22-02-2016
Erradicar
la ideología bipartidista forjada en siglos de trabajo político,
educativo y cultural llevará décadas de mucho sacrificio y de
construcción del nuevo pensamiento. No se trata de intentos individuales
que se diluyen como una gota de agua en el océano, es tarea
revolucionaria para que alcance el objetivo estratégico.

La prisión de Bastoy, ubicada en la isla homónima de Noruega, alberga alrededor de 100 reclusos en condiciones de mínima seguridad.- Muchos centros turísticos tienen menos actividades recreativas que esta penitenciaría.- Los detenidos pueden tomar sol, jugar al tenis, pasear a caballo o ir de pesca.- No tienen celdas: cada uno tiene su habitación. Las casas son chalés o cabañas con vistas a granjas, donde realizan tareas para ganar sueldo.
Las
cárceles son el espejo que refleja de manera integral a través del
Poder Judicial, el estilo de sociedad, responsabilidad de Gobierno y
altura moral e inteligencia de la clase política expresada en
servidores virtuosos y defensores de su pueblo y su Estado.
En
Honduras, las prisiones son hornos repugnantes donde botan y queman la
basura social que produce el desfasado sistema económico que traduce
mayor mercado en parálisis estatal y libertinaje del capital en
subsistencia humillante.
Basta
contemplar con rabia contenida cómo el nombramiento de magistrados se
rebaja a una orgia de tahúres y sinvergüenzas en lugar de un magno altar
que eleve gente con decoro y sabiduría a la cabeza del Poder Judicial.
Ahí
está para el que quiera aprender lecciones del poder bipartidario en
una nación esclavista, después de 17 noches, el Congreso Nacional impuso
con el nativo lenguaje procaz y del mercado de bolsa, a los más altos
jueces de Honduras.
Cualquier
persona decente vomitaría viendo el descaro y el exhibicionismo torpe
de parlamentarios que conscientes de la farsa condenaron al pueblo
votando por la Corte.
Sonaría
escándalo desde la incultura y la manipulación, pero ese drama mostró
que la putrefacción del sistema político hondureño no se sana con
vacunas anticorrupción, fue esa sorpresiva consciencia que desató la
dolorosa realidad a la que de pronto, sin querer aceptarla, arriban
ciertos hondureños: “Sólo una revolución salva a Honduras”, aceptó con
voz golpeada el cosmopolita Salvador Nasralla.
No
lo dijo el ciudadano que desde siempre muerde el abandono en las calles
violentas, donde los últimos dos plenos de magistrados han dejado sin
resolver 153,000 juicios, tampoco el que cada día hace malabares para
llevarse una tortilla con sal a la boca, lo dijo un hombre cuidado que
lidera una importante fracción de la oposición política y por 40 años ha
sido una de las mentes lúcidas del enclave mediático de Honduras.
Ese
cambio radical no alegra a Estados Unidos, porque no aspira a que un
diputado o una diputada hondureña valgan más y piensen más que una mula
gringa. Y para que la pirata Carta Rolston no pierda vigencia, el
embajador Nealon escribió el 12 de febrero en su cuenta de tuiter: “Con
la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia, Honduras ha
fortalecido su democracia y el respeto a su Constitución”,
Erradicar
la ideología bipartidista forjada en siglos de trabajo político,
educativo y cultural llevará décadas de mucho sacrificio y de
construcción del nuevo pensamiento. No se trata de intentos individuales
que se diluyen como una gota de agua en el océano, es tarea
revolucionaria para que alcance el objetivo estratégico. Varios pueblos
lo saben: en el plano de la democracia liberal burguesa llevaría siglos
la liberación, entonces fundaron una revolución y cambiaron de raíz su
bochornosa existencia.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/1037-hace-falta-una-revolucion-editorial-el-libertador-impreso-febrero-de-2016
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