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Quito, 6 junio (Andes).-
“Si había alguien en Brasil que dudara de que un tornero mecánico
salido de una fábrica llegaría a presidente de la República, en 2002,
probó totalmente lo contrario; y yo, que tantas veces fui acusado de no
poseer un título de educación superior, gano como mi primer diploma, el
de presidente de mi país”, fue parte del discurso que dio Luiz Inacio
Lula da Silva cuando asumió el mandato en Brasil, el 1 de enero de 2003 y
que lo dejó el 31 de diciembre de 2010.
Lo dijo llorando –Lula es de fácil llanto, lo demuestra un sinnúmero de videos colgados en Youtube que retratan muchos años de dirigencia sindical- el mandatario que gobernó por siete años al país más floreciente de Suramérica y que fue la cara visible del milagro que puso a esa nación a participar del club de las nuevas economías que imperarán el futuro, de la que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics).
Hoy llega a Quito, con una historia tan vasta de experiencias, después de vencer un cáncer en la garganta, que le detectaron en 2011, y durante el cumplimiento de dos de sus promesas que le hiciera a su pueblo: no presentarse a presidente nuevamente, y quedarse a vivir a 600 metros de la sede sindical de la que surgió.
La segunda promesa puede sonar baladí, pero en realidad para Lula es la máxima prueba de haber hecho bien las cosas. “Un presidente de clase alta, termina su mandato y se va dos años a París, un año a Londres, otro a New York, yo volveré a San Bernardo do Campo, a 600 metros del sindicato que me crio, o sea tengo que hacer las cosas bien, todos los santos días me levanto con la obligatoriedad de hacer todo correctamente”.
Quería ser camionero, pues, como ha dicho en varias entrevistas, admiraba en su Pernambuco natal, al hombre que llegaba en un bólido, al que se subió cuando con su familia salieron rumbo a Sao Paulo, en 1952, un viaje de 13 días en camión, un “pau de arara”, donde no podía apoyar la espalda a nada y solo iba sentado en una tabla en la parte de atrás del Ford de 1951 que llevaba unos 80 viajeros. Lula tenía 7 años cuando salió de su pueblo natal.
“Nunca soñaba ser político o ser presidente, yo tenía que tener sueños muy chiquititos: en la noche soñaba con el desayuno, a la mañana soñaba con el almuerzo y en la tarde soñaba con la cena, porque era la ley de la supervivencia”.
Tuvo 7 hermanos en un hogar desmembrado y fue criado por su madre, que fue su referente, pese a haber sido analfabeta, y valora que todos sus hermanos trabajaron, nunca pelearon ni se hicieron bandidos.
Con el espíritu de una madre
Vivió sus primeros años en Sao Paulo en una habitación con sus hermanos y madre, a quienes se sumaron tres primos, 13 personas en una habitación con cocina y baño. A los 17, el joven Lula se compró su primera bicicleta y acompañaba de vez en cuando a un primo suyo que era chofer de un camión que llevaba asfalto por el interior de la gigante Sao Paulo.
“Para mí era lo máximo que podía ser un hombre, yo que quería ser chofer de camión, y estoy aquí, ahora tratando de conducir este país”, dijo en una entrevista publicada en noviembre de 2009.
Al programa Presidentes de Latinoamérica dijo en esa ocasión, que el mejor ejemplo de gobernanza no lo había sacado de ningún libro, sino del espíritu de una madre y sentenció “esa es la verdad” de que los ricos no necesitan al Estado, sino los pobres.
“Ella (la madre) siempre va a cuidar al más debilitado, es decir si hay que dar un pedacito de carne de más, lo va a entregar al más debilitado de la familia, si hay que hacer una mamadera más la va a hacer para el más debilitado; ella ama a todos y adora a todos, pero aquel debilitado no es el más bonito ni el más inteligente, pero es el más necesitado. Yo gobierno con el espíritu de la madre, o sea, tenemos que cuidar a las personas más pobres, el rico no necesita del Estado… esa es la verdad”.
lp/rv
http://www.andes.info.ec/es/actualidad-personaje/lula-obrero-conductor-brasil.html
Lo dijo llorando –Lula es de fácil llanto, lo demuestra un sinnúmero de videos colgados en Youtube que retratan muchos años de dirigencia sindical- el mandatario que gobernó por siete años al país más floreciente de Suramérica y que fue la cara visible del milagro que puso a esa nación a participar del club de las nuevas economías que imperarán el futuro, de la que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics).
Hoy llega a Quito, con una historia tan vasta de experiencias, después de vencer un cáncer en la garganta, que le detectaron en 2011, y durante el cumplimiento de dos de sus promesas que le hiciera a su pueblo: no presentarse a presidente nuevamente, y quedarse a vivir a 600 metros de la sede sindical de la que surgió.
La segunda promesa puede sonar baladí, pero en realidad para Lula es la máxima prueba de haber hecho bien las cosas. “Un presidente de clase alta, termina su mandato y se va dos años a París, un año a Londres, otro a New York, yo volveré a San Bernardo do Campo, a 600 metros del sindicato que me crio, o sea tengo que hacer las cosas bien, todos los santos días me levanto con la obligatoriedad de hacer todo correctamente”.
Quería ser camionero, pues, como ha dicho en varias entrevistas, admiraba en su Pernambuco natal, al hombre que llegaba en un bólido, al que se subió cuando con su familia salieron rumbo a Sao Paulo, en 1952, un viaje de 13 días en camión, un “pau de arara”, donde no podía apoyar la espalda a nada y solo iba sentado en una tabla en la parte de atrás del Ford de 1951 que llevaba unos 80 viajeros. Lula tenía 7 años cuando salió de su pueblo natal.
“Nunca soñaba ser político o ser presidente, yo tenía que tener sueños muy chiquititos: en la noche soñaba con el desayuno, a la mañana soñaba con el almuerzo y en la tarde soñaba con la cena, porque era la ley de la supervivencia”.
Tuvo 7 hermanos en un hogar desmembrado y fue criado por su madre, que fue su referente, pese a haber sido analfabeta, y valora que todos sus hermanos trabajaron, nunca pelearon ni se hicieron bandidos.
Con el espíritu de una madre
Vivió sus primeros años en Sao Paulo en una habitación con sus hermanos y madre, a quienes se sumaron tres primos, 13 personas en una habitación con cocina y baño. A los 17, el joven Lula se compró su primera bicicleta y acompañaba de vez en cuando a un primo suyo que era chofer de un camión que llevaba asfalto por el interior de la gigante Sao Paulo.
“Para mí era lo máximo que podía ser un hombre, yo que quería ser chofer de camión, y estoy aquí, ahora tratando de conducir este país”, dijo en una entrevista publicada en noviembre de 2009.
Al programa Presidentes de Latinoamérica dijo en esa ocasión, que el mejor ejemplo de gobernanza no lo había sacado de ningún libro, sino del espíritu de una madre y sentenció “esa es la verdad” de que los ricos no necesitan al Estado, sino los pobres.
“Ella (la madre) siempre va a cuidar al más debilitado, es decir si hay que dar un pedacito de carne de más, lo va a entregar al más debilitado de la familia, si hay que hacer una mamadera más la va a hacer para el más debilitado; ella ama a todos y adora a todos, pero aquel debilitado no es el más bonito ni el más inteligente, pero es el más necesitado. Yo gobierno con el espíritu de la madre, o sea, tenemos que cuidar a las personas más pobres, el rico no necesita del Estado… esa es la verdad”.
lp/rv
http://www.andes.info.ec/es/actualidad-personaje/lula-obrero-conductor-brasil.html
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