martes, 17 de julio de 2012

Un mensaje que apoyamos y esperamos se escuche

            Otro Delegado de la Palabra de Dios asesinado

Si hay algún pobre entre tus compatriotas en alguna de las ciudades del país que el Señor tu Dios te da, no seas inhumano ni le niegues tu ayuda a tu compatriota necesitado. Deuteronomio 15.7

Vivir en el país más violento del mundo puede hacer pensar que finalmente los pobres nos acostumbramos a ver a nuestros muertos en las pantallas de televisión, en las primeras planas de los diarios o en las calles de nuestras colonias como algo de la vida diaria, después de todo ese es el pan de cada día de las miles de familias victimas de la violencia en Honduras.
En esto los medios de comunicación juegan un papal importante al optar por darle una voz a las victimas u optar por el silencio y la invisibilidad de quienes sufren de manera directa la perdida de padres, hermanos o hijos.

Pero de quienes no es aceptable el silencio es de las instituciones, bien sea del Estado, de la sociedad civil o de las instituciones religiosas, estas últimas llamadas a promover la paz y la concordia entre hermanos.

Si bien en honduras se asesina un hondureño cada 74 minutos en promedio, hay hechos violentos en los que uno esperaría una mayor reacción de las instituciones, por tratarse de personas que desarrollan una labor ejemplar para su comunidad, o por que de su trabajo depende el desarrollo de un pueblo.

El pasado 06 de julio fue encontrado semienterrado el cadáver del Celebrador de la Palabra de Dios Gregorio Chávez Aranda, quién según  sus familiares tenía más de 25 años de trabajar en las comunidades de base de la Iglesia Católica como Delegado de la Palabra.

Chávez Aranda, también era miembro del Movimiento Campesino Unificado del Aguán MUCA, fue encontrado cuatro días después de haber desaparecido, en la finca Paso Aguán, propiedad del terrateniente palmero Miguel Facussé.

Más de una semana después, la iglesia no se ha pronunciado sobre el secuestro y posterior asesinato de uno de sus servidores con casi la mitad de la vida entregada al servicio de la comunidad, parece que priva la indiferencia en las más altas esferas del poder eclesiástico, como si se hubiese perdido el interés por la defensa de la vida.

Los celebradores de la palabra son generalmente mujeres y hombres comprometidos con la defensa de los derechos humanos, de los recursos naturales y el desarrollo de sus comunidades.

Si la iglesia se calla cuando tocan directamente a uno de los suyos que se puede pensar de la situación de miles de hondureños que diariamente están expuestos a la violencia.

El silencio nunca no debe ser la opción, cuando las ovejas están siendo amenazadas, perseguidas y asesinadas, la iglesia debe condenar este tipo de actos y  unirse al pueblo que reclama el cese de la violencia en su contra.

Hay que volver a las comunidades, a los barrios pobres y acompañar al pueblo en sus demandas de justicia y hacer realidad la opción preferencial por los pobres, mediante la vivencia y el acompañamiento de sus dificultades, hay que caminar con el pueblo y acompañarlo en la defensa de la vida.

R.A.M.  17 de Julio 2012

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