La
Irrupción de los Outsiders
¡Sí
señoooooooor!
Sergio Suazo
“Los políticos, como
los pañales hay que cambiarlos
con frecuencia, y por
los mismos motivos”
No resulta ocioso
recordar una vez más la pérdida de centralidad que los partidos políticos han experimentado
en las sociedades modernas, sin que ello signifique obviar su importancia
dentro del régimen político por cuanto aún conservan parte de las
identificaciones que en ellos encuentran sectores de la población, y porque son
actores claves de la llamada democracia liberal dentro de cuyos marcos
jurídico-políticos adquieren legitimidad y reconocimiento los actuales
movimientos sociales y políticos, que agitan al sub continente.
El malestar
popular hacia los partidos también es extensivo a la democracia aunque ésta
mantiene importantes niveles de apoyo ciudadano, la desafección se expresa
además, en rechazo a las élites políticas, a la política institucional oficial,
a la política misma en la llamada “crisis de la política” cuya manifestación más
visible y contundente es la abstención electoral.
Lo anterior ha
llevado a que se argumente con fundamento, que después de las transiciones
democráticas en América Latina, ganó la democracia pero perdió la política,
precisamente porque desde ella, los partidos políticos han ido perdiendo su
capacidad de convocatoria, producto a la vez, de su incapacidad para traducir
los intereses y las expectativas populares. Estas incapacidades han llevado a
que a los partidos se les haya dejado de considerar como la comunidad de
comunidades, porque ya no son portadores de ideas, proyectos y menos de nuevas
utopías; hoy se les mira como portadores de intereses de grupos oligárquicos y
de camarillas que usufructúan los bienes y servicios que producen las
sociedades.
Cuando el Estado
no puede generar empleos estables sucede lo que se denomina “informalidad
económica”, algo parecido ocurre cuando los partidos y las élites políticas
carecen de una visión y cultura democrática, aparece la “informalidad política”
y de ella surgen los anti partidos unas veces, anti sistema otras, hablamos de
los outsiders
en contraposición de los political
insider.
Este último
término sirve para designar a “aquellos dirigentes, consultores u operadores
políticos que por sus contactos y vínculos de confianza con las élites,
permanecen siempre cerca del poder”. En cambio los outsiders, son personajes que aprovechando el malestar y la
desafección de la política, incursionan en ella desde posiciones de la anti
política con un rechazo manifiesto a los políticos, desprecian las formas
tradicionales de hacer política y suelen culpar a sus figuras de todos los
males del país.
Literalmente outsiders significa “afuerino”,
“extraño”, “independientes” personajes que no pertenecen a lo que en inglés se
denomina establishment (la clase dirigente), se nutren del
descontento social para obtener réditos electorales. Poseen una larga tradición
en la Ciencia Política norteamericana, se caracterizan por no tener contactos
directos con el poder y normalmente están excluidos de las redes e
instituciones que reproducen las distintas manifestaciones de poder, y según
esto, lo que mejor define a los outsiders
es que provienen de fuera del sistema político, del Estado y de los
partidos.
En el caso de
Honduras, y ante el fracaso manifiesto de la oligarquía por recomponer la
fractura que produjo el golpe de Estado militar en el régimen político, en
forma desesperada echa mano a un personaje que por su exposición
mediática, puede cumplir el papel de
“salvador” del sistema con un discurso neo populista, con “liderazgo”
carismático y anti político con pretensiones de identificación con el pueblo.
El surgimiento de
un outsider como Salvador Nasrala, es
una muestra más del fracaso de los partidos tradicionales pero que ni se
inmutan por ello, al contrario, en una manifestación de su incapacidad para
entender los fenómenos de la política, argumentan – en un alarde de ignorancia-
que entre más partidos más democracia. Cualquier manual de Ciencia Política
enseña que no existe constatación empírica que demuestre la relación entre el
número de partidos y el carácter democrático del sistema; es más, en la medida
que existan más partidos, cuanto más es la dispersión de los votos lo que a la
larga, dificulta mucho llegar a acuerdos entre las fuerzas representadas en las
instituciones, hecho que complica en demasía eso que todavía llaman
gobernabilidad.
Los riesgos que
conlleva el surgimiento de éstos fenómenos es que “la anti política y los
outsider representan para democracia un reto de incertidumbre; es decir, la
anti política se ubica entre el neo populismo y el modelo de democracia
corporativa, que tiende hacia una forma de ejercer el poder personalizado
apegado a veces a criterios no institucionalizados”. Por otro lado, el outsider a través del discurso anti política propugna
en el fondo, por la despolitización de la sociedad y se concentra en la lógica
del “cosismo”, es decir, enfocarse en hacer cosas sobre todo, apoyándose en las
necesidades más urgentes de la población que tienen que ver con su inmediatez, y, en ello, está el aprovechamiento para
justificar su neo populismo con una
ideología de derecha que el caso mencionado, al golpe de Estado Fascista de
Chile en 1973, lo llama “pronunciamiento militar” de la misma manera que en
Chile lo denomina el pinochetismo más extremo.
El outsider no garantiza el funcionamiento
democrático de las instituciones porque desconfía de ellas, desarrolla un
estilo de hacer política alternativo al que hacen los partidos, refuerza el
liderazgo personalista y es muy propenso a modificar las reglas del juego a
favor de sus propuestas. El ejemplo donde se puso de manifiesto lo anterior,
fue la llegada al poder de Alberto Fujimori en la década de 1990 en Perú, con
las consecuencias nefastas que trajo para democracia en aquel país.
Para finalizar, las
fuerzas políticas progresistas deben estar atentas para contra restar esta
maniobra de la oligarquía porque si llega hasta convertirla en opción electoral
para el año 2013, con toda seguridad producirá dispersión de votos, ante lo que
se debe tener un opción para hacer frente a esa posibilidad en términos de
evitar que pueda representar un peligro para el ascenso político del partido de
La Resistencia.
S. L. 23/10/2011
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