Honduras,San Pedro Sula,
Si Daniel Antonio Ortega se descuida un instante, su bebé recién nacido
corre el riesgo de morir. La vida del niño está en sus manos. Para
enviar aire a sus pulmones debe presionar el ambú cada tres segundos y
soltarlo otros tres.
Durante tres días, Daniel y su esposa Ericka Huete se turnan para bombear el aparato que ayuda a respirar al bebé.
La historia de los Ortega es una de cientos que se viven a diario en la sala de emergencia pediátrica del hospital Mario Rivas , donde padres, médicos y enfermeras realizan una labor titánica para atender una creciente demanda de pacientes en medio de la deficiente infraestructura, carencia de equipo y escasez de personal.
La sala fue diseñada para 35 niños, pero hay entre 80 y 90 cada día y las autoridades alzan la voz para clamar por ayuda.
El recién nacido de los Ortega requería un ventilador mecánico, pero en la emergencia pediátrica no había disponibles. Sus padres hacen el trabajo del aparato: presionan el ambú y permanecen de pie junto a la cuna hasta 24 horas sin parar.
“Por los hijos, cualquier cosa. Es difícil esta situación. Pensar que si uno se duerme el niño se puede morir porque hay que apretar y soltar contando hasta tres”, relató el padre de familia.
La tarea terminó gracias a que otro menor se recuperó y desocupó la máquina que ocupa su hijo, de solo 17 días de nacido.
Todos los días se observa esta misma escena: padres de familia contribuyendo a rescatar de la muerte a sus pequeños. El lunes, otros cinco padres se alternaban con los estudiantes de Medicina. Ese día, la vida de 13 menores dependía de estar conectados a un ventilador mecánico, pero en la sala solo hay 8.
Triste calamidad
Permanecer en la emergencia pediátrica es deprimente. Niños que lloran de dolor, impotencia en el rostro de los padres, enfermeras y médicos que van y vienen haciendo hasta lo imposible por salvar vidas.
Las condiciones en que son atendidos son lamentables. Los menores son ubicados de dos en dos y hasta cuatro en una sola camilla o cuna porque faltan y no hay espacio.
El personal de esta área se las arregla para atenderlos en medio de innumerables carencias. “Las condiciones en que trabajamos no son adecuadas. Hay hacinamiento, infecciones cruzadas que se producen porque hay hasta tres niños en una cuna”, expresó Jorge Villacorta, jefe de pediatría.
El médico no niega ni oculta la crítica situación que está a la vista de todo el personal y de los padres. Esta realidad tampoco es ajena para los niños.
Los que ya son más grandes y entienden saben que no pueden estirar mucho sus piernas porque pueden lastimar al menor que está en el otro extremo de la camilla.
La prueba son Alex y Mario: tienen 12 y 9 años y son atendidos en una sola cama. “Me siento en la silla y para que mi hijo duerma un poco mejor le cargo los pies. Solo tiene la mitad del cuerpo en la camilla porque la otra mitad es del otro niño”, comentó uno de los padres.
Él compró la colchoneta donde duerme su niño porque la cama que le asignaron no tenía.
Lesli Pineda, jefa de enfermería de la emergencia pediátrica del Mario Rivas , indicó que no tienen suficiente ropa de cama. La prueba está en la sala, donde varios menores están acostados en los puros colchones.
Aunque no tengan camas ni equipo disponible, en emergencia no despachan a ningún menor que llega con necesidad de medicina. Esta sala atiende de cuatro mil a cinco mil niños al mes.
Los médicos y enfermeras utilizan su ingenio para asistirlos. En la sala se observan botes de agua con tubos plásticos añadidos y atados con gasas que ayudan a respirar mejor al niño. Para darles calor utilizan focos.
Un pequeño hospital
La sala de emergencia pediátrica se ha convertido en un pequeño hospital dentro del Mario Rivas. En ella hay una pequeña área para neonatos con el aire acondicionado en mal estado. Aunque el espacio está adaptado para 8 niños, permanecen un promedio de 20.
También está la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para prematuros, donde solo hay capacidad para 3 niños. En la UCI para los más grandes, el espacio es para cuatro y permanecen unos ocho.
En emergencia pediátrica, hasta los pasillos sirven de salas.Ese espacio que debería permanecer libre es ocupado por unos 25 menores.
En el espacio para los menores no graves, el cupo es para 8 y hay 21. “Ya no cabemos. No hemos crecido como han crecido las necesidades de la población”, añadió el médico.
El Mario Rivas recibe referencia de hospitales de 10 departamentos y atiende una población de más de 3.5 millones de habitantes.
“Todos los niños graves de los hospitales de área los mandan para acá. No tenemos condiciones para atender, no tenemos ni siquiera camillas”, comentó el galeno.
El hospital sampedrano se inauguró en agosto de 1990 con un total de 120 camas pediátricas. Hoy tiene apenas 84 camas más en todo el bloque.
El médico lamentó: “Tenemos una sala de recién nacidos dentro de la emergencia. Esto no debería existir en ningún lugar del mundo, pero la sala cuna de neonatos está abarrotada y se llena con los pacientes que nacen acá”.
En el área de filtro, el paciente es atendido inicialmente. “Los no graves son pacientes que necesitan estar hospitalizados y al no haber cupos en sala se quedan en emergencia; son los que están en los pasillos. Las unidades de pacientes graves y recién nacidos surgen por la incapacidad de que los enfermos accedan a una unidad de cuidados intensivos pediátricos o a una sala cuna del hospital”, refirió el médico.
La población más vulnerable es la más expuesta en esta sala de emergencia que demanda urgente ayuda, ya que son deplorables las condiciones en las que los menores son atendidos.
Durante tres días, Daniel y su esposa Ericka Huete se turnan para bombear el aparato que ayuda a respirar al bebé.
La historia de los Ortega es una de cientos que se viven a diario en la sala de emergencia pediátrica del hospital Mario Rivas , donde padres, médicos y enfermeras realizan una labor titánica para atender una creciente demanda de pacientes en medio de la deficiente infraestructura, carencia de equipo y escasez de personal.
La sala fue diseñada para 35 niños, pero hay entre 80 y 90 cada día y las autoridades alzan la voz para clamar por ayuda.
El recién nacido de los Ortega requería un ventilador mecánico, pero en la emergencia pediátrica no había disponibles. Sus padres hacen el trabajo del aparato: presionan el ambú y permanecen de pie junto a la cuna hasta 24 horas sin parar.
“Por los hijos, cualquier cosa. Es difícil esta situación. Pensar que si uno se duerme el niño se puede morir porque hay que apretar y soltar contando hasta tres”, relató el padre de familia.
La tarea terminó gracias a que otro menor se recuperó y desocupó la máquina que ocupa su hijo, de solo 17 días de nacido.
Todos los días se observa esta misma escena: padres de familia contribuyendo a rescatar de la muerte a sus pequeños. El lunes, otros cinco padres se alternaban con los estudiantes de Medicina. Ese día, la vida de 13 menores dependía de estar conectados a un ventilador mecánico, pero en la sala solo hay 8.
Triste calamidad
Permanecer en la emergencia pediátrica es deprimente. Niños que lloran de dolor, impotencia en el rostro de los padres, enfermeras y médicos que van y vienen haciendo hasta lo imposible por salvar vidas.
Las condiciones en que son atendidos son lamentables. Los menores son ubicados de dos en dos y hasta cuatro en una sola camilla o cuna porque faltan y no hay espacio.
El personal de esta área se las arregla para atenderlos en medio de innumerables carencias. “Las condiciones en que trabajamos no son adecuadas. Hay hacinamiento, infecciones cruzadas que se producen porque hay hasta tres niños en una cuna”, expresó Jorge Villacorta, jefe de pediatría.
El médico no niega ni oculta la crítica situación que está a la vista de todo el personal y de los padres. Esta realidad tampoco es ajena para los niños.
Los que ya son más grandes y entienden saben que no pueden estirar mucho sus piernas porque pueden lastimar al menor que está en el otro extremo de la camilla.
La prueba son Alex y Mario: tienen 12 y 9 años y son atendidos en una sola cama. “Me siento en la silla y para que mi hijo duerma un poco mejor le cargo los pies. Solo tiene la mitad del cuerpo en la camilla porque la otra mitad es del otro niño”, comentó uno de los padres.
Él compró la colchoneta donde duerme su niño porque la cama que le asignaron no tenía.
Lesli Pineda, jefa de enfermería de la emergencia pediátrica del Mario Rivas , indicó que no tienen suficiente ropa de cama. La prueba está en la sala, donde varios menores están acostados en los puros colchones.
Aunque no tengan camas ni equipo disponible, en emergencia no despachan a ningún menor que llega con necesidad de medicina. Esta sala atiende de cuatro mil a cinco mil niños al mes.
Los médicos y enfermeras utilizan su ingenio para asistirlos. En la sala se observan botes de agua con tubos plásticos añadidos y atados con gasas que ayudan a respirar mejor al niño. Para darles calor utilizan focos.
Un pequeño hospital
La sala de emergencia pediátrica se ha convertido en un pequeño hospital dentro del Mario Rivas. En ella hay una pequeña área para neonatos con el aire acondicionado en mal estado. Aunque el espacio está adaptado para 8 niños, permanecen un promedio de 20.
También está la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para prematuros, donde solo hay capacidad para 3 niños. En la UCI para los más grandes, el espacio es para cuatro y permanecen unos ocho.
En emergencia pediátrica, hasta los pasillos sirven de salas.Ese espacio que debería permanecer libre es ocupado por unos 25 menores.
En el espacio para los menores no graves, el cupo es para 8 y hay 21. “Ya no cabemos. No hemos crecido como han crecido las necesidades de la población”, añadió el médico.
El Mario Rivas recibe referencia de hospitales de 10 departamentos y atiende una población de más de 3.5 millones de habitantes.
“Todos los niños graves de los hospitales de área los mandan para acá. No tenemos condiciones para atender, no tenemos ni siquiera camillas”, comentó el galeno.
El hospital sampedrano se inauguró en agosto de 1990 con un total de 120 camas pediátricas. Hoy tiene apenas 84 camas más en todo el bloque.
El médico lamentó: “Tenemos una sala de recién nacidos dentro de la emergencia. Esto no debería existir en ningún lugar del mundo, pero la sala cuna de neonatos está abarrotada y se llena con los pacientes que nacen acá”.
En el área de filtro, el paciente es atendido inicialmente. “Los no graves son pacientes que necesitan estar hospitalizados y al no haber cupos en sala se quedan en emergencia; son los que están en los pasillos. Las unidades de pacientes graves y recién nacidos surgen por la incapacidad de que los enfermos accedan a una unidad de cuidados intensivos pediátricos o a una sala cuna del hospital”, refirió el médico.
La población más vulnerable es la más expuesta en esta sala de emergencia que demanda urgente ayuda, ya que son deplorables las condiciones en las que los menores son atendidos.
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Politización de compras aprobadas por el congreso pese a la crisis económica y la enorme deuda interna y externa.
"El Congreso Nacional aprobó el decreto para la adquisición de mil
millones de lempiras en bolsas de cemento el 19 de marzo pasado, bajo la
figura de ayuda a municipios de Honduras."
Pero ese cemento ha sido utilizado en campaña política en favor del candidato presidencial del partido de gobierno en las elecciones de noviembre y presidente actual del Congreso Nacional . Entre otros,también se aprobó un millonario contrato de arrendamiento de lanchas con una empresa holandesa para uso de la fuerza naval,mientras los hospitales como el citado carecen de medicinas y aparatos médicos necesarios o ampliaciones para mejorar sus servicios a los pacientes.
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