
Agosto 15. Santos quiere matar al jefe de las FARC y Timochenko le responde que “cuando morimos descansamos, Santos”. Leer más.
“Los combatientes y mandos de las FARC somos revolucionarios, no nos mueve ningún interés personal, ni percibimos ningún salario por lo que hacemos. Hemos entregado nuestras vidas a la más bella causa del género humano, poner fin a la discriminación entre los hombres, a la explotación de unos por otros, a las injusticias institucionalizadas”.
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Ago 15. Santos quiere matar al jefe de las FARC y Timochenko le responde que “cuando morimos descansamos, Santos”

Santos quiere matar al jefe de las FARC y Timochenko le responde que “cuando morimos descansamos, Santos”
“Los combatientes y
mandos de las FARC somos revolucionarios, no nos mueve ningún
interés personal, ni percibimos ningún salario por lo que
hacemos. Hemos entregado nuestras vidas a la más bella causa del
género humano, poner fin a la discriminación entre los
hombres, a la explotación de unos por otros, a las injusticias
institucionalizadas”.
BOGOTA / ANNCOL / 2013-08-15
/ Son las palabras de Timoleón Jiménez, comandante
del Estado Mayor Central de las FARC-EP, dirigidas al presidente Juan
Manuel Santos.
La carta es una respuesta a una
declaración de Santos en donde el mandatario colombiano no vacila
de dar la orden de matar al jefe guerrillero, si tuviera la
posibilidad.
Ha mostrado que no son palabras
vacías. Por que las aplicó en el mes de noviembre de 2011
cuando el comandante Alfonso Cano estaba rodeado y desarmado y en donde
fue vilmente asesinado por las tropas. Ya en esa época
existían contactos y preparativos entre Cano y Santos para
comenzar el proceso de paz en La Habana. Santos violó
flagrantemente los convenios internacionales con el asesinato de
Cano.
La declaración ahora de Santos contra
Timochenko ilustra la intolerancia y la posición absurda que para
nada facilita la atmósfera de las negociaciones de paz en La
Habana entre las FARC y el gobierno de Santos. Cada uno puede sacar sus
propias conclusiones comparando las dos declaraciones.
Pero es notoria la bajeza y odio de clase de
Juan Manuel Santos, pese que
estudió Economía y Administración
de Empresas en la Universidad de Kansas, Estados
Unidos, que posee una maestría en Economía y
Desarrollo Económico del London School of
Economics y otra en Administración Pública de la
Universidad de Harvard. También recibió becas
de la Fundación Fulbright en el The Fletcher School of Law
and Diplomacy de la Universidad Tufts, y de la
Fundación Nieman para el Periodismo en Universidad
de Harvard. Le ha sido otorgado un doctorado Honoris
Causa en Leyes, Hoja de Vida de Santos, según
Wikipedia.
Pero ¿para que sirven esos
títulos de las universidades e instituciones más
prestigiosas del mundo, si no tiene los dos pies puestos en la tierra y
la realidad colombiana? Da la imagen que vive en un mundo irreal de la
Oligarquía Colombiana.
ANNCOL reproduce abajo el texto del jefe
guerrillero, que no falta una dosis de ironía hacia el personaje
que sufre la misma obsesión como Uribe de enterrar militarmente un
fenómeno social en Colombia que nació con la misma
intolerancia y sed oligarca.
Los académicos lo llaman “Causa
y Efecto”.

Cuando morimos descansamos, Santos
AHÍ VAMOS, AHÍ
VAMOS…
respondió socarronamente el general Sergio Mantilla cuando la
prensa le preguntó cuán cerca de Timoleón
Jiménez se hallaba el Ejército. Como quien repite una
lección aprendida, dijo igual que el Presidente, que la guerra
está pronta a acabarse por las buenas o por las malas. Y
aprovechó la ocasión para advertir a nuestros delegados en
La Habana que siguen siendo un objetivo de alto valor estratégico,
así que no vaya a ocurrírseles salirse del proceso, o de
Cuba, porque perderían las garantías conocidas.
El general Mantilla al menos hizo
mención a órdenes de captura. El Presidente en cambio fue
mucho más explícito, la orden que tienen las fuerzas
militares es ejecutar a cualquier miembro de las FARC que localicen en
Colombia. Dar muerte, o de baja, o matar, especialmente a Timochenko, con
quien al mismo tiempo no descarta reunirse, siempre que sirva para poner
fin al conflicto. No se puede bajar un instante la guardia, porque
sería un incentivo perverso para que la guerrilla prolongue las
conversaciones indefinidamente, explicó.
A LA OLIGARQUÍA
COLOMBIANA, como a
sus verdugos de turno, no le interesa disimular su carácter
violento, ni su lógica de imposiciones y dominación. Ante
las tropas, por boca del Presidente, repite el estribillo según el
cual la Mesa de La Habana no hubiera existido si no fuera por la
campaña exitosa cumplida por las fuerzas armadas. En otros
escenarios, es el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, quien
advierte que para llegar al punto actual fueron determinantes el Plan
Colombia de Pastrana y el cerco militar realizado durante el gobierno de
Álvaro Uribe.
El punto actual son las conversaciones de
paz de La Habana. Y el punto de partida, el proceso de paz del
Caguán. Resulta una monumental tontería afirmar que se
requirieron diez años de guerra, aterradoras cifras de muertos y
heridos, miles de millones de dólares y millones de desplazados y
de víctimas para obligar a las FARC a sentarse en una mesa de
diálogos, cuando precisamente allí estábamos al
iniciarse semejante demostración de fuerza tan criminal como
inútil. Olvidaron que fue el régimen quien se paró
de la Mesa.
EN TODAS SUS GUERRAS contra el pueblo de Colombia, la
oligarquía bipartidista ha apelado a los emplazamientos y
amenazas. El Presidente Valencia creyó que con izar el
pendón nacional en la destruida aldea de Marquetalia había
finiquitado el asunto. Y el Presidente Gaviria, que con su guerra
integral pondría fin al problema en dieciocho meses. El
presupuesto de Uribe fue de dos años, y no lo logró en dos
gobiernos. Recién posesionado, Santos advirtió que si no
nos entregábamos vendrían por nosotros. Lejos de lograrlo,
vuelve a mostrarnos los colmillos.
La cuestión con las FARC, que sin
duda celebraremos nuestros cincuenta años de lucha armada mientras
Juan Manuel hace las maletas o pugna por su reelección, es
más sencilla de lo que parece. Mucho más fácil que
matarnos o desmovilizarnos a todos. Más simple que encarcelar
13.700 compatriotas inconformes. Es abrir realmente las puertas a la
democracia en nuestro país, desterrar para siempre la manía
de imponer las decisiones a la fuerza.
EL DIARIO EL ESPECTADOR
tituló
recientemente que todos los días era atacado un defensor de
derechos humanos en Colombia y que en los siete primeros meses de 2013
cada cuatro días ha sido asesinado uno. En un país en que
el Presidente y los ministros del interior y de defensa acusan de
guerrilleros de las FARC a los campesinos y mineros que protestan y
paran, no es extraño que la Policía y el Ejército,
en cumplimiento del público mandato presidencial, los repelan con
granadas y balas de fusil. Ni que los grupos paramilitares que subsisten
amenacen de muerte a líderes de la oposición o maten
dirigentes reclamantes de tierra o defensores de derechos
humanos.

es represión, sostiene el jefe guerrillero.
¿Acaso valían algo los
campesinos masacrados en las recientes marchas en el Catatumbo?
¿No salió todo el Establecimiento y la prensa a rodear al
conductor que en Cáceres decidió arrollar con su camioneta a
los mineros que bloqueaban la vía? En este último caso,
todos hablaban del terrible drama del pobre hombre que accidentalmente,
por obra de la infiltración guerrillera en la protesta,
había matado a cinco mineros y lesionado ocho más,
estableciendo una cruel segregación entre quien deliberadamente
asesina y las repudiables víctimas que lo provocan. Vaya a saberse
realmente cuál es la condición de semejante
energúmeno.
CUANDO EL PRESIDENTE se ufana en los montes de María de
haber estado allá seis años atrás, comprobando la
baja de Martín Caballero, olvida que consta judicialmente que
Caballero y los guerrilleros que lo acompañaban, fueron rematados
salvajemente por la tropa, después que el bombardeo de la fuerza
aérea los había dejado heridos, desarmados y pidiendo
clemencia al tiempo que ofrecían entregarse. Y cuando celebra la
muerte de Seplin en el Cauca, oculta que no fue dado de baja en combate
sino asesinado a traición y sobreseguro cuando en
compañía de un campesino transitaba vestido de civil por un
camino. Igual a como mataron a Gabriel Zavala en Zaragoza, o al Negro
Eliécer en el Norte de Santander.
La dificultad para llegar a prontos acuerdos
radica precisamente en las confesiones públicas de Santos: no
estamos negociando nada que pueda preocupar a los colombianos en materia
económica o de aspectos fundamentales de nuestro sistema de
gobierno. Los guerrilleros colombianos no estamos defendiendo
ningún sistema criminal de gobierno, ni estamos empeñados en
sacar adelante una política económica que beneficie las
transnacionales en desmedro del pueblo de nuestro país. Santos
sí, y esa es nuestra pequeña gran diferencia.

LOS COMBATIENTES Y MANDOS
de las FARC somos
revolucionarios, no nos mueve ningún interés personal, ni
percibimos ningún salario por lo que hacemos. Hemos entregado
nuestras vidas a la más bella causa del género humano, poner
fin a la discriminación entre los hombres, a la explotación
de unos por otros, a las injusticias institucionalizadas. Defendemos la
independencia y soberanía real de nuestra patria, banderas
heredadas del Libertador Simón Bolívar. No pretendemos la
revolución en una Mesa, pero sí al menos concertar un gran
acuerdo que saque al país para siempre de la opresión
violenta, que siente unas bases mínimas para la construcción
de la justicia social. Nuestros adversarios sólo insisten en
rendiciones.
Las amenazas de muerte y las órdenes
de ejecución sin ninguna clase de juicio no sirven para
intimidarnos, ni logran aclimatar el ambiente de reconciliación
necesario para concertar una salida. Valga recordar, llevando
abusivamente a la prosa a Jorge Manrique, que Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras ya pasadas, por tristes casos, llorosos, fueron
sus buenas venturas trastornadas; así que no hay cosa fuerte, que
a papas, emperadores y prelados, así los trata la muerte, como a
los pobres pastores de ganado. Cuando morimos descansamos,
Santos.
Timoleón Jiménez,
Comandante
del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Agosto 14
de 2013
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Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Web: www.anncol.eu, Redacción: editar@anncol.eu,
YouTube: http://www.youtube.com/user/anncol4?feature=mhee
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