martes, 14 de abril de 2015

Honduras: Llamado a unirse a este Manifiesto público sobre los asesinatos de los estudiante‏s

La semana pasada fueron asesinados cuatro estudiantes de educación media. Tenían en común haber participado en protestas estudiantiles contra las deficiencias inocultables del sistema educativo, contra un cambio de horario no consensuado y contra la represión de sus protestas. Ese detalle particulariza a estas cuatro últimas víctimas respecto, por ejemplo, a los más de mil menores de edad y jóvenes asesinados que Casa Alianza ha documentado para este año recién pasado de 2014.
A los muchachos los ametrallaron en la calle mientras que a la niña de trece años que había sido rostro visible  y voz frente a los medios de comunicación durante la protesta, se la encontró abusada y torturada dentro de un costal.
 Varias han sido las reacciones oficiales y las manipulaciones de los medios de comunicación. Y es muy difícil responder a todas. Frente al cadáver torturado, las autoridades de Educación, el Director del Colegio y el Ministro —custodios de los estudiantes—  pusieron en duda la calidad moral de la niña; declararon que había faltado a clase en once ocasiones.  ¿Acaso porque no le gustaba sentarse en el suelo como animal? Y todos supimos —por sus declaraciones— que no había sido educada para expresarse de acuerdo a las circunstancias. En varias oportunidades lanzó improperios a sus represores. Las autoridades no explicaron si los otros muchachos acribillados también eran malos estudiantes. De repente. ¿Habría que ametrallarlos a todos?
 El Ministro de Seguridad afirmó desde el primer momento que la protesta no tenía nada que ver y que, en esos crímenes, no había involucrados agentes del Estado, los  cuales se apegaban de manera estricta a la política de respetar y salvaguardar los derechos humanos. Concomitantemente, acusaron de irresponsable a Manuel Zelaya, líder político, quien denunció que los estudiantes habrían sido víctimas de escuadrones de la muerte que actuaban con la intención de aterrorizar a la población inconforme. 
El Ministro de Educación aseguró que el gremio magisterial alentaba y financiaba a las protestas. Y otros ministros aseguraron que las protestas se financiaban con fondos ilegales. Literalmente dijo uno de ellos que las protestas y las denuncias las financian el terrorismo y el crimen organizado, sin explicar de dónde prevenía semejante calidad de información. 
Después, un ministro de la Presidencia y el Ministro de Relaciones Exteriores aseguraron en conferencia de prensa que las informaciones al respecto que habían trascendido al exterior eran propaganda instrumentalizada por el Partido LIBRE y por varias ONG; que eran negocios particulares de sus miembros para ganar dinero y desprestigiando al país para bloquear la ayuda externa. Para el Canciller no había impunidad, porque se habían emitido tres órdenes de detención en uno de los casos. Y tanto el Ministro de Seguridad como los voceros oficiales de la Policía Nacional repitieron esas autodefensas y acusaciones a las organizaciones  e «individuos perversos», sin nombrarlos.
La  policía detuvo pocas horas después del crimen a varios individuos, como sucede a menudo, pero tuvo la Fiscalía que cambiarles la acusación no sustanciada y el juez tuvo que liberar a uno de los tres por falta de pruebas, sin que se volviera a saber de él. Ahora se manejan mediáticamente móviles que implican a las maras en el asesinato de Soad, siendo este el recurso más usado —e instrumentado— para explicar e indirectamente justificar  los asesinatos de niños y jóvenes en los barrios pobres.
 A los abajo firmantes no nos consta que el Estado de Honduras hubiese pagado o comisionado la muerte de los estudiantes como parte de una política de Estado... Esperamos que no sea así, porque, de serlo, casi tendríamos que perder toda esperanza. Lo que sí nos resulta sobradamente evidente es que estos últimos asesinatos, como los centenares que se han cometido desde que se produjo el golpe de Estado de 2009 (contra activistas políticos, participantes en las marchas y protestas, parientes inmediatos y líderes de la sociedad civil, autoridades de patronatos, organizaciones étnicas y campesinas, sindicatos y defensores de los derechos humanos) en análogas circunstancias NO SON CASUALES, tampoco eventuales. Por el modus operandi revelan que son crímenes ejecutados por personal entrenado y responden a un patrón que tiene una utilidad política. Los autores de los crímenes políticos gozan de absoluta impunidad desde el 2009 sin temer ninguna consecuencia. El gobierno se burla de nosotros pero nuestra denuncia crece y se convierte en un mar de ira y desilusion.
El Estado de Honduras no ha cumplido y no esta cumpliendo con la obligación imperativa, consustancial de su responsabilidad y autoridad, de proteger las vidas de la población.  
Por lo anterior, los abajo firmantes hemos dispuesto comenzar con nuestros nombres propios una lista, para que se adhieran a ella las personas que estén dispuestas a acompañar a las denuncias de las organizaciones e individuos acusados de traición, exigiendo el cese de la impunidad, cumplimiento de la Ley y protección a los derechos humanos en Honduras, sin los cuales, no hay patria.
Denunciamos y firmamos,
Rodolfo Pastor Fasquelle, Historiador
Hellen Umaña, escritora
Dario A. Euraque, Historiador
Sergio Rodríguez , Músico, Director de orquesta
Rodolfo Pastor de María Campos, politólogo
Gustavo Zelaya Herrera, Licenciado en Filosofía
Geraldina Tercero, Antropóloga
Natalie Roque Sandoval, Historiadora
Julio Escoto, escritor
Víctor Manuel Ramos, Médico y escritor.
 Para mandar un mensaje a este grupo, envia un correo a
neohibueras@googlegroups.com

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