El
primero en acuñar esa expresión fue el ex ministro de Seguridad y ex
canciller, Arturo Corrales Álvarez, cada vez que intentaba justificar un
acierto o minimizar algún otro desacierto. Luego habló de la
responsabilidad social compartida, pero diferenciada, cuando aludía a
las relaciones bilaterales con Washington en materia de narcotráfico.
Hoy todo el gabinete de gobierno, repite esas expresiones con cierto
señorío como parte de la filosofía moderna que caracteriza a la “Vida
Mejor”.
Y
como esas expresiones son el referente con la cual justifican sus
acciones para bien o para mal, vale entonces recordar un par de cosas:
El 3 de marzo de 2016, un grupo de criminales asesinaron a quemarropa a
la líder ecologista y ambientalista, Berta Cáceres, una mujer de fresca
sonrisa pero fuerte en sus convicciones y principios.
La
muerte de Berta Cáceres golpeó a la administración del presidente
Hernández y exhibió al país como una nación de salvajes. La reacción
internacional sorprendió al mismo gobierno y a gran parte de la sociedad
hondureña, en especial a aquella ligada a la elites de poder que no
termina de entender por qué “una simple” indígena lenca los ha desnudado
tanto.
Ocho
personas han sido capturadas por este crimen, pero el hilo de la madeja
no está terminado. Seguro han hecho mucho, pero no lo suficiente. Los
autores intelectuales siguen ahí, tejiendo impunidad y comprando
lealtades, mientras la comunidad internacional expresa: seguimos aquí
esperando, seguimos recordando.
Los
internacionales como el ciudadano de a pie tienen claro quién o quiénes
ordenaron apretar el gatillo contra Berta. Toca a los operadores de
justicia terminar de armar el rompecabezas si es que no lo han
completado ya. Han hecho mucho, pero no lo suficiente.
Otro
ejemplo de hacer mucho pero sin ser suficiente es el tema de la
seguridad. En el 2017, instituciones como la Secretaría de Defensa y la
Secretaría de Seguridad tienen una partida conjunta de al menos 12 mil
millones de lempiras, seis mil para cada una de ellas. Eso refleja el
presupuesto de la República. Este monto no incluye el dinero de la tasa
de seguridad poblacional.
¿De
cuánto será realmente la huaca para estos dos rubros en un país donde
los ciudadanos perdemos cada vez más derechos? Quizá es mucho pero no lo
suficiente.
En
nombre de la seguridad, policías, militares y policías militares se han
visto salpicados en los últimos años en graves casos de abuso de
autoridad y violaciones a los derechos humanos. El dato más reciente es
la condena obtenida por el Ministerio Público en contra de dos altos
oficiales del C-2, uno de los cuerpos de inteligencia militar de las
Fuerzas Armadas por haber secuestrado y ejecutados a dos jóvenes
hermanos en una colonia capitalina hace dos años.
El
asesinato de los jóvenes tiene claros indicios de haber sido una
ejecución extrajudicial por hombres investidos de autoridad. Como el
hecho ha pasado casi inadvertido, las gloriosas se han llamado al
silencio, porque la Seguridad indica que Honduras debe ir por más.
En
otro acápite, a inicios de 2017, miembros de la policía militar de
orden público asesinaron a mansalva a un joven en Santa María del Real,
en Olancho, y más recientemente otro efectivo de la seguridad mató
supuestamente a otro joven en Choloma e intentó sembrarle un arma para
confundir la investigación, pero ha sido capturado y puesto a la orden
de los tribunales. ¿Serán todos estos hechos aislados? Los grupos
humanitarios estatales y no estatales deberán pesquisar e identificar
tendencias para evitar reediciones dolorosas del pasado.
Siguiendo
la línea de “mucho pero no suficiente”, en nombre de la Seguridad hoy
los ciudadanos y ciudadanas de este país, tienen su propio muro: la ley
de secretos, la secretividad del tasón de seguridad, la secretividad del
IHSS, del SANAA, de la ENEE y de otras instituciones por disposiciones
del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad Nacional. Este muro ahora
goza de doble blindaje: una sentencia de la sala constitucional y el
nuevo decreto ley de las reformas penales. Como que “ha sido mucho pero
no suficiente”.
La
sala constitucional invocando curiosamente la ley de inteligencia
declaró “secreto de Estado” el tasón de seguridad y las reformas penales
incluyeron en la figura del terrorismo, a los medios de comunicación y
las redes de difusión (entiéndase redes sociales) que hagan apología al
terrorismo, dejando así a discrecionalidad de un juez que es apología
al terrorismo o qué es “alteración” de la paz pública. Dizque van a
“rectificar” lo relativo a los medios de comunicación, pero de momento,
eso es ley y vigente.
Los
expertos penalistas dicen que esas reformas ya publicadas y vigentes
tienen varias colitas lesivas a las libertades humanas, más allá del
trastoque a la libertad de expresión, un derecho ciudadano no exclusivo
de la prensa. Aseguran que aquí en penas carcelarias es “más barato” un
homicidio que una extorsión. ¿Será que es mucho pero no suficiente?
Habrá
que leer con lupa esas reformas para encontrar las “otras reformas”
ocultas en las trampas de la ley que gusta a nuestros legisladores. Por
ahora, he escrito mucho y suficiente.
http://criterio.hn/2017/03/04/hecho-mucho-no-lo-suficiente/
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