miércoles, 13 de agosto de 2014

Honduras: Nuestra Palabra Miércoles,13 de Agosto de 2014


                                                    Cuando el deterioro nos gobierna                  
                                    

Aunque la publicidad oficial anuncia nuevos rumbos y una vida mejor, los datos del deterioro hondureño resultan irrefutables. Nadie tapa el sol con un dedo. Y el gobierno actual no puede tapar con sus palabras el dato del deterioro.

El caso de los niños migrantes no acompañados es la expresión suprema del deterioro al que llegó el país con toda su institucionalidad y todos sus liderazgos sociales, políticos, populares, intelectuales, empresariales y religiosos. 
 Cuando los niños que en lugar de tener un ambiente para crecer con dignidad, tienen que abandonar masivamente el país, algo profundo de deshumanización está ocurriendo.

El gobierno pelea con las cifras, como parte de la desesperación por sofocar el deterioro. Su Ministro de Seguridad jura que Honduras dejó de ser para siempre el país con los mayores índices de violencia del mundo. Y a la par de sus palabras, prosiguen las masacres y los asesinatos cada vez con mayores signos de crueldad.

El Ministro habla; el presidente habla en cadena nacional, advierten de mejoras en todos los rubros, y mientras hablan los rumores dicen a gritos que el criminal Mario Zelaya es protegido con fuertes medidas de seguridad por altos personajes de la política y de la empresa privada. Así va la vida de la gente, jugándose su suerte entre las palabras oficiales y la realidad de hundimiento. Se habla oficialmente de mejoras en la vida hondureña, se anuncia la reducción de presupuesto a los hospitales, justamente cuando los pacientes hondureños aumentan a borbotones.

Para el deterioro no hay fin. Solo procesos continuos de deterioro. En ese ambiente, promover la búsqueda de consensos a partir de propuestas que provengan de diversos sectores, es un camino por andar. Hay hombres y mujeres que así lo están sintiendo, expresando y buscando. No hay tiempo que perder antes de que la depresión nos atrape como colectividad. El ambiente depresivo nos persigue, porque eso es lo que acompaña al deterioro.

No hay tiempo que perder. Las cosas no van a mejor como nos miente el gobierno. Pero el deterioro sí nos puede arrastrar a la depresión colectiva. Pongámonos en actitud de encuentro, de búsqueda de debate. A cada quien nos toca dar el primer paso, vayamos haciendo propuestas sobre lo que pensamos y creemos que ha de ser el rumbo hacia una salida. Encontrémonos para ponernos de acuerdos en los consensos. Pongámonos a caminar, busquémonos, el tiempo apremia, antes de que a la institucionalidad y al deterioro en general, le siga la depresión colectiva. No desaprovechemos el tiempo, el poquísimo tiempo que nos queda.   
                                                
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