Galel Cárdenas
En Honduras la clase dominante inventó diálogos a
veces divertidos, otras ofensivos y las mayoría de veces han sido monólogos con
careta de yo no fui.
Las
autoridades universitarias que han dejado atrás el concepto universal de Platón
y Sócrates sobre el método mayeútico de encontrar la verdad, ante la crisis que
han protagonizado por culpa de su propia visión de dominio clasista, no se han
sentado con los estudiantes para resolver el problema de derogar las normas académicas, aprobadas a espaldas de los
representantes verdaderos de sus facultades, de las cuales se quejan los estudiantes por
ser antidemocráticas, verticalistas y represivas.
Asumiendo
el discurso de los sofistas griegos que usaban la retórica con el ánimo de no
responder jamás a las cuestiones fundamentales en los juicios de los tribunales
helenos, hoy volviendo a esa vieja
práctica de querer envolver la mentira
con semi verdades, o la verdad de sus represiones con rodeos retóricos a los cuales
se les denomina en el discurso comunicativo, falacias de la lógica dominante.
El
caso de los estudiantes inculpados y enjuiciados por las autoridades universitarias y su aliado
político la Fiscalía General, de corte netamente nacionalista y de ideología
reaccionaria dictatorial, han llevado a los estudiantes a una especie de
encerrona gubernativa, donde se disfraza la voluntad política con las
dificultades que ofrece la ley.
Alegan
para ello la razón jurídica que sustenta al Estado de Derecho, la institucionalidad y la
impunidad como vectores para juzgar este horroroso caso de sedición y
usurpación de bienes nacionales, misma
razón que se aplica a los campesinos y obreros que demandan justicia social.
En
derredor de este alegato, dice la lógica y la retórica que existe una
argumentación que aplican los sofistas modernos represivos. Veamos.
Ad Baculum: es un argumento con el cual se apela
a la fuerza y el poder dominante, como
razón para establecer la verdad del acusador y llegar a la conclusión de que el
acusado es culpable.
Ad verecundiam: es un argumento que se usa para convencer a la parte contraria de
que existen preceptos judiciales que representan la autoridad y por ello es
necesario aplicar las medidas correctivas, forzosas, en perjuicio del acusado.
Ad hominen: es un argumento que se aplica en
contra de la opinión de los acusados y que se basa en la censura de los actos
reclamados del que está en el banquillo de los rebeldes, delincuentes y demás
apelativos.
Con
tales premisas los diálogos se convierten en monólogos porque la autoridad
asume que la razón judicial está de su parte y no hay forma de soslayar las
consecuencias legales que se invocan.
El
discurso entonces se convierte en un monólogo porque el acusado siempre estará
en desventaja ante la fuerza de la autoridad exhortada.
Las
dictaduras son así, y siempre bajo el manto de la superioridad, acompañadas de la fuerza
estatal competente, traída por los pelos a colación, a fin de castigar a como
dé lugar al inculpado, los estudiantes prácticamente son y serán delincuentes sediciosos
que han conspirado contra la institución del Estado como poder público.
Asumen
los argumentadores sofistas universitarios que la Universidad es el Estado
mismo, que está siendo des estructurado por la sedición estudiantil.
Autoridades universitarias y Fiscalía General están llamadas a castigar tal
delito de traición a la patria, al Estado,
a la nación, por consiguiente no hay forma de evitar la cárcel o la
inculpación delictiva.
Esta
actitud ha sido común cuando la clase fáctica posee el poder, pues, en su
demencial dictadura es capaz de calumniar, deformar y destruir la razón social,
para imponer la razón represiva del Ad Baculum. Mismo argumento que se le
aplicó al Presidente de Honduras cuando propuso consultar al pueblo si se
cambiaba la constitución de la república, entonces ordenaron asesinarlo o
extrañarlo del país.
Cuando
la fuerza de la injusticia asume la razón judicial para reprimir al rebelde, es
necesario mostrarle que el poder jurídico está por encima del poder social que
reclama justicia.
Y
allí entonces el sofista argumenta como un leguleyo de troche y moche a fin
de convencer al contrario que posee la razón, la cual como se ha de
observar es siempre invocatoria de la fuerza estatal que lo respalda.
La
policía, la Fiscalía General, los abogados, los decanos y la cúpula
universitaria necesitan enseñarle al estudiante que el sistema es así, y no hay
modo de darle vuelta o ponerlo siquiera en duda.
Los
estudiantes sediciosos deben ser castigados para ejemplo de las generaciones que
les sucederán.
La
moneda
sigue en el aire y la fuerza policial y jurídica, arrasando la
autonomía universitaria, demuestran que tal dimensión del derecho
constitucional
es un viejo concepto romántico de aquella
malhadada Junta Militar de 1957, que soñó con los procesos reformistas
de Córdova,
cuando se planteó la democratización de la enseñanza superior,
contrario, claro está, a la política neoliberal
actual que manda la privatización de todos los procesos de enseñanza
aprendizaje
en cualquiera de los niveles que corresponden, cueste lo que cueste.
Fuente: Grupo Red-FIAN 13 de Julio 2016.
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