El día de la independencia puede tener varios significados: se llega a 173 años del asesinato de Francisco Morazán; las cinco provincias del Reino de Guatemala se separan de España y ahora se disponen a celebrar 194 años de independencia; las personas explotadas, marginadas, indignadas con las injusticias y las nostálgicas de la región intentan mantener vivo el recuerdo de ese hombre que a sus cincuenta años fue inmolado por un ideal emancipador, posiblemente incomprendido en su época. Mientras tanto, los hijos de las oligarquías coloniales hacen todo lo posible por enaltecer la figura del héroe y mantenerlo en textos, en pinturas, en estatuas, rígido, firme, distante, propio del desfile militar con tal de obscurecer la actualidad del Morazán de Centroamérica, varios de los herederos del pasado colonial mantienen los genes originales, solo es de buscar en archivos quienes fueron y quiénes son y no hay muchos cambios en apellidos y en influencias.
Especialmente, tienen muchísimos años tratando de hacernos creer que Morazán es la síntesis de las ideas liberales, es de lo más vil que se ha dicho y hasta de eso lo han acusado, cuando más bien superó al liberalismo y se convirtió en portador del iluminismo revolucionario.
Los grupos del poder
económico-político, dependientes del gobierno norteamericano y ligados al
crimen organizado, valga la redundancia, procuran congelar la influencia de
Morazán y tornarlo en hermosa pieza de museo, objeto de estudio cubierto de
charreteras y apariencias. Llevan casi dos siglos socavando el proyecto
unionista hasta hacer imposible la integración política y la construcción de condiciones
de justicia y equidad que hagan factible la relativa soberanía de la región.
En el fracaso de la unión y del
proyecto federal participaron bárbaros caudillos, caciques municipales,
funcionarios con mentalidad colonial, la frágil estructura financiera del
Estado, los roces con la iglesia obstinada en propagar el fanatismo, el atraso
general, el débil aparato militar de la federación y el imperio inglés
respaldando materialmente a los grupos separatistas; todo ello, con la
permanente incultura política incrustada en casi todos los actores del momento, hicieron
que el programa de Morazán y de sus seguidores no tuviera impacto relevante en
una circunstancia histórica poco adecuada, a pesar de haber considerado las
condiciones de miseria y de grave pobreza en que se debatían personas de la
ciudad y del campo.
Después de 194 años parece que
poco ha cambiado. Alguien puede esgrimir datos sobre salud y educación,
estadísticas respaldadas por el banco mundial, tasas de crecimiento, niveles
culturales que muestren que sí ha existido algo de progreso social. Así es.
Comparativamente es correcto. Pero es muy notoria la existencia de profundas
diferencias sociales y la sustitución del dominio colonial por otras formas de
dependencia más descaradas, más tecnificadas; hay otras formas de violencia
estructural que provocan deterioros en los sistemas de salud y educación, gravísimas exclusiones sociales y constantes
agresiones a los derechos fundamentales. El sólo macabro hecho de saber que
cada 18 horas una mujer es asesinada es suficiente prueba de lo poco que se
hace para superar la situación y del agravamiento de esas condiciones a partir
del 28 de junio de 2009. La condenable circunstancia del viejo régimen colonial
parece juego de niños y ahora la actual demencial indiferencia de los que
detentan y abusan del poder, multiplica la violencia contra la mayoría de la
población.
En un discurso al congreso
federal, el 16 de abril de 1833, Morazán sostuvo que “El fuego de la discordia ha encendido en
todas partes su funesta tea: las desconfianzas se avivan, el espíritu de
partido y de localismo no conoce límites; el gobierno ha perdido su
nacionalidad; el egoísmo ha tomado el lugar del patriotismo, y una fría
indiferencia de los males públicos es el triste presagio de los sacrificios que
aún esperan a los centroamericanos.
En tan difíciles circunstancias,
en momentos tan críticos ¿a quién deben acudir los pueblos si no es a sus
Representantes? Ellos tienen la obligación de procurar su bien, y un derecho
para imponer a los partidos y fijar la suerte de la República, acordando una
medida grande y nacional que se halle en consonancia con la opinión pública. Esta
se ha declarado a favor de una Asamblea Constituyente”. 182 años de esas
palabras y parecen dichas semanas atrás. En aquel momento estaba planteando la
necesidad de cambios sustanciales en las leyes nacionales, era una de sus
herramientas políticas para realizar la transformación Morazánica y se trataba
del real pacto social, del convenio constituyente que ayudara a construir la
sociedad de las nuevas relaciones sociales de dignidad, justicia y equidad.
La instalación del capitalismo y
su versión actual en tierras hondureña ha significado cierto nivel de
desarrollo material, muy limitado a sectores importadores de alimentos y
exportador a gran escala de fuerza de trabajo. Y en el nivel de los grupos
dirigentes ha tomado forma un sector
entreguista, servil, criminal, sumamente inculto y dispuesto a entregar el
territorio nacional si así lo quieren sus intereses. Esto no es nuevo y se ve
con alguna claridad con las primeras concesiones del territorio nacional para
explotación del bosque y con el enclave bananero. Ahora, con mayor voracidad y
desapego total a las raíces, al territorio, se empecinan en crear las Zonas
Especiales de Desarrollo, superando cualquier entreguismo anterior ponen a un
lado sus conceptos políticos fundamentales como el de Soberanía, Estado
Nacional, Contrato Social, División de Poderes.
La liquidación de esos momentos
esenciales y la intención de ceder porciones del territorio nacional sirve para
darnos cuenta que el pensamiento de Morazán tiene actualidad, vigencia y
frescura; ese legado señala que el enemigo no tiene nación ni respeta los
derechos fundamentales y, a pesar de ellos “Los pueblos que han sabido sostener
la libertad… sabrán también sostener la integridad de la República”.
José Martí señaló la importancia
de Francisco Morazán en los procesos de liberación de Nuestra América, cuando
lo llamó “genio poderoso”; la presencia de ese genio se nota en el uso de su
imagen en los movimientos sociales que busca superar los momentos ideológicos
propios del liberalismo clásico y de las viejas formas socialistas, no sólo es
el perfil gráfico del héroe sino, sobre todo, porque sus ideas unionistas
pueden incorporarse en los nuevos contenidos democráticos nacidos de la
experiencia nacional del movimiento popular, que integra diferentes grupos
sociales y que puede ayudar a fundar relaciones solidarias, afectuosas,
cálidas, valientes entre todas las personas.
El ideal de Morazán tiene
vigencia y se fortalece con nuevo elementos teóricos y prácticos nacidos del
pueblo. Pero la reivindicación unionista y democrática de los centroamericanos
sigue siendo manipulada, saboteada, por el envilecimiento y la perversión de
los grupos dominantes, que amenazan y traicionan para hacer efectiva su delirio
neoliberal y hacer naufragar los anhelos por construir una sociedad más autónoma,
digna y moralmente superior a la condición actual..
5 de septiembre de 2015.
Fuente: Red FIAN Honduras
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