Pero
más allá de la imagen que quieren presentar algunos “analistas” de un
país dividido, lo único que demuestra esa escasa diferencia es una
campaña electoral de alta intensidad en la que los votos del No carecen
de paternidad política, no hay ningún líder o partido político que pueda
atribuírselos, mientras que los votos del Sí se pueden contar como un
apoyo irrestricto al gobierno de cambio que encabeza Evo.
Una
vez conocidos los resultados finales y sobre todo debido al estrecho
margen entre una y otra opción, es necesario reflexionar con
detenimiento sobre los resultados y la campaña electoral, donde
encontramos algunos méritos de la derecha y el imperialismo, y algunos
errores del oficialismo, que serán clave analizar para encarar la
Bolivia 2016-2019. Es en los próximos 3 años donde la derrota táctica
sufrida en este referéndum puede servir como impulso para lograr una
victoria estratégica en 2019.
Factores de la derrota táctica
Podemos sintetizar en 5 los factores que han motivado la victoria del No en el referéndum:
a) Las clases medias. Esta
batalla era difícil de ganar, nunca se pudo revertir la idea instalada
en las clases medias que identifica democracia con alternancia. La
hegemonía del neoliberalismo en el ámbito cultural impide darse cuenta
que la verdadera democracia es que el pueblo pueda escoger su modelo
económico y político, así como los líderes para llevar adelante las
transformaciones que implican estos modelos.
b) Juventud. Otro
de los nuevos actores del panorama electoral a los que el proceso de
cambio no interpela como a otros pues no ha conocido el neoliberalismo
ni la desaparición del Estado. Actor, la juventud, que adopta posiciones
tremendamente individualistas (no hay más que recordar el hashtag
#RespetenMiVoto) pero que no se puede obviar, pues ya ha quedado
demostrado que las redes van a ser uno de los campos de batalla de cara a
2019. Asimismo, desde estos sectores ha emergido un preocupante
racismo, fruto de un colonialismo interno, soterrado en los últimos años
pero que no había desaparecido, que debe ser combatido de manera
inteligente.
c) Guerra sucia. La combinación de
sicariato mediático con el intento de construir una “revolución de
colores con características bolivianas”, todo ello con el apoyo de
operadores de la Embajada de Estados Unidos en Bolivia, cuando no del
mismo Encargado de Negocios Peter Brennan, es un factor que ha incidido
en la campaña electoral. No hay que exagerar su rol en la campaña, pero
sería un error aún mayor subestimarlo.
d) Errores propios. La
guerra sucia logró imponer una agenda mediática (Fondioc, Zapata, El
Alto) a la que no se supo responder oportunamente desde el oficialismo.
Con una estrategia comunicacional adecuada quizás se habría conseguido
arañar los votos suficientes como para darle la vuelta a los
porcentajes.
e) Eco regional. El reflujo del cambio de
época que vive América Latina también se dejó sentir en Bolivia. El
impacto de las victorias de la derecha en Argentina y Venezuela no se
consiguió detener en Bolivia, agravando la crisis del ciclo
nacional-popular en la región. Quienes sí lo tuvieron más claro que las
clases medias fueron los trabajadores migrantes bolivianos que votaron
en Argentina a favor del Sí en un porcentaje del 82%.
Horizontes para la victoria estratégica en 2019
Si
5 son las razones de la derrota del Sí en el referéndum, 5 son también
los horizontes que van a permitir la victoria y continuidad del proceso
de cambio en 2019:
a) Sujeto del cambio social. Ha
quedado demostrado quien está contra viento y marea con el proceso de
cambio, quien no abandona el proyecto que cristaliza en la figura de Evo
Morales ni en la peor de las circunstancias, y ese es el movimiento
indígena originario campesino y sectores aledaños. A ese sujeto es a
quien hay que dirigir las políticas sociales y beneficios del proceso de
cambio durante los próximos 3 años, dejándose de complejos con las
clases medias.
b) Programa. Se hace necesario definir
un horizonte programático con los sectores y organizaciones sociales.
Combinar la hasta ahora más que buena gestión y la ejecución de la
Agenda Patriótica 2025 con políticas hechas junto a los movimientos
sociales.
c) Normalidad revolucionaria. Pero dado que
la gestión no es sexy, después de 10 años de proceso de cambio hay que
pasar de la excepcionalidad utópica a la normalidad revolucionaria.
Debemos seguir profundizando el proceso de cambio y construir las bases
para avanzar en el proceso revolucionario, comenzando por la formación
política de las mayorías sociales.
d) Revolución ética. Y
para profundizar el proceso, es necesario desterrar cualquier indicio
de malas prácticas en la gestión pública, y perseguir de manera
implacable cualquier atisbo de corrupción entre los servidores públicos o
dirigentes políticos del proceso.
e) Liderazgo. Es
imprescindible cerrar filas detrás de la figura de Evo Morales, líder
insustituible de la revolución democrática y cultural boliviana. En
2018, a un año de las elecciones se decidirá quienes conforman el
binomio y habrá que asegurar el apoyo de todas y todos los militantes
del proceso para garantizar al menos el 50% de voto duro que permita
ganar las elecciones y por qué no, preparar el terreno para el regreso
de Evo como Presidente en 2025.
Es claro que se han cometido
errores durante la campaña, errores que han impedido ganar el
referéndum, pero el voto duro que no ha variado prácticamente desde el
54% que permitió ganar las elecciones en diciembre de 2005 y tras 10
años de gestión de gobierno, debería servir de pértiga con la que
superar todos los obstáculos que la derecha boliviana y el imperialismo
vayan colocando al proceso de cambio durante los 3 próximos años.
Algunas conquistas del proceso de cambio son ya irreversibles, no hay
más que ver como la oposición racista y xenófoba que atacaba la Asamblea
Constituyente golpeando y humillando a las hermanas y hermanos
campesinos e indígenas, se ha convertido en la mayor defensora de una
Constitución que consagra los derechos sociales, políticos y económicos
de las mayorías sociales. El pueblo boliviano ha votado No a la
repostulación, pero eso no implica un Sí al retorno del neoliberalismo,
sobre todo después de las enseñanzas que se extraen de la experiencia
argentina. Es necesario impedir que la derecha se apropie, y
resignifique la idea del cambio, es necesario priorizar las políticas
sociales para el sujeto del cambio, y generar políticas comunicacionales
para las clases medias y la juventud. Si corregimos estos errores, el
proceso de cambio se profundizará y los intentos de la derecha, a veces
con la complicidad de la izquierda lightberal, se verán frustrados
definiendo un horizonte que cuanto menos, se extiende hasta 2025. En
definitiva, y como escribió Hugo Moldiz en Twitter el 24 de febrero, con
Evo convertiremos la derrota táctica en victoria estratégica.
*Katu Arkonada es militante del proceso de cambio.
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