Imagen: Colectivo Manuel Flores |
Por Melvin Martínez
La educación es una necesidad y un derecho
del ser humano en tanto que nos abre oportunidades para el buen vivir y el
bienestar. En esta perspectiva, el Estado tiene la obligación de garantizar a
todas las personas, la posibilidad de aprovechar un sistema educativo de
calidad.
En Honduras, estudiar es un privilegio.
Los gobiernos han mantenido un discurso
demagógico, que pretende esconder la
realidad de inequidad con que funciona el sistema.
En el nivel pre escolar, según la encuesta
de hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (2009), la cobertura fue de
44%. En este mismo nivel educativo, la comisión económica para América Latina
(CEPAL) en su cuarto informe del estado de la región afirma que la tasa neta de
escolaridad en pre escolar para el año 2000 fue de 34.6 .
En la mayoría de comunidades de la zona
rural no existe la posibilidad de educación pre escolar.
En la realidad más de 60 de cada 100 niños,
no tienen la posibilidad de asistir a un jardín de niños.
En la educación primaria la cobertura es un
mucho mejor ya que cubre más o menos el 90 %.
Sin Embargo duele ver como miles de niñas y
niños hondureños, tienen que trabajar desde corta edad para ayudar en la
sobrevivencia de sus familias o simplemente quedarse con la gana de ir a la
escuela porque sus padres no pueden cubrir los costos que genera la misma, que
en la mentirosa alharaca gubernamental es gratuita.
En la educación media la cobertura es
bastante deficiente. Según declaraciones del actual ministro de educación a los
medios de comunicación, publicadas el 11 de junio del 2012, “La meta es elevar
la cobertura en educación media, subir de séptimo a noveno de 45 a 100% y los
bachilleratos de 28 a 100%. Para eso se necesitan 15,000 plazas en un término de
10 años”. Paradójicamente en los dos últimos años el gobierno prácticamente no
ha creado nuevas plazas para docentes en el sistema educativo público, pero ha
proliferado la creación de colegios y escuelas privadas en todo el país.
Se puede afirmar entonces que de cada cien
niños que salen de sexto grado aproximadamente 55 no ingresan a ningún colegio
o centro de educación básica, y de cada 100 jóvenes que egresan de noveno
grado, 72 lamentablemente no pueden cursar una carrera profesional o técnica en
los institutos del país.
En la educación Universitaria la situación
es peor. Varias fuentes nos indican que la cobertura de educación superior es
aproximadamente del 20 %. Es decir que más o menos 80 de cada cien jóvenes que
salen de los colegios, desgraciadamente, no pueden ingresar a una universidad.
Sumado a la baja cobertura, el alto costo
de la educación privada y pública hace que estudiar en Honduras sea un
privilegio.
Lamentablemente, esta realidad de
injusticia e inequidad, parece no importar a los políticos y grupos fácticos de
la nación que desde el gobierno de la República, no han podido generar
políticas que garanticen el mejoramiento de la educación, tanto en su cobertura
como en su calidad y pertinencia. Por el contrario hay una disminución irresponsable
del cumplimiento de las obligaciones gubernamentales en la educación.
En las escuelas y colegios estatales los
padres y madres de familia se ven obligados a dar colaboraciones para sostener
el funcionamiento de los centros educativos en los que el gobierno solamente
paga los sueldos de los docentes.
Los gastos para funcionamiento de las
instituciones educativas: personal y material de aseo y seguridad, equipo y
material de oficina, textos escolares en los colegios, mantenimiento de
servicio de agua y electricidad, sueldo de maestros de inglés y computación en
la mayoría de las escuelas, mantenimiento de equipo, material y recursos
didácticos, uniformes, tecnología educativa; tienen que ser costeados por los
padres y madres. Estas contribuciones no pueden ser pagadas por muchas familias
que se ven obligadas a retirar sus hijos e hijas de la escuela o colegio.
En el 2012 el gobierno dejó de asignar a
las instituciones educativas un presupuesto denominado matrícula gratis que
cubría parte de los gastos operativos de las mismas.
En los colegios y universidades estatales
las dificultades de ingreso son cada vez peores y los gastos que deben hacer
los alumnos son significativamente altos.
La oferta educativa privada, en la que
existen desde pequeñas pulperías hasta grandes moles (empresas) de educación,
crece permanentemente ante el desinterés estatal de garantizar la educación a
la mayoría de la niñez y juventud hondureña.
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