El
ex Presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula Da Silva, es un ejemplo a
imitar en América Latina porque logró sacar de la pobreza a 28 millones
de pobres en ese país suramericano.
En
su experiencia como mandatario comprometido en resolver los problemas
fundamentales de esa nación, como el desempleo, la salud y educación,
logró huellas tangibles en su corto período.
Cómo es posible que una nación, principalmente cuando en los gobiernos militares prevalecía el subdesarrollo, sin embargo, en 5 años Brasil se convirtió en la décima economía del mundo.
Qué
pudo lograr ese cambio abismal, cuando en el caso de Honduras cada
gobierno que pasa es una gran pesadilla para los cerca de 8 millones de
habitantes.
En
la reflexión de Lula expresa que en su primer día de gobierno hizo que
el Presidente del Banco Central y el Ministro de Hacienda le acompañaran
para visitar los lugares más pobres de Brasil.
Tal
estrategia iba encaminada a que ambos funcionarios, responsables de las
finanzas del Estado, se comprometieran a realizar multimillonarias
inversiones a favor de los más pobres.
Lula,
cuenta sin ninguna vergüenza, probó pan hasta los 7 años, pues él
proviene de esas zonas paupérrimas, además, el café que consumía era de
harina de Yuca.
Entre
los resultados que indican el grado de beneficio a favor de las grandes
mayorías de Brasil fue aumentar en un 62 por ciento el salario en 5
años.
Mientras
los economistas capitalistas le auguraban incremento de inflación por
el aumento del salario mínimo, tal vaticinio no ocurrió porque los
precios de consumo básico permanecieron estables.
En
el caso de Honduras, donde impera una oligarquía tan atrasada y
reaccionaria, poco le importa que los pobres mejoren sus condiciones de
vida, únicamente le interesa sus pocas familias.
Esta
oligarquía, que no alcanza la categoría de burguesía, si fuera
inteligente le sacara provecho a los pobres, porque mejorando sus
condiciones de vida, serían sus clientes en comprar sus mercancías.
De
ahí el por qué Lula afirma que “no hay nada más barato que invertir en
los pobres”, la respuesta es sencilla, si los más necesitados viven
mejor tienen mayor capacidad de compra.
“Cuando
empecé mi gobierno—dijo Lula – el 10 por ciento de la población cogía
la mitad del dinero del país y le dejaban a los pobres apenas el 10 por
ciento”-
Entre
sus indicadores positivos en su mandato, el ex líder sindical, redujo
la desnutrición en un 73 por ciento y la mortalidad infantil en un 45
por ciento, construyó 214 nuevas escuelas y abrió 14 universidades
federales.
En
mensaje a los oligarcas Lula, en cuanto a la mejoría social de las
grandes mayorías, les dice “los ricos también se benefician cuando los
pobres dejan de serlo”.
También,
como parte del buen trabajo que hizo en su administración, pagó al
Fondo Monetario Internacional 16 mil millones de dólares y, a ese mismo
organismo, le concedió en préstamo 14 mil millones de dólares a ese
organismo para ayudar a los países ricos, en crisis a nivel mundial.
Ojalá
en Honduras las cosas cambiaran con el ejemplo citado, pues el
presupuesto de 140 mil millones de lempiras anuales el 33 por ciento se
pierde en corrupción y el 12 por ciento en la ineficiencia
gubernamental, a esto le agregamos el 30 por ciento para la burocracia
parasitaria, qué nos queda en obras sociales del pueblo.
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