Mientras impunidad
prevalece
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San
Pedro Sula convulsiona de violencia
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En
el sector Pradera, la gente se acostumbra. Se acostumbra a la guerra territorial
entre grupos criminales, al estado de sitio que en algunas colonias prevalece,
hasta a la estigmatización de que todo el que vive allí es sospechoso. Se
acostumbran a muchas cosas, pero de repente la muerte se les pone de frente. En
una semana 9 niños han sido asesinados, todos con el mismo patrón y las
autoridades ponen en el banquillo de acusados a miembros de la pandilla 18...Leer más
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NUESTRA
PALABRA
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La
fantasía de Don Juan
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Entre
sus muchas fantasías, en esta ocasión destacamos apenas una. Por el modo de
hablar sobre lo que ocurre en el país, Don Juan se cree la fantasía de que
Honduras está compuesta por dos tipos de personas: las activistas que, como
serviles, cumplen y aceptan a rajatabla lo que dice, y las ignorantes o tontas
que se tragan sus fantasías y mentiras como si fuesen verdad.
No
vemos como errores principales sus otras fantasías y mentiras –allá él si se las
cree--, ni su devoción religiosa por el militarismo o su piadosa inclinación a
las multinacionales, especialmente las que vienen a quedarse con trozos de
territorios, y las explotadoras de minería y otros recursos naturales. Esos
errores se ensombrecen ante su fantasía principal: con su lenguaje pueril y con
su estilo de mando al modo de quien se dirige a sus serviles activistas,
hacernos creer que todo eso que está haciendo es bueno para la sociedad, y que
jugar al gran dictador es lo mejor para el país.
Don
Juan es un hombre joven, pero habla y piensa como un trasnochado dictador de la
primera mitad del siglo veinte. Y se cree que todo mundo es como aquella
sociedad del ya lejano siglo pasado que tuvo que cargar en sus angustias el
encierro y el entierro de las megalomanías que hoy emergen en Don Juan, con su
rostro joven y su rictus que emula a los antiguos caudillos de haciendas y
potreros.
Como
buen servidor del capital, Don Juan elogia y da la bienvenida a quienes traen
bajo el brazo las maquetas de las Zonas Especiales de Desarrollo o Ciudades
Modelo, se humilla ante sus promotores, ante las multinacionales y ante el poder
que emana del imperio; mientras dentro del país, con su plan de “Guardianes de
la patria” amasa conciencias infantiles para asegurar obediencias ciegas
“apolíticas y no deliberantes”.
En
los hechos, Don Juan emerge con su firme conciencia de caudillo: emula a los que
están por encima de su frente, y ante ese capital transnacional se comporta como
un servil y obediente adulador; pero con ese mismo fervor humilla, desprecia y
exige adulación a los que están bajo sus pies, y acaba pagando esa obediencia
ciega con migajas y limosnas, justo lo que representan sus programas sociales de
beneficencia.
En
su fantasía de emular a los dictadores de antaño, Don Juan acaba oyendo lo que
nadie dice y mirando lo que no existe. Oye que a fuerza de su voluntad la
violencia va en picada, y en lugar de gente muerta de hambre o muerta por la
violencia criminal acaba viendo que a sus cien días de mandar, toda la gente ya
está en “una vida mejor”. Bien dicen que no hay peor sordo que el que no quiere
oír ni más ciego que el que no quiere ver.
Así
va la vida en la mente de Don Juan. Y una mente así acaba finalmente olvidando
que Honduras es más que un pueblo de activistas serviles y de gente ignorante y
tonta. Desde su fantasía no podrá saber jamás que hay mucha gente convencida que
un aprendiz de Dictador, como Usted Don Juan, ya no solo no tiene cabida en el
presente siglo, sino que ni siquiera tiene un lugar en el pasado, y menos
todavía puede tener su nombre un cupo en el futuro.
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