viernes, 7 de agosto de 2015

Honduras: Los pobres no siempre pueden‏


Los pobres generalmente no pueden
Víctor Manuel Ramos
La sociedad capitalista está estructurada de tal manera que, los pobres, por más que luchen, nunca lograrán salir de atascadero, de la alienación indignante y el sometimiento. A uno que otro le es permitido colarse hacia arriba, en dirección del vértice de la pirámide, en donde se sitúan los amos del capital y de los destinos de quienes pululan en la base. Estas posibilidades son circunstanciales y cuando se dan, la gran prensa adocenada por el sistema llamado eufemísticamente ahora neoliberal, las magnifica para que vean, sobre todo, los pobres, llamados en las grandes metrópolis a limpiar los retretes de los dueños de riquezas y personas. Podría ser este el caso de una niña que combina sus estudios con la recolección de basura y que aspira a ser azafata.
                           Niño encuentra algo de comer en vertedero de basura
Cravioto, un investigador mexicano, demostró que la desnutrición infantil, de la que es víctima gran parte de la población hondureña, produce daños severos en el desarrollo cerebral que afecta la formación de una base intelectual que permita el abordaje de los estudios superiores, de tal suerte que no se trata de un determinismo el que los que vienen de abajo tengan menos éxito en el avance de los estudios, sino que son las normas de la dominación las que impiden, justamente, el triunfo en los de abajo. Lo aprendí tras 35 años de cátedra de Neuroanatomía. Poco podrá aprovechar un niño en la escuela si va muerto de hambre a ella y si la engañifa gobiernista le proporciona a su padre un bono que le permite ponerse, a éste, unas cuantas borracheras, sin que haya inversión alguna en el bienestar de los chicos, que sería el objetivo correcto, porque lo que realmente se busca es la docilidad para dar el voto a cambio de migajas.
Los chicos que vienen a la Universidad Nacional, incluso los que llegan a obtener una beca, cuyos montos son realmente miserables pues no alcanzan ni siquiera el salario mínimo, son, de por sí, privilegiados. Han logrado sortear muchos obstáculos, el principal el de la miseria del sistema de formación educativa a nivel primario y secundario que no les forma para ser pensantes sino para ser sometidos.
Es verdad que en un país no todos pueden aspirar a ser doctores. Como dice la UNESCO: “el acceso a los estudios superiores debe estar basado en los méritos, la capacidad, los esfuerzos, la perseverancia y la determinación de los estudiantes”. Pero a alguien se le ha olvidado citar que tales requisitos solo son posibles si el joven se desarrolla en una sociedad capaz de brindarle todo el bienestar necesario para el óptimo desarrollo biológico, mental y social de los niños y los jóvenes.
Y, justamente ahí está la diferencia entre Honduras y Cuba, en donde yo he estudiado mi postgrado. En esa Isla hay un verdadero sistema destinado a velar por el crecimiento saludable de los niños y los jóvenes y eso es posible gracias al socialismo implantado ahí. Cuba es un país en que toda su riqueza la distribuye equitativamente y ofrece iguales oportunidades para quienes tienen aspiraciones. En Cuba la enseñanza es obligatoria hasta la secundaria, los niños reciben toda la atención del Estado para su desarrollo desde su nacimiento, las escuelas ofrecen una merienda a los chicos y los libros y materiales necesarios para el desarrollo de los pensum.
Que comparación puede haber entre Honduras y Cuba, ninguna. La riqueza de Cuba es tal que tiene capacidad para repartirla entre todos de tal suerte que no haya cubano que se tenga que acostar sin comer, o debajo de un puente, o sin posibilidad de trabajar, o sin la oportunidad de asistir a la escuela o a una institución de salud. Ni en las instalaciones escolares, ni en la calidad de los maestros, ni en la estructuración de los curricula, ni en la accesibilidad a todos los niveles de enseñanza, ni la calidad de los valores con que son educados los niños y los jóvenes cubanos hay comparación con Honduras. En una ocasión vi a unos chicos cubanos estudiantes de medicina llorar porque no habían obtenido el 100% en su calificación.
El abandono escolar está determinado por la pobreza. Pobreza en el campo en donde los niños son necesarios para las labores agrícolas, pobreza en la ciudad en donde los niños deben ayudar a obtener recursos para la supervivencia. Y qué decir de los universitarios pobres que se ven obligados a trabajar con salarios indignos y sin ningún estímulo, por parte de sus patrones, para que puedan superarse, aunque la mayoría no logra una ocupación que le permita obtener los mínimos recursos necesarios para emprender los estudios universitarios.  La UNAH es la universidad del pueblo y sus puertas deben estar abiertas con más liberalidad, puesto es injusto que penalice a quienes no tuvieron la posibilidad de obtener una adecuada base para emprender una carrera universitaria. El CUEG fue creado con ese propósito pero fracasó. Entonces la institución está obligada a buscar otras alternativas que realmente brinden resultados alentadores. Esta conducta solo contribuye a perpetuar la miseria, la pobreza, el sometimiento.
Nacer pobre es evitable. Así es en Noruega, por ejemplo. En Honduras se nace pobre porque así lo determina el sistema y no es que los pobres se crean pobres, es que lo son y muchos  extremadamente pobres. Tan pobres que extienden la mano por cincuenta pesos, por una bolsa solidaria, por un bono –del cual le roban la mitad- y se comprometen a votar por quienes los tienen en la miseria y dan gracias a dios por tener un espacio en la calle en donde dormir a la intemperie mientras sus parientes están ingresados en el Hospital Escuela, también agobiado por la pobreza en todas sus dimensiones.
Habría que demostrarse con cifras si es verdad que Honduras es el país que más invierte en educación en Centro América. Yo lo pongo en duda. Ahí anda una fotografía de una aula digna que realmente recuerda la época neolítica del desarrollo de la humanidad.
Hay que exigir. Lo comparto, pero hay que dar. Exigencia a la primaria, a la secundaria a la Universidad que no está a la altura de la circunstancias. Y exigir a los chicos de manera pareja porque los hijos de los ricos están en las universidades privadas sin someterse a examen de admisión alguno y sus títulos no son verificados pasa saber que realmente respaldan adecuados conocimientos profesionales.
A estas alturas no es ético justificar la pobreza e ignorar que de ella se deriva la actitud de sometimiento de este pueblo que, por fin, gracias a las redes sociales, que no a la escuela ni a la Universidad, comienza a despertar para posesionarse de su propio destino.

Publicado en Red FIAN-Honduras

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