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La Tribuna.hn/ 9 de Mayo 2015 - 1:30 am.
No existe amor más grande que el de una madre por sus hijos y así lo demuestra doña Fidelina Cruz (42), quien no le pide a Dios riquezas, casa y mucho menos comida, la ilusión de ella es que sus hijos sean tratados por especialistas ante los problemas de demencia que los mantienen atrapados en un mundo infantil.
Su covacha está ubicada frente a la imponente Isla de El Tigre, en la comunidad de Coyolito, Amapala, Valle, ahí nacieron sus tres hijos, pero los dos mayores presentaron problemas psicológicos y hoy que ya son hombres, todavía no logran valerse por sí solos.
El mayor se llama Berlín Adrián, él ya cumplió los 18 años pero aún necesita ser cuidado como un pequeño de tres años, debido a que no puede pronunciar una palabra y permanece acostado en una hamaca con la mente en blanco.
“Berlín nació con problemas en la garganta y no puede hablar”, dijo la acongojada madre, mientras lo miraba con los ojos húmedos, pues las lágrimas le rodaron por sus mejíllas al recordar los duros momentos que le ha tocado vivir con sus retoños.
“Cuando Berlín estaba pequeño lo mandé a la escuela pero nunca aprendió nada, y por último el maestro me dijo que tenía problemas mentales y que de nada servía que siguiera yendo y lo saqué”, comentó.
Igual sucedió con Manuel de Jesús de 16 años, este joven es un poco más activo, pero también padece de problemas de personalidad, le dan ataques de epilepsia, expresa pocas palabras, no se baña por si solo y camina distraído a la orilla de la carretera lanzando piedras.
Por la gracia de Dios, Wilmer su hijo más pequeño de 14 años no presentó ningún problema y hoy está en el segundo curso de ciclo común.
POBREZA
Los extremos niveles de pobreza que viven en su comunidad fueron la causa de que nunca los llevara a donde un especialista, pese a que en el centro de salud le han hecho las remisiones.
“Uno es tan pobre que nunca tiene suficiente dinero para llevarlos”, expresó la señora quien no trabaja porque ha dedicado toda una vida a cuidar a sus hijos que necesitan atención las 24 horas del día, ya que no han logrado desarrollar sus capacidades motoras e intelectuales.
El esposo de doña Fidelina es Manuel de Jesús Rivas (45) y se gana la vida como jardinero, ganando 2,200 lempiras, dinero que les sirve para cubrir las necesidades de la casa, pero no ajusta para medicinas, ni para la comida.
Para sobrevivir doña Fidelina pide o compra cabezas de pescado y así le hace sopa a sus retoños mezclándolas en agua hervida con mínimo verde, plátano o sal y así mantenerlos al menos con vida.
“Siempre le damos gracias a Dios por lo poquito que tenemos, aunque no ajustamos a pagar la pulpería, siempre estamos conformes con lo que Dios hace”, exclama acongojada la humilde mujer.
TRISTEZA
“Para mí no hay alegría en el Día de la Madre”, todo es muy difícil, a veces pienso que siempre me voy a mantener en esta vida bien dura, porque nunca tendré un descanso o alegría, pasar de forma diferente”, manifestó.
Cada día cuando desciende el sol en el horizonte de la bella bahía de Amapala, culmina un tiempo de amargura para esta madre que ha dedicado toda una vida a darle amor y apoyo a sus vástagos, “es duro ver a un hijo en esas condiciones”, comenta mientras se limpia las lágrimas.
En esta covacha, que les ayudó a construir el alcalde de Amapala vive la madre con sus hijos y su esposo.
La señora conoce que hace unos meses el gobierno central decidió intervenir el municipio de Amapala con la intención de ayudar a su población, donde el 96 por ciento está sumida en la pobreza.
Así guarda la esperanza que la Primera Dama o especialistas lleguen a su pobre aposento y le den una vida mejor a sus hijos, “si las cosas cambiaran con medicamentos yo sería feliz, porque ellos no hacen nada, solo pasan aquí en la casa”.
Las personas que quieran colaborar con doña Fidelina y sus hijos pueden llamarla al número celular (504) 8823-0308. (YB)
http://www.latribuna.hn/2015/05/09/madre-llora-demencia-de-sus-hijos-no-quiero-riquezas-solo-que-ellos-reciban-tratamiento/
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