Hace
unos días, el experto en seguridad y capitán de la policía en retiro,
Billy Fernando Joya Améndola, dio declaraciones a un diario capitalino.
Dicho diario recogía la opinión del mencionado personaje donde exponía
las razones que evitan la disminución de la criminalidad en el país. Él,
Billy Joya, sostiene que la impunidad y la falta de investigación hacen
que la violencia no reduzca en Honduras.
Hagamos
memoria. El señor Joya, fue una pieza clave del escuadrón de
inteligencia 3-16, instancia de corte militarista policial que tuvo una
participación sangrienta en las décadas de los ochenta y noventas.
También
el señor Joya, o “Licenciado Arrazola” como es conocido en ese bajo
mundo de muerte y desapariciones, es señalado por organizaciones de
derechos humanos, como responsable de una veintena de hechos concretos
en los que se evidencia clara violación a los derechos humanos más
fundamentales.
Seguramente
el “Licenciado Arrazola” recordará el caso de los seis estudiantes, o
tal vez el caso del matrimonio Reyes Bacca, o por sus recuerdos más
vagos, se le vendrá a la memoria el nombre de Hans Albert Madisson. Pero
el licenciado Arrazola o Billy Joya, ahora se atreve a hablar de
impunidad.
El
señor Joya, recordará muy bien los nombres de Guillermo López Lone,
Milton Jiménez Puerto o el de Gilda Rivera. Personas que vivieron para
contarla y son testigos fieles de su participación.
Usted
señor Joya no olvidará que fue acusado de 5 casos penales con 19
delitos imputados por particulares y por el propio Estado hondureño en
la década de los noventa. Igualmente recordará que salió huyendo del
país y estuvo un par de años como prófugo de los organismos de justicia.
Recordará
el señor Joya que su regreso a Honduras fue minimizado por la
catástrofe ocurrida por el huracán Mitch. Y amparado en el sucio sistema
de justicia del país, “está libre de todo pecado, de todo mal”. Pero
como dice la sabiduría popular: “en boca cerrada no entran moscas”.
Señor
Joya, hablar de impunidad en estos tiempos no significa que usted no
esté untado hasta la coronilla de violación de derechos humanos y que
usted mismo sea el vivo ejemplo de la impunidad como premio del sistema
de justicia y todo el aparato estatal. En el derecho internacional,
señor Joya, impunidad es evadir o escapar de la sanción de una falta o
un delito cometido.
Señor
Joya, en un país como Honduras, en donde el sistema de justicia está
ulcerado, usted es la prueba latente de la premiación que el sistema
hace a aquellos que contribuyen al sostén de los grupos de poder. Es
usted una joyita hablando de impunidad.
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