viernes, 7 de septiembre de 2012

Siria y los responsables de la anarquía internacional

Juan Francisco Coloane (especial para  ARGENPRESS.info)

 En una declaración derivada del fracaso de las negociaciones políticas, el Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, le solicita a Rusia suspender el apoyo militar a Siria.

Al omitir que tres países del Consejo de Seguridad de la ONU como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido apoyan a los rebeldes militarmente, expresa el sesgo del diplomático surcoreano, alineándose así con los propósitos de la Alianza Transatlántica para derrocar el gobierno de Bashar al Assad.  
La reunión de los No Alineados organizada la semana pasadapor el gobierno Iraní en Teherán, donde se intentó llegar a un acuerdo político para detener la insurrección en Siria, no funcionó. Al menos para detener el conflicto armado. Simultáneamente, la Secretaria de Estado Hilary Clinton visitaba China presionando a sus líderes para suspender su veto a la intervención militar en Siria a cambio de cierta flexibilidad estadounidense en las reivindicaciones territoriales chinas con algunas islas disputadas con Japón. Las cinco potencias mayores, esto es, China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia, han fallado en su responsabilidad de contribuir a mantener la paz en Siria y a detener una escalada de desestabilización en la región.


El nuevo presidente egipcio Mohamed Morse miembro de una mesa de negociación con Arabia Saudita, Irán y Turquía, se despacha un declaración que parece más un bien la de un instigador a más rebelión que la postura de un mediador para lograr la paz: Para Morse la solución está en la renuncia de Assad.

Parece expedito solicitar la renuncia de un Jefe de Estado cuando el país enfrenta una situación insurreccional que sitúa al responsable de la estabilidad en el límite de las convenciones internacionales que protegen los derechos humanos. Y también es más expedito solicitar renuncias en Siria cuando el problema central reside en otro lado.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es la unidad más relevante de decisión política para los asuntos de paz o guerra en el multilateralismo. Por mandato le corresponde buscar la salida política evitando anticipadamente lo que se divulga como una masacre del gobierno para mantener la estabilidad y detener la insurrección.

Eso no sucedió, en cambio alrededor del conflicto en Siria el Consejo de Seguridad parece más bien otra fuente de poderes múltiples similar a la Bolsa de Valores. Cualquiera que tenga el peso suficiente se adjudica un derecho a opinar y presionar. Antes, bajo el estricto código de la guerra fría, al existir el decisivo poder soviético, a los miembros del Consejo de Seguridad se les hacía difícil pronunciarse públicamente sobre algún tema que afectaría a la otra potencia mayor.

Ahora sin ese poder gravitante, se ha desatado la anarquía internacional y eso es claramente el resultado del poderío unilateral de un bloque de poder único y masivo más robusto que antes, llamado Alianza Transatlántica con un brazo armado listo para intervenir como es la OTAN. Ya no son los equilibrios los que están bajo amenaza. Es la anarquía y la responsabilidad de ello no reside ni en el presidente Assad de Siria, ni en Mahmoud Amahdinejad de Irán, sino en ese Consejo que no ha estado a la altura del desafío.

La diferencia de esta situación insurreccional en Siria y cualquier otra reside en que ésta es apoyada de facto por el Secretario General de la ONU y tres miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto y posición permanente en este Consejo: Estados Unidos, Francia y Reino Unido.

La otra gran diferencia es la desinformación respecto a las libertades públicas a las que tenían acceso los sirios antes que estallara la revuelta en marzo de 2011. La situación de Siria como la república que estaba en una senda de democratización como ninguna otra en la región, está documentada en las resoluciones de la ONU mientras se organizaba la misión de paz para detener la escalada del conflicto. Es incomparable la situación en Siria antes de la insurrección actual, con la situación de restricciones y carencia de libertades que existen en Arabia Saudita en la actualidad, Egipto antes de las manifestaciones, y menos comparable con la situación de Libia con Gadafi.

Cuando renuncia Kofi Annan a su Misión de Paz, muchos pensaron por qué no renunciaba Ban Ki Moon, el Secretario General del organismo. Era lo que correspondía. El Secretario General no fue capaz de ejercer su función con eficacia al no ser capaz de persuadir a los cinco miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto y “asiento permanente” a utilizar la vía política, descartando la confrontación militar.

Antes de asumir este cargo, el actual Secretario General había demostrado proclividad al intervencionismo de corto trámite mientras formaba parte del equipo diplomático surcoreano que dio el vamos a la invasión a Irak en 2003 sin la aprobación del Consejo de Seguridad. Bank Ki Moon representa el más sólido vestigio de la Guerra Fría. Al contribuir a que se aplique el instrumento multilateral en favor de la Alianza Occidental en Siria, hace recordar la operación de Corea en 1949 cuando la ONU cierra filas en contra de Corea del Norte y China. Ahora es la ONU contra Siria y posteriormente con probabilidad contra Irán.

No se sabe en qué tipo de coyuntura se encontraban los líderes chinos y rusos de aquel momento, cuando accedieron para que fuera elegido Secretario General del organismo. Era el turno de un asiático y su contrincante, Shashi Tharoor, un Indio, entonces Secretario General Adjunto para Comunicaciones e Información Pública de la ONU, profesaba otra filosofía política. En una entrevista concedida a Diario El Mostrador en 2006, Tharoor expresaba que la ONU no "patrocina cambios de regímenes".
El organismo necesita un tipo de liderazgo que haga funcionar el sistema multilateral con un ethos que se sitúe por sobre los intereses particulares de las potencias que disputan supremacía en torno al conflicto sirio. El diplomático surcoreano no está en solitario a la hora de las responsabilidades. La actual anarquía también forma parte de un multilateralismo debilitado. Gran parte de la responsabilidad le corresponde a la llamada comunidad internacional que se agrupa en torno a Naciones Unidas y que a la hora de decidir políticamente no puede "ser comunidad" porque como concepto nace dividida, y a pesar del fin de la confrontación bipolar las divisiones se han multiplicado, con la intolerancia religiosa y la diversidad cultural.

Si el globo terráqueo fuera una nación administrada federativamente y la ONU su gobierno central, por el asunto de Siria con 18 meses de fracaso en la negociación política, cualquier jefe de estado habría considerado poner a disposición su cargo.

Fuente imagen: RIA NOVOSTI
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