Por: Jimmy Bermúdez
“Vendrá el mañana libre. Vendrá la democracia;
Vendrá porque el dolor ha de unirnos a todos.
-Alfonso Guillén Zelaya
2015
fue el año de la esperanza. Miles de hondureñas y hondureños, producto
de uno de los mayores escándalos de corrupción, salimos a las calles
bajo una sola consigna “No más corrupción, queremos la CICIH”. La
petición popular fue producto de la crisis que vive Honduras, el
latrocinio contra el IHSS y de un sistema de justicia coludido con el
poder, el cual promueve la impunidad y la corrupción.
Para
quienes salimos Indignados, protestamos contra el sistema de corrupción
que impera en el país y cuya personificación se refleja en Juan Orlando
Hernández y la estructura criminal del Partido Nacional de Honduras.
Esta indignación acumulada constituye un aliciente para dar paso a un
proceso ciudadano, abierto y participativo que permita la construcción
de un sistema de justicia que combata la corrupción que agobia al país.
Producto
de la presión popular Juan Orlando Hernández se vio obligado a buscar
una salida a la crisis, ante ello dio paso de manera secreta y sin el
apoyo de la población a una serie de negociaciones que se concretaron el
19 de enero del 2016 con la firma de un convenio de cooperación entre
Juan Orlando Hernández (Honduras) y Luis Almagro (Organización de
Estados Americanos), encaminado a la instalación de la Misión de Apoyo
contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) un organismo
que busca servir de apoyo para el sistema de justicia colapsado.
Ante
ello cabe la pregunta ¿Será la MACCIH promotora de un sistema de
justicia efectivo? Para entender cuál será el papel que desempeñará la
MACCIH debemos saber que estará integrada por fiscales y expertos
internacionales que seleccionarán, asesorarán, evaluarán y certificarán a
fiscales hondureños. La asesoría de la MACCIH no resulta nada novedosa,
ha existido durante años en el sistema judicial, sin ningún resultado
favorable, en definitiva la MACCIH no garantiza la persecución de las
redes de corrupción que imperan en el país.
Junto
a la MACCIH, surge un observatorio para la fiscalización del sistema
judicial, el observatorio no tendrá incidencia en la depuración del
sistema de justicia, además genera un paralelismo con otros
observatorios que existen actualmente en el país.
La
MACCIH se presenta como un ente meramente observador del accionar del
sistema de justicia hondureño colapsado, no cuenta con una facultad que
permita operar con fuerza y beligerancia ante la corrupción que impera
en Honduras. La MACCIH es una opción que deberá probarse a sí misma en
cuanto a la efectividad, pero no es una respuesta que surja del
soberano, como lo demuestra un reciente sondeo de opinión elaborado por
el ERIC-SJ.
La
sociedad Hondureña ha demostrado estar harta de los liderazgos
políticos tradicionales, el sistema de partidos ha cambiado y ha dado a
nuevas fuerzas que desde la oposición han tomado las banderas ciudadanas
y actúan de frente y con transparencia ante el pueblo. La crisis
sistémica que vive Honduras es insostenible.
Los
hondureños y hondureñas requerimos de un pacto que surja de las
distintas expresiones de la sociedad, que se construya de manera
participativa e incluyente, una solución hondureña para los problemas de
Honduras. La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente es una
respuesta Soberana para iniciar a solventar la crisis que vive
Honduras.
http://criterio.hn/una-solucion-hondurena-la-crisis-honduras/
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