Desde
hace seis años venimos insistiendo en la necesidad de un diálogo
nacional con la participación de todos los sectores del país que
conduzca a un pacto social sobre los acuerdos en base a consensos
mínimos. En lugar de apertura, con el correr del tiempo los espacios se
han ido estrechando para imposibilitar el diálogo. Se ha avanzado con
excesivo peligro hacia un proyecto autoritario con el liderazgo
exclusivo de la élite empresarial vinculada al capital multinacional y
el sector político que representa al grupo más oscuro del partido
nacional, encabezado por el presidente de la República, Don Juan Orlando
Hernández.
Lo
decimos sin rodeo: es inútil seguir llamando al diálogo para construir
consensos mínimos cuando el proyecto autoritario que preside Don Juan
Orlando Hernández ha cerrado todos los caminos sensatos, posibles y
racionales para un debate franco y fructífero. Es cierto que nunca se ha
de renunciar al diálogo. Pero para que haya diálogo, es necesario que
las partes del mismo sientan la necesidad de abrirse a la escucha de los
demás para buscar respuestas que de común acuerdo conduzcan a resolver
los conflictos.
Sin
embargo, el grupo que lidera Don Juan Orlando Hernández ha dado las
señales más contundentes de que no le interesa dialogar para escuchar y
para buscar juntos nuevos caminos, sino que le interesa el diálogo, pero
ese que llamamos de sordos, porque el gobierno está dispuesto a
sentarse con los sectores que haya que sentarse, pero solo con el único
propósito de buscar un aval para su proyecto autoritario.
Los
cuatro años que estuvo como presidente del Congreso Nacional más el año
y medio que lleva como presidente de la República son más que
suficientes para concluir que Don Juan Orlando Hernández y su equipo
está profundamente convencido de que su proyecto autoritario es
incuestionable. Para ello, tiene control de los tres poderes del Estado,
tiene una alianza íntima con la élite empresarial asociada con las
multinacionales, impulsa tanto el plan de ZEDEs o ciudades modelo como
la apertura del territorio para la explotación minera sin control, ha
creado todas las condiciones para reelegirse indefinidamente y ha
consolidado su plan de remilitarización del Estado y de la sociedad.
Y
lo más grave de todo es que Don Juan Orlando Hernández y su equipo en
nombre de la democracia han acabado por destruir la institucionalidad
del Estado de Derecho. ¿Es posible llamar a un diálogo con quienes solo
buscan avales para un proyecto autoritario intocable? ¿Es posible
dialogar con quienes no están dispuestos a hacer ningún cambio en su
proyecto autoritario?
El
único camino al que ha obligado Don Juan Orlando Hernández es a la
organización de toda la ciudadanía en torno a la desobediencia civil, y
avanzar en la presión popular hasta lograr que caiga ese proyecto
autoritario, que sus responsables sean enjuiciados y se avance hacia una
asamblea nacional constituyente que promulgue una nueva Constitución
que rescate el Estado de Derecho y la democracia hondureña.
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