“Una
Constitución violada cuantas veces convenga, unos poderes que no son
para nada independientes, un Congreso que se ha convertido en un teatro
de pésimos actores, dándole la espalda al pueblo”, esto y mucho más, ha
acabado con la paciencia de la Conferencia Episcopal de Honduras que
reclama al régimen la ineptitud para resolver conflictos.
Los
obispos hondureños reconocen que en el país la protesta no funciona
para atacar a los políticos, sino más surgen “para defenderse de ellos”.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Honduras,
está por cumplir una década de sufrimiento, la interminable crisis
social, política y económica, ha colmado la paciencia de algunos
sectores, hasta ahora, expectantes de la situación del país. Las
movilizaciones de la Plataforma por la Salud y Educación, han recordado
al pueblo que “en las calles está el camino”.
En
ese contexto, de incansable protesta social, aumento al hostigamiento,
represión y ataques mediáticos, la Conferencia Episcopal de Honduras, se
ha pronunciado: “¡Basta ya!”. A través de un comunicado, los obispos
han reconocido que en el país, la convulsión social revela la ineptitud
del Gobierno para resolver los conflictos de país.
Tal
situación, preocupa a la iglesia, que cuestiona: “Si problemas
coyunturales no se saben resolver adecuadamente, ¿cómo podremos resolver
aquellos que por ser estructurales exigen un serio ordenamiento de
todos los elementos de que consta un Estado de Derecho?”.
A continuación el comunicado de forma íntegra:
Conferencia Episcopal de Honduras
Los Laureles, Contiguo al Anillo Periférico. Tegucigalpa, Honduras, C.A.
MENSAJE
“Que el amor sea sincero: ¡detesten el mal y apéguense al bien!, (Rom. 12,9).
Los
Obispos miembros de la Conferencia Episcopal de Honduras (C.E.H.), al
celebrar la Asamblea Plenaria, durante los días 03 al 07 de Junio del
presente año, hemos orado, reflexionado y discernido sobre la situación
en que se encuentra nuestra patria, con la intención de asumir
compromisos que queremos compartir con nuestros hermanos y hermanas en
la fe y con las personas de buena voluntad.
Consideramos
que los principales problemas que más preocupan a la ciudadanía son el
alto costo de la vida, el crimen y la violencia, el desempleo, las
deficiencias graves en los sistemas de salud y educación, la corrupción.
Pero hay otros problemas que son igualmente susceptibles de provocar
conflictos, tanto o más graves que los que estamos viviendo en estos
días, en referencia a la salud y la educación: problemas en la forma de
legislar del Congreso Nacional de Honduras, problemas en las decisiones
del Ejecutivo, en las crisis de empresas estatales, en los servicios de
energía, agua, transporte, etc.
Si
cada problema deriva en conflictos como el que ahora estamos viviendo,
acerca de los sistemas de salud y de educación, y si cada conflicto es
manejado con la misma ineficiencia, las consecuencias pueden hundir a
Honduras en una crisis muy difícil de superar.
Por
eso, se hace aún más dolorosa y comprensible la indignación de la
mayoría de la población, el sufrimiento de los más pobres, la decepción
de los jóvenes, el miedo de los migrantes, la angustia de los enfermos,
la impotencia frente a la corrupción y la impunidad, el cansancio de
quienes luchan por una Honduras mejor sin ver resultados.
Creemos
que la gravedad que adquieren muchos conflictos se debe, en primer
lugar, a la forma incorrecta con que los manejan los poderes del Estado;
en algunos casos siendo los causantes del problema y, en otros, por no
saber resolverlos con los recursos propios de una democracia
participativa, y dejando que el paso del tiempo haga que se resuelvan
por sí mismos, cuando en realidad sólo se agudiza su conflictividad.
Otro
ingrediente que agrava los conflictos es la politización que los
complica aún más, introduciendo dobles agendas y empañando la claridad
de los objetivos por los que se lucha.
No
dudamos de que las manifestaciones de protesta tienen la intención de
ser pacíficas, pero permitir la infiltración de elementos violentos
desmerita la finalidad que persiguen y conculcan otros derechos de la
población que también deben ser garantizados.
Nos
preocupa en gran manera el futuro de nuestra Honduras, al pensar que si
problemas coyunturales no se saben resolver adecuadamente, ¿cómo
podremos resolver aquellos que por ser estructurales exigen un serio
ordenamiento de todos los elementos de que consta un Estado de Derecho?
Una
Constitución violada cuantas veces convenga, unos poderes que no son
para nada independientes, un Congreso que se ha convertido en un teatro
de pésimos actores, dándole la espalda al pueblo. La necesidad de un
poder electoral que garantice la transparencia de los sufragios y
destierre de una vez por todas los delitos electorales. Unas
instituciones del Estado quebradas por la corrupción, una paralización
de la economía, sobre todo en el agro, una vergonzosa venta de los
bienes naturales de nuestra tierra. Una falsa reforma del Código Penal,
que simplemente lo convierte en un instrumento de protección a los
corruptos y narcopolíticos, con apariencia de ser mejor por el hecho de
endurecer las penas a los supuestamente más “peligrosos”, que
acostumbran a ser los jóvenes marginados y los pobres desesperados por
subsistir.
Esto, y mucho más, hacen brotar de nuestros corazones un ¡Basta ya!
Es
necesario enderezar la marcha de Honduras, desde el compromiso de
rescatar unos valores éticos que se han ido perdiendo o debilitando en
la medida en que las crisis no han sido debidamente solucionadas. Nos
preocupa grandemente la decadencia moral en que está cayendo nuestro
país. Nunca es lícito hacer el mal para obtener un bien.
EL
RESPETO A LA LEY. Obligación de la autoridad es emitir leyes justas,
conformes a la dignidad de la persona humana y en orden al bien común.
Cuando no actúa así, la autoridad se vuelve ilegítima y pierde el
derecho a ser obedecida.
Educar
en el conocimiento y respeto a las leyes es una tarea pendiente y
urgente a todos los niveles, incluyendo a los mismos legisladores para
que dejen de aprobar lo que ni siquiera han leído o comprendido.
LA
CONFIANZA. La que se ha ido perdiendo y que consiste en la esperanza
firma en lo bueno que hay en las personas y en las instituciones.
La
decepción que pueden provocar muchas situaciones conflictivas no ha de
llevarnos a creer que no nos podemos fiar de nadie, a desconfiar de
todo. El salmo 37,3 nos hace esta invitación: “Confía en el Señor y haz
el bien, establécete en la tierra y mantente fiel”.
LA
ÉTICA POLÍTICA. “Una democracia sin valores se convierte con facilidad
en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia”
(Juan Pablo II “Centesimus annus”, 46).
La
honorabilidad de la autoridad política y el derecho a hacerse respetar
por el pueblo, depende de que sean moralmente rectos los fines que
persigue y los medios que utiliza para ello.
Con
frecuencia, las manifestaciones de protesta de la sociedad no son para
atacar a los políticos sino para defenderse de ellos y de sus abusos.
LA
VERDAD. No es un producto decidido por la mayoría y condicionado por
los intereses y acuerdos políticos. La convivencia social es ordenada y
respetuosa del ser humano cuando se fundamenta en la verdad. Por eso, la
búsqueda de la verdad fundamenta el verdadero diálogo.
EL
DIÁLOGO. La solidaridad, como fruto de la preocupación de unos por
otros, nos acerca al diálogo como camino e instrumento de la búsqueda de
una comprensión mutua que facilite rebajar tensiones y encontrar, en
medio de conflictos, posibilidades de acercar posiciones y de ver con
mayor claridad dónde está el bien común. Dialogar no es obtener a toda
costa lo que yo pienso; es buscar juntos qué es lo mejor para el Bien
Común. El diálogo fracasa cuando alguien no quiere escuchar por creerse
poseedor de la verdad.
Queremos
hacer un llamado a las Instituciones del Estado para que por las mismas
facultades que les concede la Ley y el sistema republicano cumplan con
sus deberes.
Queremos
hacer un llamado a toda la sociedad para que, desde la realidad en que
vive cada persona y cada grupo, considere la necesidad de sumarse a la
búsqueda de caminos de solución para Honduras. Sea por medio de pactos,
acuerdos, reformas, plataformas, el plebiscito o el referéndum, leyes de
iniciativas ciudadana, etc. Vayamos tomando conciencia de que sí es
posible un cambio para mejorar y el compromiso de lograrlo
solidariamente.
Nosotros,
como cristianos queremos confiar este proceso de la historia de
Honduras a la Madre del Señor, Nuestra Señora de Suyapa a cuyo amor e
intercesión nos acogemos.
Ciudad de Tegucigalpa. 06 de Junio de 2019.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/3386-basta-ya-iglesia-catolica-hondurena-reclama-ineptitud-del-gobierno-ante-crisis
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