ALAI AMLATINA, 14/07/2016.-
En Estados Unidos en el año
2015, la policía
mató a 990 personas según el conteo Fatal
Force del Washington
Post. Y
hasta el 13 de julio de 2016, la policía había matado a 518
personas. Una
cantidad desproporcionada de las víctimas de la violencia
policial son jóvenes
afroamericanos.
Michael Eric Dyson, profesor de
sociología en Georgetown, dijo:
"Está claro que ustedes, los estadounidenses blancos, nunca nos
entenderán.
Somos una nación de casi 40 millones de almas negras dentro de
una nación de
más de 320 millones.
No todos pensamos lo mismo… pero hay algo
con lo que la
mayoría de nosotros estamos de acuerdo: No queremos que los
policías nos maten
-sin el temor de ser juzgados algún día, ni mucho menos de ir a
la cárcel-
incluso cuando el mundo nos ve morir en videos caseros.
Nunca
entenderán el
desamparo que sentimos al observar estos sucesos, una y otra
vez, mientras las
imágenes temblorosas cuentan una historia más dura de lo que los
ojos están
dispuestos a creer: que la vida de los negros valga tan poco;
que las muertes
de dos hombres negros, Alton Sterling y Philando Castile, hayan
sido
registradas en film esta semana, y que hayan sucedido mientras
mirábamos cómo los
policías disparaban sus armas. La policía forma parte de una
guerra no
declarada contra la negritud [...] Nos sentimos indefensos para
hacerles
entender que nuestras vidas negras deberían importar. Nos
sentimos indefensos
para evitar que ustedes sigan matando gente negra...".[1]
Lucha
por los derechos de
los afroamericanos: "No confundir visibilidad con poder"
El clamor por "Las vidas de los
negros importan" ha
sido el estandarte del movimiento social Black Lives Matter,
surgido hace tres
años en el pico de la violencia policial contra los
afroamericanos, latinos y
otros grupos étnicos. Alicia Garza, cofundadora de Black Lives
Matter, señaló
que si bien el movimiento ha crecido y adquirido fuerza a nivel
nacional, es
necesario expandir el trabajo realizado en estos años, ir más
allá del
despertar cultural y plasmarlo en una transformación real, para
que la
visibilidad dé paso al poder y que se haga realidad la consigna
de que las
vidas de los negros realmente importen. Advirtió: “Creo que la
gente puede confundir
visibilidad con poder. La realidad es que las condiciones en
nuestra comunidad
no son muy diferente a lo que eran antes”.[2]
El panorama que viven las
comunidades afroamericanas, latinas y
de otros grupos étnicos de Estados Unidos es devastador:
desocupación,
encarcelamiento masivo, falta de acceso a la educación y a la
salud y violencia
policial desmedida e impune.
Aunque son bien conocidos los
índices, recordemos que en el país
con más población encarcelada en el mundo, el 40% de los presos son afroamericanos, cuando solo
representan el 13% de
la población. Hay más afroamericanos encarcelados o con
libertad condicional
que personas esclavizadas en 1850.
Un sistema de vigilancia racista
¿Cuáles son las causas de esta
situación? Varias voces relevantes
de la comunidad afroamericana han señalado que el problema no
son los policías
racistas, sino un sistema racista. La determinación del perfil
de un
delincuente basado en la raza es ampliamente usada por la
policía de todo el
país. El sistema de vigilancia parte de la premisa de que una
persona negra es
sospechosa de delito. En un recuento realizado en un tramo de
carretera de
Nueva Jersey se constató que el 46 por ciento de los conductores
detenidos eran
afroamericanos, latinos o de otro grupo étnico minoritario,
aunque estos solo
habían sido el 15% de los sospechosos de conducir por encima del
límite de
velocidad. Lo mismo sucede en todos los demás estados.
“El
racismo sirve para
hacer dinero”
La
escritora afroamericana Toni Morrison, Premio Nobel de
Literatura, ha hecho
hincapié en que el racismo es una construcción social para hacer
dinero, pues
las razas no existen desde un punto de vista científico o
antropológico. Dice:
“A veces olvidamos que el colonialismo fue y es una guerra, una
guerra para
controlar los recursos de otro país, es decir, para hacer
dinero. Podemos
engañarnos pensando que nuestro esfuerzo para 'civilizar' o
''pacificar' otros
países no está relacionado con el dinero. La finalidad de la
esclavitud fue
hacer dinero: mano de obra gratis para los propietarios de
esclavos y para la
industria. Los 'trabajadores pobres' de la actualidad son como
las riquezas
inexploradas de la 'oscura África colonial' -accesibles a
precios irrisorios de
compra y de salario, y bajo el poder de corporaciones que se
multiplican y que
apagan las voces de disidencia...".[3]
El
asesinato legalizado al
servicio del neoliberalismo
Dentro de la narrativa dominante el
debate se plantea en
términos de "policías racistas" o afroamericanos que "no
respetan a la policía". Pero la realidad es que el racismo y el
abuso
policial cumplen una función vital para el sistema neoliberal:
se usa a la
policía para reprimir a las comunidades afroamericanas pobres,
con el fin de
evitar cualquier forma de rebelión mientras se implementa el
saqueo de los
recursos y la concentración de la riqueza en manos de las
elites.
Chris
Hedges, reconocido periodista investigativo estadounidense,
plantea que la
policía comete "asesinatos legalizados" contra personas de color
no
necesariamente por racismo, sino porque las comunidades
empobrecidas se han
convertido en pequeños "estados policiales". En ellos, la
policía
puede detener a las personas, interrogarlas, arrestarlas sin
causa por largos
periodos, y hasta puede asesinarlas con total impunidad. Dice
Hedges: "El
objetivo del estado corporativo es conseguir la maquinaria, la
justificación
legal y la capacidad de despojar a los ciudadanos de derechos,
riqueza y
recursos. A los descartados por el Estado corporativo,
especialmente a los afroamericanos
pobres, se les niega la dignidad del trabajo, educación,
atención médica
adecuada [...] Se los convierte en delincuentes. Están atrapados
desde que
nacen hasta que mueren en estados policiales. Y se les echa la
culpa por su
propia miseria". Hedges hace un llamado para detener el
salvajismo del
asesinato legalizado, y advierte: “Debemos liberarnos de la
ideología venenosa
del neoliberalismo. Si seguimos cautivos, sufriremos la
pesadilla que aflige a
nuestro vecino".[4]
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/178805
[1]
What
White America Fails to See, Michael
Eric Dyson, profesor de sociología en Georgetown, Sunday
Review The New York
Times
[2]
Entrevista
de Alicia Garza, cofundadora
de Black Lives Matter, con Sonali Kolhatkar, Truthdig: http://www.truthdig.com/report/page2/black_lives_matter_co-founder_alicia_garza_reflects_20160707
[3]
No Place
for Self-Pity, No Room for
Fear, Toni Morrison, The
Nation: https://www.thenation.com/article/no-place-self-pity-no-room-fear/
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Artículos relacionados:
Imagen única: Una fotografía de las protestas contra la brutalidad policial conmueve a EE.UU.
RT
Esta destacable imagen fue tomada durante
una protesta contra la brutalidad policial hacia afroamericanos. Se
trata de una imagen única con una fortísima carga expresiva.
Jonathan BachmanReuters
Violencia policial en EE.UU ( video)
https://youtu.be/OGRrKAlDD_8
El
fotógrafo estadounidense Jonathan Bachman es el autor de una fotografía
memorable de las protestas contra la brutalidad policial hacia los
afroamericanos en Baton Rouge, Luisiana.
Los manifestantes se habían congregado frente a la comisaría de Policía de la ciudad para protestar contra el asesinato de Alton Sterling a manos de los agentes.
En la imagen se puede apreciar a una mujer firme en medio de la carretera. Dos agentes fuertemente armados corren hacia ella para detenerla.
Bachman dijo a 'The Atlantic' que un grupo de manifestantes estaba bloqueando el tráfico cuando los agentes policiales vestidos con equipos antidisturbios exigieron que se retirasen a las aceras. La multitud empezó a moverse gritando a los policías, pero la joven se quedó en la carretera y se negó a cumplir la orden.
"Esta es una imagen legendaria. Pasará a la historia y entrará en los libros de arte sobre esta época", escribió el usuario de Facebook Jami West, mientras que otra usuaria, Danna Dennis, añadió: "Se la ve tan bien plantada, pero menuda y pequeña en comparación con los policías con su gran armadura".
Más tarde, se ha dado a conocer que la mujer se llama Leshia Evans y tiene 28 años y un hijo de cinco años. La mujer, enfermera de profesión, decidió participar en la protesta porque desea un futuro mejor para su hijo, de acuerdo con varios medios locales.
Cabe recordar la ola de protestas de 2013 tras la absolución de George Zimmerman, el policía que mató a tiros a Trayvon Martin, un afroamericano de 17 años, o las protestas en Ferguson iniciadas en agosto de 2014 tras el asesinato del joven afroamericano Michael Brown. O el toque de queda impuesto en mayo de 2015 en la ciudad deBaltimore, donde los disturbios estallaron después del funeral del joven afroamericano Freddie Gray, que también murió por culpa de la Policía.
La
población negra de Estados Unidos sufre discriminación, pero esta
discriminación no tiene solo motivos raciales. Según las estadísticas,
aproximadamente el 40% de los presos estadounidenses son negros, y de
acuerdo con un estudio de 2014 el 27% de los hombres, mujeres y niños afroamericanos viven por debajo del nivel de pobreza.
Por lo tanto, con muy alta probabilidad se puede asumir que el problema del uso excesivo de la fuerza contra las minorías étnicas en EE.UU. no es un resultado directo de la discriminación racial, sino del clasismo, como lo publica el portal Vzgliad citando al luchador de artes marciales mixtas Jeff Monson.
Se considera que los estadounidenses tienen ciertos estereotipos a la hora de pensar sobre los miembros de las clases socioeconómicas bajas y que el comportamiento de este último atrae más la atención de la Policía y del sistema judicial.
Alton Sterling y Philando Castile, los dos jóvenes afro-descendientes muertos en menos de 48 horas por agentes en Louisiana y Minnessota son, junto a otro joven muerto hoy en Houston, tan sólo las últimas víctimas de los duros métodos de la policía estadounidense con los negros del país.
Los siguientes son casos similares ocurridos en los últimos años que han generado polémicas, protestas y tensiones raciales.
– TRAYVON MARTIN: de 17 años, fue muerto en Florida el 26 de febrero del 2012 mientras caminaba por la calle con la cabeza cubierta por una capucha, hecho que generó las sospechas del vigilante voluntario George Zimmerman: entre los dos estalló una pelea que terminó cuando Zimmerman disparó contra el joven.
La muerte del muchacho desencadenó una oledada de protestas en todo el país, que volvieron a producirse al años siguiente tras la absolución de Zimmerman decida por la justicia.
– MICHAEL BROWN: este afro-descendiente de 18 años fue muerto el 9 de agosto del 2014 en Ferguson, un suburbio de St. Louis, en Missouri, al ser considerado sospechoso de haber cometido un robo en una tienda pocos minutos antes. No llevaba armas. Su muerte provocó manifestaciones en todo el país y actos de vandalismo en Ferguson.
– LAQUAN MCDONALD: tenía 16 años, murió a raíz de los 16 tiros que le disparó un agente en el Southwest Side de Chicago el 20 de octubre del 2014. El agente se defendió afirmando que tuvo miedo de su incolumidad porque el muchacho, de 17 años, llevaba un cuchillo.
TAMIR RICE: el 22 novembre 2014 fue muerto por un agente de Cleveland, Ohio. Tenía sólo doce años. Un policía pensó que el juguete que tenía en la mano era un arma verdadera y abrió el fuego. La justicia decidió no activar acciones penales contra el agente.
FREDDIE GRAY: Afro-descendiente de 25 años, fue muerto en Baltimora, Maryland, tras ser arrestado y cargado en un furgón por la policía con la acusación de llevar una navaja. El episodio tuvo lugar el 12 de abril del 2015: el joven entró en coma y murió poco después a raíz de los traumas sufridos en la espina dorsal. - (ANSA)
Foto: Tom Gannam/AP
Editorial de La Jornada
Como suele suceder con alarmante frecuencia, el incidente producido ayer en Dallas, Texas, en el que murieron cinco agentes de policía y el francotirador que fue su victimario, cobró una fugaz e intensa atención mediática, como si se tratara de un suceso puntual, aislado, desligado de un entorno social que tiende a favorecer cada vez más episodios de esta naturaleza. Producido en medio de una manifestación antirracista, desde un primer momento el hecho fue interpretado como un violento eco de las muertes, a manos de elementos policiacos, de dos jóvenes afroestadunidenses en los estados de Luisiana y Minnesota, balaceados un par de días antes. De nueva cuenta, como era previsible, tanto en Estados Unidos como en gran parte del mundo se alzaron airadas voces cuestionando las prácticas racistas que son moneda corriente en los cuerpos policiacos de ese país, al tiempo que menudeaban las condenas furibundas, las promesas de pronto escarmiento y los deseos de que tales acciones no vuelvan a repetirse.
Sería preciso un optimismo desmedido para vaticinar que las medidas que eventualmente se tomen –si es que sucede tal cosa– para limar los filos racistas de la actividad policial, bastarán para garantizar un tratamiento policial equitativo a los ciudadanos cuyo origen no sea anglosajón. La lista de injusticias y atropellos que las fuerzas del orden han cometido y cometen en perjuicio de negros e hispanos (impreciso término que, desde la óptica del vecino país, nos engloba) es lo suficientemente extensa como para dudar de que tras este acontecimiento las cosas vayan a mejorar en ese rubro.
El problema de fondo parece residir en los resabios racistas que persisten en una fracción considerable de la sociedad de Estados Unidos, especialmente en los estados del sur, a despecho de los logros legales que se han obtenido en materia de igualdad y de la frondosa documentación que la sustenta. Heredero directo del sistema esclavista que por espacio de siglos sirvió de puntal para el andamiaje socioeconómico de la aristocracia sureña, el contumaz racismo de nuestros vecinos del norte fue modificando paulatinamente su perfil para hacerse públicamente más potable, y de las repugnantes incursiones del Ku Klux Klan pasó a una larga serie de mecanismos de exclusión y marginación que en definitiva cumplían el mismo propósito: salvaguardar los privilegios del poder blanco.
Las filas de la policía, naturalmente, se nutren del cuerpo social, y hasta ahí se desliza el amplio caudal de prejuicios inherente al racismo. Pero es en los momentos en que la incertidumbre planea sobre lo político y lo económico cuando rebrota con nuevas fuerzas, porque el odio y el miedo al otro –al que tiene otro color de piel, nació en otro lugar del planeta o profesa otro credo– constituyen su principal alimento.
No deja de ser irónico, sin embargo, que el autor de la matanza en Dallas (quien tenía 25 años de edad) haya sido un veterano de Afganistán, en otros tiempos considerado un leal y activo ejecutor de la agresión positiva emprendida por George W. Bush.
(Tomado de La Jornada)
La artista estadounidense Beyoncé
publicó el viernes una dura carta abierta para criticar las recientes
muertes de ciudadanos afroamericanos a manos de policías en EE.UU.
La famosa cantante subrayó que esa comunidad no necesita "compasión", sino respeto por sus vidas.
La artista se refería así a los asesinatos en dos días de dos hombres afroamericanos, Alton Sterling y Philando Castile, que perdieron la vida a manos de policías blancos los días 6 y 7 de julio respectivamente.
"Estamos asqueados y cansadosde los asesinatos de hombres y mujeres jóvenes en nuestra comunidad", escribió Beyoncé en una nota publicada en su página web oficial.
"No necesitamos compasión. Necesitamos que todos respeten nuestras vidas. Vamos a dar un paso adelante como comunidad y a luchar contra todos aquellos que creen que el asesinato o cualquier otra acción violenta a cargo de los que juraron protegernos deben quedar constantemente impunes", continuó la artista.
"Tenemos que creer que estamos luchando por los derechos de la siguiente generación, para los hombres y mujeres jóvenes que creen en el bien", expresó la cantante. "Da igual la raza, el género o la orientación sexual. Esta es una lucha para cualquiera que se siente aislado y que no disfruta de la libertad y los derechos humanos", continúa la carta.
Los manifestantes se habían congregado frente a la comisaría de Policía de la ciudad para protestar contra el asesinato de Alton Sterling a manos de los agentes.
En la imagen se puede apreciar a una mujer firme en medio de la carretera. Dos agentes fuertemente armados corren hacia ella para detenerla.
Bachman dijo a 'The Atlantic' que un grupo de manifestantes estaba bloqueando el tráfico cuando los agentes policiales vestidos con equipos antidisturbios exigieron que se retirasen a las aceras. La multitud empezó a moverse gritando a los policías, pero la joven se quedó en la carretera y se negó a cumplir la orden.
Imagen legendaria
La imagen, que el fotógrafo envió a la agencia Reuters, terminó conmoviendo a la sociedad estadounidense, que la ha calificado de "icónica". Asimismo muchos usuarios de las redes sociales se refirieron a ella como "legendaria" y "simbólica"."Esta es una imagen legendaria. Pasará a la historia y entrará en los libros de arte sobre esta época", escribió el usuario de Facebook Jami West, mientras que otra usuaria, Danna Dennis, añadió: "Se la ve tan bien plantada, pero menuda y pequeña en comparación con los policías con su gran armadura".
Más tarde, se ha dado a conocer que la mujer se llama Leshia Evans y tiene 28 años y un hijo de cinco años. La mujer, enfermera de profesión, decidió participar en la protesta porque desea un futuro mejor para su hijo, de acuerdo con varios medios locales.
El origen de la violencia
Los conflictos entre los afroamericanos y la Policía no son un fenómeno nuevo en EE.UU., y la mayoría de las veces surgen debido a la violación de los derechos humanos de los afroamericanos o la falta de justicia. Hay numerosos ejemplos.Cabe recordar la ola de protestas de 2013 tras la absolución de George Zimmerman, el policía que mató a tiros a Trayvon Martin, un afroamericano de 17 años, o las protestas en Ferguson iniciadas en agosto de 2014 tras el asesinato del joven afroamericano Michael Brown. O el toque de queda impuesto en mayo de 2015 en la ciudad deBaltimore, donde los disturbios estallaron después del funeral del joven afroamericano Freddie Gray, que también murió por culpa de la Policía.
Por lo tanto, con muy alta probabilidad se puede asumir que el problema del uso excesivo de la fuerza contra las minorías étnicas en EE.UU. no es un resultado directo de la discriminación racial, sino del clasismo, como lo publica el portal Vzgliad citando al luchador de artes marciales mixtas Jeff Monson.
Se considera que los estadounidenses tienen ciertos estereotipos a la hora de pensar sobre los miembros de las clases socioeconómicas bajas y que el comportamiento de este último atrae más la atención de la Policía y del sistema judicial.
Afro-descendientes en la mira de la policía
julio 2016
| CUBADEBATE
Alton Sterling y Philando Castile, los dos jóvenes afro-descendientes muertos en menos de 48 horas por agentes en Louisiana y Minnessota son, junto a otro joven muerto hoy en Houston, tan sólo las últimas víctimas de los duros métodos de la policía estadounidense con los negros del país.
Los siguientes son casos similares ocurridos en los últimos años que han generado polémicas, protestas y tensiones raciales.
– TRAYVON MARTIN: de 17 años, fue muerto en Florida el 26 de febrero del 2012 mientras caminaba por la calle con la cabeza cubierta por una capucha, hecho que generó las sospechas del vigilante voluntario George Zimmerman: entre los dos estalló una pelea que terminó cuando Zimmerman disparó contra el joven.
La muerte del muchacho desencadenó una oledada de protestas en todo el país, que volvieron a producirse al años siguiente tras la absolución de Zimmerman decida por la justicia.
– MICHAEL BROWN: este afro-descendiente de 18 años fue muerto el 9 de agosto del 2014 en Ferguson, un suburbio de St. Louis, en Missouri, al ser considerado sospechoso de haber cometido un robo en una tienda pocos minutos antes. No llevaba armas. Su muerte provocó manifestaciones en todo el país y actos de vandalismo en Ferguson.
– LAQUAN MCDONALD: tenía 16 años, murió a raíz de los 16 tiros que le disparó un agente en el Southwest Side de Chicago el 20 de octubre del 2014. El agente se defendió afirmando que tuvo miedo de su incolumidad porque el muchacho, de 17 años, llevaba un cuchillo.
TAMIR RICE: el 22 novembre 2014 fue muerto por un agente de Cleveland, Ohio. Tenía sólo doce años. Un policía pensó que el juguete que tenía en la mano era un arma verdadera y abrió el fuego. La justicia decidió no activar acciones penales contra el agente.
FREDDIE GRAY: Afro-descendiente de 25 años, fue muerto en Baltimora, Maryland, tras ser arrestado y cargado en un furgón por la policía con la acusación de llevar una navaja. El episodio tuvo lugar el 12 de abril del 2015: el joven entró en coma y murió poco después a raíz de los traumas sufridos en la espina dorsal. - (ANSA)
Incertidumbre y racismo en EEUU
Foto: Tom Gannam/AP
Como suele suceder con alarmante frecuencia, el incidente producido ayer en Dallas, Texas, en el que murieron cinco agentes de policía y el francotirador que fue su victimario, cobró una fugaz e intensa atención mediática, como si se tratara de un suceso puntual, aislado, desligado de un entorno social que tiende a favorecer cada vez más episodios de esta naturaleza. Producido en medio de una manifestación antirracista, desde un primer momento el hecho fue interpretado como un violento eco de las muertes, a manos de elementos policiacos, de dos jóvenes afroestadunidenses en los estados de Luisiana y Minnesota, balaceados un par de días antes. De nueva cuenta, como era previsible, tanto en Estados Unidos como en gran parte del mundo se alzaron airadas voces cuestionando las prácticas racistas que son moneda corriente en los cuerpos policiacos de ese país, al tiempo que menudeaban las condenas furibundas, las promesas de pronto escarmiento y los deseos de que tales acciones no vuelvan a repetirse.
Sería preciso un optimismo desmedido para vaticinar que las medidas que eventualmente se tomen –si es que sucede tal cosa– para limar los filos racistas de la actividad policial, bastarán para garantizar un tratamiento policial equitativo a los ciudadanos cuyo origen no sea anglosajón. La lista de injusticias y atropellos que las fuerzas del orden han cometido y cometen en perjuicio de negros e hispanos (impreciso término que, desde la óptica del vecino país, nos engloba) es lo suficientemente extensa como para dudar de que tras este acontecimiento las cosas vayan a mejorar en ese rubro.
El problema de fondo parece residir en los resabios racistas que persisten en una fracción considerable de la sociedad de Estados Unidos, especialmente en los estados del sur, a despecho de los logros legales que se han obtenido en materia de igualdad y de la frondosa documentación que la sustenta. Heredero directo del sistema esclavista que por espacio de siglos sirvió de puntal para el andamiaje socioeconómico de la aristocracia sureña, el contumaz racismo de nuestros vecinos del norte fue modificando paulatinamente su perfil para hacerse públicamente más potable, y de las repugnantes incursiones del Ku Klux Klan pasó a una larga serie de mecanismos de exclusión y marginación que en definitiva cumplían el mismo propósito: salvaguardar los privilegios del poder blanco.
Las filas de la policía, naturalmente, se nutren del cuerpo social, y hasta ahí se desliza el amplio caudal de prejuicios inherente al racismo. Pero es en los momentos en que la incertidumbre planea sobre lo político y lo económico cuando rebrota con nuevas fuerzas, porque el odio y el miedo al otro –al que tiene otro color de piel, nació en otro lugar del planeta o profesa otro credo– constituyen su principal alimento.
No deja de ser irónico, sin embargo, que el autor de la matanza en Dallas (quien tenía 25 años de edad) haya sido un veterano de Afganistán, en otros tiempos considerado un leal y activo ejecutor de la agresión positiva emprendida por George W. Bush.
(Tomado de La Jornada)
Beyoncé publica un fuerte mensaje contra la violencia policial en EE.UU.
RT
La cantante se refiere a los múltiples casos
de violencia por parte de la Policía y a los dos últimos asesinatos de
afroamericanos que conmovieron la sociedad estadounidense.
BeyoncéJim Young Reuters
La famosa cantante subrayó que esa comunidad no necesita "compasión", sino respeto por sus vidas.
La artista se refería así a los asesinatos en dos días de dos hombres afroamericanos, Alton Sterling y Philando Castile, que perdieron la vida a manos de policías blancos los días 6 y 7 de julio respectivamente.
"Estamos asqueados y cansadosde los asesinatos de hombres y mujeres jóvenes en nuestra comunidad", escribió Beyoncé en una nota publicada en su página web oficial.
"No necesitamos compasión. Necesitamos que todos respeten nuestras vidas. Vamos a dar un paso adelante como comunidad y a luchar contra todos aquellos que creen que el asesinato o cualquier otra acción violenta a cargo de los que juraron protegernos deben quedar constantemente impunes", continuó la artista.
"Tenemos que creer que estamos luchando por los derechos de la siguiente generación, para los hombres y mujeres jóvenes que creen en el bien", expresó la cantante. "Da igual la raza, el género o la orientación sexual. Esta es una lucha para cualquiera que se siente aislado y que no disfruta de la libertad y los derechos humanos", continúa la carta.
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