentación que aplican los sofistas modernos represivos. Veamos.
Ad Baculum: es un argumento con el cual se apela a la fuerza y el poder dominante,  como razón para establecer la verdad del acusador y llegar a la conclusión de que el acusado es culpable.
Ad verecundiam: es un argumento que  se usa para convencer a la parte contraria de que existen preceptos judiciales que representan la autoridad y por ello es necesario aplicar las medidas correctivas, forzosas,  en perjuicio del acusado. 
Ad hominen: es un argumento que se aplica en contra de la opinión de los acusados y que se basa en la censura de los actos reclamados del que está en el banquillo de los rebeldes, delincuentes y demás apelativos.

Con tales premisas los diálogos se convierten en monólogos porque la autoridad asume que la razón judicial está de su parte y no hay forma de soslayar las consecuencias legales que se invocan.

El discurso entonces se convierte en un monólogo porque el acusado siempre estará en desventaja ante la fuerza de la autoridad exhortada.

Las dictaduras son así, y siempre bajo el manto de la  superioridad, acompañadas de la fuerza estatal competente, traída por los pelos a colación, a fin de castigar a como dé lugar al inculpado, los estudiantes prácticamente son y serán delincuentes sediciosos que han conspirado contra la institución del Estado como poder público.

Asumen los argumentadores sofistas universitarios que la Universidad es el Estado mismo, que está siendo des estructurado por la sedición estudiantil. Autoridades universitarias y Fiscalía General están llamadas a castigar tal delito de traición a la patria, al Estado,  a la nación, por consiguiente no hay forma de evitar la cárcel o la inculpación delictiva.

Esta actitud ha sido común cuando la clase fáctica posee el poder, pues, en su demencial dictadura es capaz de calumniar, deformar y destruir la razón social, para imponer la razón represiva del Ad Baculum. Mismo argumento que se le aplicó al Presidente de Honduras cuando propuso consultar al pueblo si se cambiaba la constitución de la república, entonces ordenaron asesinarlo o extrañarlo del país.

Cuando la fuerza de la injusticia asume la razón judicial para reprimir al rebelde, es necesario mostrarle que el poder jurídico está por encima del poder social que reclama justicia.

Y allí entonces el sofista argumenta como un leguleyo de troche y moche  a fin  de convencer al contrario que posee la razón, la cual como se ha de observar es siempre invocatoria de la fuerza estatal  que lo respalda.

La policía, la Fiscalía General, los abogados, los decanos y la cúpula universitaria necesitan enseñarle al estudiante que el sistema es así, y no hay modo de darle vuelta o ponerlo siquiera en duda.
Los estudiantes sediciosos deben ser castigados para ejemplo de las generaciones que les sucederán.

La moneda sigue en el aire y la fuerza policial y jurídica,  arrasando la autonomía universitaria,  demuestran que tal dimensión del derecho constitucional es un viejo concepto romántico de  aquella malhadada Junta Militar de 1957, que soñó con los procesos reformistas de Córdova, cuando se planteó la democratización de la enseñanza superior,  contrario, claro está, a la política neoliberal actual que manda la privatización de todos los procesos de enseñanza aprendizaje en cualquiera de los niveles que corresponden, cueste lo que cueste.

Fuente: Grupo Red-FIAN 13 de Julio 2016.

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