JUN 14 2013
Publicado por aucalatinoamericano
La
integración suramericana, que continúa avanzando por sobre las
especulaciones de los cuarteles mediáticos y los proyectos
geoestratégicos del poder hegemónico imperial, enfrenta en estos
momentos otra amenaza, que es necesario analizar desde diversos ángulos:
la renovada Alianza del Pacífico.
A
esto hay que añadir la propuesta colombiana para integrar la Alianza
del Atlántico Norte (OTAN en sus siglas en inglés) que se enfrenta al
proyecto integrador emancipatorio de América Latina y el Caribe, donde
privan ideas básicas: la construcción de un sistema de defensa conjunta
en función de las necesidades defensiva de la región, la implementación
del Banco del Sur, para desestructurar la dependencia, la decisión de
los países de la Unión de Naciones Suramericanas de constituir a esta
en un territorio de paz y lograr responder definitivamente y con armas a
la desesperada demanda social de nuestros pueblos. Un proyecto
antihegemónico que necesita de tiempos y voluntades.
La
OTAN nada tiene que hacer en nuestra región, cuando se ha convetido,
en un gendarme de intervención mundial que a su ves maneja ejércitos
privados(mercenarios)para comenzar sus acciones bélicas.
Algo
realmente grave si se advierte la tragedia del retorno de guerras
coloniales que están sacudiendo otras regiones del mundo en estos
momentos y que han llevado a Europa a una crisis inconcebible en el
siglo XXI, vía gobiernos que deciden a espaldas de sus pueblos,
llevando a sus tropas a combatir en guerras ajenas, con gastos
millonarios en armamentos y convirtiendo a sus tropas en conquistadores
de territorios para otros. Eso es lo que está sucediendo.
La
VII cumbre de la Alianza del Pacífico realizada en Cali a principios de
junio, con la participación de México, Colombia Chile y Perú, incorporó
en este caso a Costa Rica, mientras asisten como observadores España,
Canadá, Panamá, Guatemala y Uruguay.
La
intervención del presidente de Colombia Juan José Santos, si bien no
fue del todo sorpresiva porque, de hecho, siempre aparecía en el proceso
de integración jugando a dos bandos, aunque más contenido, hablando en
este caso sobre el el nuevo “motor” de la economía regional, no es sino
la decisión de ir a fondo en un proceso enmarcado en lo que fuera el
Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA),un proyecto
recolonizador por excelencia, dignamente rechazado por los integrantes
del Mercado Común del Sur y Venezuela en noviembre de 2005, en Mar del
Plata. Lo que la Alianza del Pacífico plantea es profundizar los caminos
hacia el decadente neoliberalismo del siglo XXI.
Esto
implica un enorme retroceso para los pueblos de los países que
conforman esa Alianza, que no responde a los intereses estratégicos
regionales, sino a los imperiales de turno.
Si
algunos países pequeños creen encontrar una salida, el espejo el futuro
muestra que esto sólo puede llevar a resolver asimetrías vía la
subordinación de los pequeños y también de los grandes. Cualquier
proyecto emancipatorio queda relegado en estos planes, ya que no se
trata de cumplir con la idea de una independencia definitiva, que no
sólo libera a la región auténticamente sino que la fortalece en
cualquier negociación.
Esto
sin hablar de las demandas sociales, en las que jamás pensaron los
equipos del Libre Mercado, como ya se vio en los años 90, o como se está
viendo hoy en la Unión Europea (UE).
“La
tarea del corto plazo, implica la liberación del 90 por ciento de
aranceles en forma poco discriminada, permitiendo crear un `mercado` de
más de 216 millones de personas sin incluir los observadores, con una
tendencia a la desregulación estatal en sectores estratégicos: de tipo
agrícola o en los recursos naturales; un retorno al proceso de
reestructuración neoliberal que tomó fuerza desde la década de los 70 a
los 90 (época dorada de los Chicago Boys), propuesto como alternativa
al cepalismo(Cepal) de (Raúl)Prebisch acusado de ‘proteccionista’ bajo
el modelo de industrialización por sustitución de importaciones”.
Así
lo define Attac (La Asociación por la Tasación de las Transacciones
Financieras y por la Acción Ciudadana), en un análisis recientemente
publicado.
Para
esta organización, aquella cumbre de Cali, coincidía con “el papel
activo de América Latina, en la agenda económica para el segundo
período del gobierno de Barack Obama”.
No
pueden olvidarse ni las recientes palabras del secretario de Estado
John Kerry sugiriendo ante el Congreso de Estados Unidos, que América
Latina es el patio trasero, ni su aseveración sobre la necesidad de un
acercamiento “vigoroso” con la región. Este vigor no es para ayudar a
los latinoamericanos, sino para proteger los intereses norteamericanos y
establecer un control regional a todas vistas recolonizador.
Si
hay quienes no pueden festejar esta Alianza del Pacífico son los
pueblos de los países que la conforman, por lo menos en nuestra región.
¿Volver a los 90?. Una tragedia social, política y económica.
La
única oferta que está mirando hacia un futuro justo y digno para los
pueblos de América Latina y realmente independiente, es la que se
plantea desde sus diversos planos la integración como el Alba, el
Mercosur, UNASUR y el proyecto más complejo y completo que es el CELAC
(la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) que nació como
tal en Caracas, bajo la presidencia de Hugo Chávez Frías, el fallecido
mandatario, motor de la estrategia liberadora.
En
este renovado nuevo proyecto recolonizador de Estados Unidos se
inscriben las recientes visitas de Barack Obama a México y
Centroamérica y otras que se propone en tiempos cercanos.
En
el libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial
Latinoamericana “ (1949), el escritor Sherman Kent advertía sobre algo
que hoy es una realidad: “La guerra no siempre es convencional: en
efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más
próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales”
Se
refería al tipo de guerra, en la cual vía la política (en estos días
también bajo el virtual terrorismo mediático que se aplica contra
nuestros países)y la vía económica, una verdadera guerra actualizada en
estos tiempos, en que América Latina toma o intenta hacerlo el control
real de sus recursos y sus Estados. Es parte de la ofensiva que en este
momento despliega Estados Unidos contra Venezuela y la región tratando
de fragmentar el verdadero proyecto unitario y aislar a los gobiernos
regionales. Es una ofensiva tan guerrera como la que hoy están aplicando
sobre Venezuela.
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