No
basta ser pobre para ser indigno, pero es más despreciable el que
acepta la humillación teniendo bienes materiales. En Honduras hemos
visto a las familias más “poderosas” del capital, los que ufanos en 2009
decían en la “N” grande “quitamos y ponemos presidentes y qué”, ahora
expuestos públicamente como delincuentes, y no es que pongamos en duda
cómo se han hecho y se sostienen ciertas riquezas en el país, pero
señores ¡Tengan vergüenza! Paren el chonguengue.
Reflexión
EL LIBERTADOR
Tegucigalpa.
–“Aló dígame, señor presidente. ¡Claaaro que puedo hacerlo!, mañana a
primera hora me tiene en su casa”. Y aquel hombre soberbio ante sus
empleados y ante los que considera inferiores, llegó en su lujosa
camioneta blindada, dos carros seguidores –de esos que los guardias se
tiran antes que el auto pare- lleva puesta su camisa blanquísima y
pantalones nuevos de marcas importadas, el pelo recién cortado, la
billetera revienta, tarjetas de crédito, las que quiera. Es hombre
importante. Lastimosamente tiene dueño.
Entra
a la habitación, acuerdan que todo irá bien, el periodista extiende las
preguntas y el “Hombre”, le dice –“Quítame eso que no me gusta, vos
como que no sos buen periodista”. El hombre de ropa importada, el
arrogante, el de carros seguidores y vanidad, apenas dibuja una suave
sonrisita pícara, y le dice: –“Jejeje, perdón, perdón, Ud. tiene razón”-.
Es
el mismo gesto que hizo Galdámez al ser abiertamente despedido en
público, con desprecio, humillado, sin derecho siquiera a decir una sola
palabra; lo único que puede hacer es sonreír, agacharse y emitir
sonidos ahogados en la garganta. No es gente que tiene hambre, ni que no
tenga donde volver o que no podrá conseguir un empleo, es simplemente
el servilismo de una columna gelatinosa ante lo que ellos creen
“poderosos” y sienten que deben someterse.
Hay
en el pobre (generalmente de ciudad), un gesto de sobalevas por
complejos insuperados que la miseria material inyecta en el alma, en
este caso, la utilidad del arrastre es completamente distinto, el
indigente tiene necesidad de sobrevivencia, “Ud. es la mera, mera,
fíjese que no he comido ¿tiene unos 10 lempiritas que me dé?” ya con el
dinero en la bolsa, se da vuelta y sonríe, le dio “paja” y consiguió.
Pero, el que no tiene necesidad ¿Por qué se somete? ¿Por qué permite la
ofensa?
No
basta ser pobre para ser indigno, pero es más despreciable el que
acepta la humillación teniendo bienes materiales. En Honduras hemos
visto a las familias más “poderosas” del capital, los que ufanos en 2009
decían en la “N” grande “quitamos y ponemos presidentes y qué”, ahora
expuestos públicamente como delincuentes, y no es que pongamos en duda
cómo se han hecho y se sostienen ciertas riquezas en el país, pero
señores ¡Tengan vergüenza! Paren el chonguengue.
A
Miguel Pastor le dieron en una sola sentada la absolución de ocho
delitos de falsificación de documentos y nueve por fraude a título de
autor, sin embargo descansa en las puertas de hierro de un batallón,
todos los que estaban con él han sido liberados y él también lo será,
pero las cámaras de la corporación Televicentro le siguen sirviendo a
Juan, donde quiere y cuando quiere. Allá detrás de un ventanal gigante
de cristal un Sebastián se enoja o no, pero siente lo que a su hermano
se le hace y no hace nada, la programación sigue invariable entre amigos
y negocios.
Y
todo estaría bien si existiera justicia, si en verdad los culpables de
los delitos terminaran en la prisión vencidos en un juicio, pero las
familias más acomodadas de Honduras son simplemente ornamenta del
gobierno, que los utiliza y los pone nerviosos cada vez que hay un caso
de verdad importante, en 11 días comienza el juicio de Tony, pero a esta
hora son cadena nacional los carnavales amenizados por las televisoras y
sus mejores chicas.
¿Para
qué sirve una riqueza de dos mil millones de lempiras, si al primer
suspiro en una Corte se tiembla de miedo? Un hombre que se levanta a
trabajar todos los días, que se las arregla con un salario mínimo, los
robos, los abusos, los pésimos servicios públicos, el aumento de la
canasta básica, tiene la dignidad que le falta a esos dos mil millones;
ese hombre se puede levantar y gritar en plaza pública “¡Fuera JOH!”
El
mismo funcionario que veo ahora en televisión, me escribió una hora
antes, enviándome un “meme” sobre Juan Hernández, ese mismo que ahora
repite que “El presidente está comprometido en la lucha contra el
narcotráfico”. En esta pésima comedia se ha perdido quiénes son los
payasos, quiénes los dueños y quiénes el público. Los grupos de poder
nunca tuvieron la clase, ni el gusto, pero tenían la arrogancia y la
soberbia que les daba la comodidad material y el poder de mandar a los
gobernantes que no les cumplía, hoy también perdieron eso.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/3534-honduras-lastimeros-grupos-de-poder-en-tiempos-de-cc4-y-chonguengue
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