
Javier Suazo / 05/12/2019 Foto: Tiempo.hn
El
único país donde fracasó la Alianza Público-Privada (APP) fue en
Honduras…Solo hay una carretera que no fue hecha por ellos, sino por los
Estados Unidos”.
Armando Urtecho, Director Ejecutivo del COHEP
Tegucigalpa, 5 de diciembre de 2019
https://www.alainet.org/es/articulo/203673
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Uno
de los principales cuestionamientos que se hacen al modelo de Alianzas
Público-Privadas (APP) en Latinoamérica, es que el consumo de ciertos
bienes públicos, ejemplo nuevas carreteras o autopistas, administradas
por una empresa privada que cobran por el servicio, excluye a población
que no puede pagar por el mismo. Esta exclusión es creciente, en la
medida que se ajusta el monto de cobro por su uso; lo que genera
protestas por parte de los usuarios.
Después
del golpe de Estado (junio de 2009), con “Pepe” Lobo en la presidencia
de la República y Juan Orlando Hernández (JOH) en el Congreso Nacional,
se generó una diarrea de leyes, muchas de las cuales iban orientadas, en
teoría, a captar inversión extranjera, generar fuentes de empleo y
mejorar sustancialmente la competitividad del país.
Esta
buena nueva para la población tenía el carácter de urgente, ya que el
gobierno de Manuel Zelaya Rosales (MEL) había cambiado las reglas del
juego a favor de los privados, al prohibir la minería de cielo abierto,
controlar y regular la importación de combustibles por las
transnacionales del petróleo, aumentar el salario mínimo arriba del 60% y
fortalecer el rol del Estado en las actividades económicas.
Una
de las leyes promulgadas que recibió mayor apoyo de los actores
económicos, incluyendo las agencias de cooperación internacional, lo fue
la Ley para la Promoción de Alianza Público-Privada ( Decreto 43-2010),
cuya finalidad “ es gestionar y regular los procesos de contratación
que permitan la participación público-privada en la ejecución,
desarrollo y administración de obras y servicios públicos, potenciando
la capacidad de inversión en el país a fin de lograr el desarrollo
integral de la población” ( Artículo 1).
Hoy
se habla del cierre de la institución que dio vida a dichas alianzas,
caso de la Comisión para la Promoción de la Alianza Público-Privada
(Coalianza), ya que desde principios de 2018 no tiene presupuesto para
operar, aun cuando la Ley le permite cobrar el 2% de los proyectos
aprobados. Si se estima que ejecutaron proyectos por un monto de 44.3
miles de millones de lempiras, la institución manejó unos 886.9 millones
de lempiras, fuera de los recursos complementarios asignados por la
Secretaria de Finanzas (SEFIN) para el pago de planillas en los últimos
años.
La liquidación de
Coalianza se ejecutará vía decreto ejecutivo aprobado por JOH en Consejo
de Ministros, donde debería quedar establecido la práctica de una
auditoria internacional de toda la gestión técnica, administrativa y
financiera de la institución. De hecho, el Consejo Hondureño de la
Empresa Privada (COHEP) ha manifestado que uno de los problemas
enfrentados es que existen preferencias en la adjudicación de los
proyectos a ciertas empresas y la mala imagen que da al país, ya que en
algunos de ellos no se garantiza el cumplimiento de los compromisos
adquiridos.
Hay que
reconocer que Coalianza se politizó desde el inicio, al nombrarse
dirigentes políticos del Partido Nacional cuestionados por actos de
corrupción. A ello se sumó la falta de transparencia en la adjudicación
de contratos como el del Peaje, donde se desconoce cuáles fueron los
términos iniciales negociados, el cambio posterior de las reglas del
juego (tarifas) y la falta de destino de fondos -en la fecha prevista-
por la empresa para concluir los tramos de construcción de la carrera
que estaban pendientes al liquidarse los fondos de la Cuenta del
Milenio.
Un proyecto
emblemático es la construcción del Corredor Turístico, donde se ha
denunciado que Honduras puede ser condenado a pagar 133 millones de
dólares por el fracaso del proyecto, ya que no se garantizó el repago de
los fondos invertidos y/o que serán invertidos a futuro.
También
es preocupante que el país se endeude más por la mala negociación de
los proyectos, ya que, al no garantizarse el retorno de la inversión, el
Estado con recursos de los ciudadanos tiene que enfrentar las
obligaciones financieras. Es más, hay proyectos como el Centro Cívico,
un proyecto no prioritario, donde los recursos provienen de Institutos
de Previsión Social (IPS), caso de Injupem e Imprema, e incluso del
Instituto de Previsión Militar donde los jubilados se han organizado
para enfrentar esta situación.
Estos
proyectos coordinados y ejecutados por Coalianza, no tuvieron la
presencia de un auditor social, aun cuando se trata de privatizar el
patrimonio nacional de generaciones futuras. Es más, incluso, el COHEP,
tuvo poca información sobre los proyectos contratados y los
procedimientos administrativos y financieros seguidos.
Existe
también una “Mea Culpa” de parte de los OFIs involucrados, aun cuando
funcionarios del FMI hicieron ver al gobierno la necesidad de hacer más
transparente la gestión de la institución. El Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) tiene previsto practicar la auditoria de COALIANZA,
pero lo recomendable es que coordine el proceso de contratación de una
firma auditora independiente que presente lo más pronto posible el
informe sobre el manejo de los recursos de la institución, las
condiciones y términos contractuales de los convenios de los proyectos y
las deudas a futuro que tendrán que asumir y pagar el Estado de
Honduras por la mala gestión y negociación de la Institución.
Un
clamor popular es que la Misión de Apoyo a la Lucha contra la
Corrupción e Impunidad (MACCIH), que varios funcionarios públicos y
diputados corruptos quieren liquidar, debe también entrarle a Coalianza,
lo mismo debe hacer también el Tribunal de Cuentas, Consejo Nacional
Anticorrupción y el Congreso de la República.
El
enfoque “pulpero” seguido por Coalianza, solo sirvió para enriquecer
algunos pocos y endeudar aún más el país, sumado a la hipoteca de los
bienes públicos que, en teoría, pertenecen a las nuevas generaciones. No
debe perdonarse a los culpables, el pueblo hondureño no lo merece.
https://www.alainet.org/es/articulo/203673
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