lunes, 24 de octubre de 2011

La Irrupción de los Outsiders ¡Sí señoooooooor!



 La Irrupción de los Outsiders
¡Sí señoooooooor!

Sergio Suazo
“Los políticos, como los pañales hay que cambiarlos
con frecuencia, y por los mismos motivos”

No resulta ocioso recordar una vez más la pérdida de centralidad que los partidos políticos han experimentado en las sociedades modernas, sin que ello signifique obviar su importancia dentro del régimen político por cuanto aún conservan parte de las identificaciones que en ellos encuentran sectores de la población, y porque son actores claves de la llamada democracia liberal dentro de cuyos marcos jurídico-políticos adquieren legitimidad y reconocimiento los actuales movimientos sociales y políticos, que agitan al sub continente.
El malestar popular hacia los partidos también es extensivo a la democracia aunque ésta mantiene importantes niveles de apoyo ciudadano, la desafección se expresa además, en rechazo a las élites políticas, a la política institucional oficial, a la política misma en la llamada “crisis de la política” cuya manifestación más visible y contundente es la abstención electoral.
Lo anterior ha llevado a que se argumente con fundamento, que después de las transiciones democráticas en América Latina, ganó la democracia pero perdió la política, precisamente porque desde ella, los partidos políticos han ido perdiendo su capacidad de convocatoria, producto a la vez, de su incapacidad para traducir los intereses y las expectativas populares. Estas incapacidades han llevado a que a los partidos se les haya dejado de considerar como la comunidad de comunidades, porque ya no son portadores de ideas, proyectos y menos de nuevas utopías; hoy se les mira como portadores de intereses de grupos oligárquicos y de camarillas que usufructúan los bienes y servicios que producen las sociedades.
Cuando el Estado no puede generar empleos estables sucede lo que se denomina “informalidad económica”, algo parecido ocurre cuando los partidos y las élites políticas carecen de una visión y cultura democrática, aparece la “informalidad política” y de ella surgen los anti partidos unas veces, anti sistema otras, hablamos de los outsiders en contraposición de  los political insider.

Este último término sirve para designar a “aquellos dirigentes, consultores u operadores políticos que por sus contactos y vínculos de confianza con las élites, permanecen siempre cerca del poder”. En cambio los outsiders, son personajes que aprovechando el malestar y la desafección de la política, incursionan en ella desde posiciones de la anti política con un rechazo manifiesto a los políticos, desprecian las formas tradicionales de hacer política y suelen culpar a sus figuras de todos los males del país.
Literalmente outsiders significa “afuerino”, “extraño”, “independientes” personajes que no pertenecen a lo que en inglés se denomina establishment  (la clase dirigente), se nutren del descontento social para obtener réditos electorales. Poseen una larga tradición en la Ciencia Política norteamericana, se caracterizan por no tener contactos directos con el poder y normalmente están excluidos de las redes e instituciones que reproducen las distintas manifestaciones de poder, y según esto, lo que mejor define a los outsiders es que provienen de fuera del sistema político, del Estado y de los partidos.
En el caso de Honduras, y ante el fracaso manifiesto de la oligarquía por recomponer la fractura que produjo el golpe de Estado militar en el régimen político, en forma desesperada echa mano a un personaje que por su exposición mediática,  puede cumplir el papel de “salvador” del sistema con un discurso neo populista, con “liderazgo” carismático y anti político con pretensiones de identificación con el pueblo.
El surgimiento de un outsider como Salvador Nasrala, es una muestra más del fracaso de los partidos tradicionales pero que ni se inmutan por ello, al contrario, en una manifestación de su incapacidad para entender los fenómenos de la política, argumentan – en un alarde de ignorancia- que entre más partidos más democracia. Cualquier manual de Ciencia Política enseña que no existe constatación empírica que demuestre la relación entre el número de partidos y el carácter democrático del sistema; es más, en la medida que existan más partidos, cuanto más es la dispersión de los votos lo que a la larga, dificulta mucho llegar a acuerdos entre las fuerzas representadas en las instituciones, hecho que complica en demasía eso que todavía llaman gobernabilidad.
Los riesgos que conlleva el surgimiento de éstos fenómenos es que “la anti política y los outsider representan para democracia un reto de incertidumbre; es decir, la anti política se ubica entre el neo populismo y el modelo de democracia corporativa, que tiende hacia una forma de ejercer el poder personalizado apegado a veces a criterios no institucionalizados”. Por otro lado, el outsider  a través del discurso anti política propugna en el fondo, por la despolitización de la sociedad y se concentra en la lógica del “cosismo”, es decir, enfocarse en hacer cosas sobre todo, apoyándose en las necesidades más urgentes de la población que tienen que ver con su inmediatez,  y, en ello, está el aprovechamiento para justificar su  neo populismo con una ideología de derecha que el caso mencionado, al golpe de Estado Fascista de Chile en 1973, lo llama “pronunciamiento militar” de la misma manera que en Chile lo denomina el pinochetismo más extremo.
El outsider no garantiza el funcionamiento democrático de las instituciones porque desconfía de ellas, desarrolla un estilo de hacer política alternativo al que hacen los partidos, refuerza el liderazgo personalista y es muy propenso a modificar las reglas del juego a favor de sus propuestas. El ejemplo donde se puso de manifiesto lo anterior, fue la llegada al poder de Alberto Fujimori en la década de 1990 en Perú, con las consecuencias nefastas que trajo para democracia en aquel país.
Para finalizar, las fuerzas políticas progresistas deben estar atentas para contra restar esta maniobra de la oligarquía porque si llega hasta convertirla en opción electoral para el año 2013, con toda seguridad producirá dispersión de votos, ante lo que se debe tener un opción para hacer frente a esa posibilidad en términos de evitar que pueda representar un peligro para el ascenso político del partido de La Resistencia.
S. L. 23/10/2011
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