lunes, 25 de marzo de 2013

LA MEMORIA FÉRTIL A 37 AÑOS DEL GOLPE MILITAR EN ARGENTINA


En dos marchas multitudinarias
Unas 130 mil personas repudiaron el golpe de Estado de 1976 y reclamaron la democratización judicial

En la Plaza, con la memoria, por la justicia

La convocatoria, que desbordó la Plaza de Mayo, tuvo una presencia notoria de jóvenes.
 En el documento conjunto, los organismos de DD.HH. reclamaron que se investigara la parte civil del golpe. Y mencionaron las grandes empresas señaladas por colaborar con la dictadura.
Por Alejandra Dandan           

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La gigantesca marcha recorrió la Avenida de Mayo encabezada por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.


“Tenemos un largo camino recorrido buscando que el Poder Judicial nos represente”, se escuchó en el escenario. “Hoy llegó la hora de gritar muy fuerte que el tiempo de las corporaciones se terminó y que en la calle se exige un cambio fundamental para que empiece a ser un Poder que nos represente a todos.” Desde el escenario montado en Plaza de Mayo, Marta Vázquez, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Lita Boitano, de Familiares, y Estela Carlotto, de Abuelas, abrieron la lectura del documento consensuado por los organismos de derechos humanos. El documento que dialogó con el bullicio de las 130 mil personas que los organizadores contaron en la Plaza tuvo como eje la consigna con la que se convocó la conmemoración de este 24 de marzo, expuesta a los dos lados del escenario: “A 37 años del golpe cívico militar, por una justicia democrática. Basta de corporaciones”. Los organismos recordaron la consigna de la marcha del año pasado, sobre el rol del poder económico en la dictadura. Ahora señalaron avances en ese y otros aspectos, pero también todo lo que todavía falta. “No nos representan los jueces de la dictadura que cometieron delitos de lesa humanidad y siguen en actividad, no nos representan los miembros de la corporación judicial que impiden la vigencia plena de la ley de medios”, dijeron. Y en ese contexto se escuchó: “Exigimos que la ley de medios tenga vigencia plena y podamos tener de una vez por todas una Patria con todas las voces”.
Con el tono de una fiesta, la marcha empezó a concentrar a las dos de la tarde, en el cruce entre 9 de Julio y Avenida de Mayo. Las remeras verdes de HIJOS, ahora con la consigna Verdad, Memoria, Justicia y Alegría se alinearon detrás de la bandera con la imagen de los desaparecidos. Alicia Usardi buscó el lugar de uno de sus desaparecidos: “Mirando todo esto me acuerdo del sepelio de Chavez”, dijo. “A todos ellos les estamos haciendo la guardia de honor, una guardia pública, popular, en paz, el pueblo acá hoy y hace la guardia de honor a nuestros compañeros desaparecidos.”
                                    
Atrás, Carlos Rice, de HIJOS, apuró la bandera de salida. Tenía una boina de cardenal en la cabeza: “La cúpula de la Iglesia también fue la dictadura”, decía. “Lo estamos diciendo nosotros, los hijos –dijo–, a 37 años del golpe, me puse esto por la asociación con el nuevo papa, para denunciar a la Iglesia que siempre calló. Pero hay que destacar que hubo una Iglesia que tiene sus desaparecidos, y mi viejo (Patrice Rice) es uno de los sobrevivientes”. Horacio Pietragalla, diputado y nieto recuperado, dijo que “en estos 37 años tuvimos una década ganada por los 400 represores con condena”.
Hacia la Avenida de Mayo, con la bandera en andas, estaba Guillermo Pérez Roisinblit, nieto recuperado: “Esta es la segunda vez que vengo”, dijo. La primera vez buscó desesperado la foto de su padre entre miles de imágenes. “Me puse al lado de la foto como si me agarrara de las gambas de mi viejo y no lo quería soltar porque no entendés que los otros lo pueden llevar de la misma manera”.
Detrás de los organismos marcharon las agrupaciones políticas y sociales. Los cartoneros de la cooperativa Madreselva. La federación Palestina y Armenia. El Mocase, los pueblos originarios. Una enorme bandera de la UES; la FES de los secundarios. Tres jóvenes de Villa 20 vendieron remeras de Hugo Chávez y Néstor Kirchner abrazados, producto de una cooperativa de trabajo. “Y del proyecto”, dijo uno, “que nos cambió la vida”. La Cámpora, Unidos y Organizados y el Movimiento Evita, La Martín Fierro avanzaron atrás. “¡Todos pibes!”, dijo uno cuando vio a La Cámpora entrar a la Plaza. Sonó la gloriosa Jotapé, con tono de fiesta, murga y batucada. La Cámpora avanzó con muñecos enormes en el aire. Unos, con togas y hábito de jueces; otros, con remeras de La Cámpora y la JP. “¡Es la justicia de los jóvenes peronistas de los ‘70”, interpretó un vecino desde la vereda. Había quien sacaba fotos, otros esquivaban a otros para ganar algo de lugar sobre las veredas.
A las cinco, con la Plaza repleta, había columnas todavía esperando a lo largo de la Avenida de Mayo y en los laterales de 9 de Julio. Nuevo Encuentro no llegó a entrar. Desde el escenario, se anunció una y otra vez que las organizaciones seguían ingresando. Esta vez, el palco central no quedó entre la Pirámide y el Cabildo, sino más cerca de la Casa Rosada, por lo que hubo casi un tercio de plaza más libre. Termos, mate y niños, en cada cantero. Pibes. La fuente como butaca.
El cartel quedó a pocos metros del escenario: Justicia Legítima, decía y atrás se ubicaron varios integrantes del Poder Judicial y la Procuración. El camarista Alejandro Slokar, los jueces Carlos Rosansky, Pablo Vega y los fiscales Carlos Gonella, Hernán Schapiro, Abel Córdoba, entre otros. Jorge Auat, fiscal jefe de coordinación de las causas de lesa humanidad, dijo: “El 24 de marzo es el día en el que el Estado pasó a la clandestinidad con todas sus instituciones. Nosotros estamos aquí por un imperativo ético y moral de sostener nuestro repudio a semejante ignominia”. Javier de Luca, fiscal ante la Cámara, aclaró: “Estamos acá para diferenciarnos de muchas asociaciones de jueces y magistrados que en esta fecha no dicen nada”.
La Catedral formó otro escenario. Algunos policías visibles estaban ahí, del lado de adentro. Una agrupación colocó un alusivo afiche del padre Carlos Mugica. Otra puso cuadros en las vallas e invitaba a los transeúntes a “Bajá tu propio cuadro”. Cuadros de Mirtha Legrand, Hugo Biolcati, Héctor Magnetto y, el que más se bajó, Mauricio Macri.
A las seis y cuarto arrancó la lectura del documento. “Que bochinche...,¿ no?”, dijo Marta Vázquez que paró, dejó que la Plaza aclamara y siguió. “Estamos acá para compartir un año más este inmenso acto de militancia, para recordar que hace 37 años, el 24 de marzo de 1976, se cometió un golpe de Estado cívicomilitar. Otro intento más para detener las luchas populares. La Junta Militar, integrada por los genocidas Jorge Rafael Videla....”, dijo y la Plaza gritó ¡genocida! Marta pidió esperar a nombrar a todos juntos pero la Plaza volvió a gritar genocidas cuando escuchó: “Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti”.
La consigna por una Justicia democrática marcó todo el documento. Cruzó pasado y presente, puntualizó continuidades. Mariano Ferreyra y el pedido de perpetua para José Pedraza en la sentencia que se acerca y puede servir, como se dijo, en las causas pendientes por los asesinatos de Maxilimiliano Kosteki y Darío Santillán y el rol de Eduardo Duhalde, y el crimen del maestro Carlos Fuentealba y el juicio a Jorge Sobisch. El reclamo de Susana Trimarco que “vive casi las mismas situaciones que nosotros hace más de 30 años”, dijeron. Por eso, “comprobamos que falta demasiado, que el Poder Judicial sigue estando al servicio de unos pocos: de los poderosos”.
                                                 
“Hay muchas cosas que quedan por hacer y otras sobre las que se avanzó como nunca”, dijeron. “Se ordenó investigar a Loma Negra y el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca; se procesó a Pedro Blaquier; se destituyó a los jueces Otilio Romano y Luis Miret”. Y dijeron: “Pero como dijimos el año pasado, los grupos económicos también fueron la dictadura. No pueden quedar impunes y tenemos que avanzar en las responsabilidades de Mercedes Benz, Acindar, La Veloz del Norte, Astarsa, Fiat, Techint, Macri, City Bank, La Nación, Clarín, Ledesma, la Sociedad Rural Argentina, Ford, Loma Negra y tantas otras empresas. Hace pocos días murió uno de los ideólogos de ese plan económico de hambre y exclusión que atentó contra las victorias y derechos de los trabajadores: José Martínez de Hoz. Murió impune, pero con la condena social de todo el pueblo.”
                                                   
Los organismos de derechos humanos exigieron a la Cámara de Casación y a la Corte acelerar las sentencias firmes; recordaron que hay genocidas condenados a perpetua que todavía siguen en libertad. Reclamaron la apertura completa de los archivos. Y hacia el final, Estela Carlotto le dijo a esa Plaza que hay que ir por más. “Es necesario mirar para atrás y pensar qué luchas empezaron hace mucho y en esta década llegaron a ser victorias. Esta democracia tiene más derechos: vamos a defenderlos e ir por más. Acá estamos todos juntos. Sintiéndonos parte de la historia”.
                                                  
La nota distintiva de la jornada la pusieron los integrantes de la revista La garganta poderosa, quienes distribuyeron arcos de fútbol a lo largo de toda Avenida de Mayo y en la Plaza. En cada uno de ellos, el arquero llevaba la careta de un personaje ligado a la dictadura. “Cómplices civiles a los penales”, decía un cartel. Otro integrante del grupo disfrazado de juez invitaba a patear penales. Quienes recibían los pelotazos eran Pedro Blaquier, Héctor Magnetto, Mariano Grondona, Chiche Gelblung, Otilio Romano, Franco Macri, Cristian von Wernich y tantos otros.
Fuente Página 12
                     


                                                                                                                         

       



Manifestación en Bariloche
Manifestación en Rosario (foto de arriba y abajo=
          

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La novedad de siempre
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Por Mario Wainfeld


Pasa la bandera con las imágenes de los compañeros desaparecidos. El aplauso masivo se sostiene, se la banca, perdura, no decae. La nena pregunta: “¿Cuándo terminan de pasar?”. La mamá le responde: “Falta, son 30.000 fotos”. La madre sabe que son mucho más que fotos, seguramente la hija lo estará aprendiendo. El cronista no es un capo para calcular edades pero tampoco está tan gagá, todavía. La piba nació sin duda en un gobierno kirchnerista y muy factiblemente en el primero de Cristina: no parece tener más de cuatro años, cinco como máximo. La madre habrá transcurrido toda su existencia en democracia, o por ahí la comenzó un par de años antes de 1983. Cuatro generaciones se congregan, como va siendo costumbre en la Plaza histórica. Son multitud allá donde Madres y Abuelas peregrinaban solas o con módica compañía.
La consigna de siempre, como los clásicos, es la mejor: no envejece nunca. “Madres de la Plaza/el pueblo las abraza” ha sido coreada por décadas, cada vez la entonan más gargantas. Hay menos Madres y Abuelas ahora, las que quedan sienten el paso del tiempo, pero son dueñas del espacio y del aire cuando entran.
Ese es, siempre, el momento principal y el centro del encuentro. El contexto varía, pero no eclipsa ni debe hacer olvidar eso. La Plaza de todos, es la Plaza de las Madres, entre otras cosas porque fueron las únicas que se bancaron estar ahí en el peor trance de la historia argentina.
Gente suelta por doquier, familias enteras, bebés en cochecitos, en brazos o a babucha... A veces hay que contentar a los privilegiados para ganar su consenso, lo que no es demagogia sino populismo bien entendido.
Mucha militancia encuadrada, con abrumador predominio de la generación de la democracia, tanto en las filas peronistas como en las de la izquierda.
Las columnas se suceden, el resto de los manifestantes va y viene, mira, saluda. La alegría de la fiesta colectiva, de reconocer rostros amigos, los abrazos, las estimaciones sobre la concurrencia...
Hay tiempo para tomar un café en la vereda o adentro, comprar unas garrapiñadas. Nunca es mal momento para los choris que, por consiguiente, humean de lo lindo cuando ya pasó la hora de la merienda.
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La Plaza es también Agora, la jornada de memoria sirve de altavoz para propagar reclamos y visibilizar luchas de cada etapa. No se ciñen, para nada, al pasado o al genocidio, aunque no dejan de abarcarlo.
Cada vez hay más menciones a las complicidades civiles. El concepto de “dictadura militar” siempre fue estrecho. Se recorrió un largo camino para extenderlo, a tranco lento y constante. Los integrantes de “La Garganta” inventan un juego para estimular y hacer grata la memoria. Enclavan arcos de fútbol, con red y todo, en el recorrido de la movilización. Uno de los organizadores se pone al arco, con una máscara que lo disfraza de un(a) cómplice de la dictadura. Invitan a la concurrencia a patearle un penal, tal vez a “fusilarlo” (simbólica y pacíficamente) de un pelotazo. Argentinos al fin, los manifestantes optan por hacer alarde de sus destrezas futboleras, más que por reventar al arquero que tiene el rostro de Mariano Grondona o de Héctor Magnetto, o de Constancio Vigil, o acaso, de Gerardo Martínez. Completo, y hasta sofisticado, el archivo de La Garganta.
La Garganta es la revista cultural villera del colectivo popular del Barrio La Poderosa. Una publicación vivaz y bien hecha, que no se resigna al feísmo ni a la autocomplacencia. La dirige un “Consciente colectivo”, Rodolfo Walsh figura como secretario de redacción. Se vende en los kioscos y batalla por una ley que tutele a las revistas culturales de las maniobras de los medios dominantes, que limitan su difusión. Imposible que La Garganta pudiera existir, crecer y hacerse ver en una etapa no democrática. Lo suyo, más vale, está tan lejos de la complacencia como del miserabilismo. Nutrida es la lista de reclamos y demandas que plantea sin ambages y sin perder la onda cuando pinta.
Los militantes de La Garganta se entretienen, explican. “Veintidós arcos pusimos”, puntualiza uno de ellos, mientras reparte volantes y pone la pelota en el punto del penal. Es una de las tantas identidades que van haciendo suya la Marcha.
Las banderas y pancartas de YPF con los colores de la bandera agregan una referencia parida en 2012.
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“Bergoglio: Ni toda el agua bendita del mundo podrá limpiar la sangre de tus manos y tu corazón.” Un manifestante suelto, ceñudo, pone el cartel bien en alto. Extrañas palabras, piensa el cronista cuando el discurso hegemónico (de oficialismo y oposición) agrega proezas contra la dictadura del ahora papa Francisco. A este paso, superará las marcas de Schindler. Si las anécdotas se siguen acumulando, dentro de un año se le atribuirá haber formado parte de la Conadep o haber escrito el prólogo del Nunca Más. Pero el hombre mantiene el cartel en alto. Las polémicas también recorren el espacio, desde el Obelisco hasta la Pirámide de Mayo.
El kirchnerismo y la izquierda, sin ir más lejos, se expresan por separado y antagónicamente. Politizan la jornada. Podría debatirse si es lo ideal. Un volante firmado por estudiantes secundarios predica que no, que son superfluas dos marchas por el mismo reclamo. Agrupaciones de pibes kirchneristas o de izquierda optan por otra respuesta.
El 24 de marzo de 1976 fue secuestrado el sindicalista René Salamanca, un egregio luchador de izquierda. Ese mismo día, el coronel Bernardo Alberte, digno cuadro de la resistencia peronista, fue arrojado desde el balcón de su casa, un sexto piso, al vacío. Lo mataron otros militares, muy otros.
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Las columnas de la Tupac y La Cámpora (especialmente) son compactas y aglutinan a miles de personas. ¿Les pagarán a todos? ¿Irán por el chori, el vino, el subsidio o la blackberry? Los meneos, la euforia, los saltos, los bombos y una estruendosa presencia de instrumentos de viento... el cronista se lleva una impresión muy diferente de la que imponen los dictados de la moda. No se impostan la euforia y la alegría, le parece. Se puede promover la asistencia pero nadie canta a voz en cuello y desde el cuore por mandato de otro.
El cronista, que tiene centenares de kilómetros recorridos en defensa de causas perdidas que ahora convocan mayorías, cree eso. Y pide disculpas a los patrones del sentido común.
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El 24 de marzo de 1976 la Junta militar difundió 31 comunicados. El cronista los escuchó en vivo, tenía algo más de 27 años y había votado sólo en 1973. Recién en 1983 podría volver a hacerlo. La voz de los mensajes era marcial, lo que en jerga milica quiere decir aterrorizante. Las órdenes eran unívocas. Obedecer las órdenes de las autoridades militares. No salir, no hablar, no manifestarse ni reunirse. Establecían por bando la pena de muerte, la ley marcial, toque de queda. Estatuían un fenomenal sistema de penas (10 años por la mera incitación a la violencia) que colocarían al Ingeniero Blumberg en el papel de un garantista extremo. La “prensa independiente” decía “amén”. No se indignó sino hacia el otoño de 1982. Tampoco puso el grito en el cielo cuando el comunicado 23 de ese día puso en cadena oficial un partido amistoso de la Selección nacional de fútbol contra Polonia, de visitante. La blanquiceleste ganó 2 a 1.
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La bulla en las calles, el pluralismo (aun afectado por divisiones), el pluriclasismo, el color de la ropa, los tatuajes, los torsos desnudos, la osadía de los bailes, las banderas de países hermanos y vecinos refutan al autoritarismo o al nacionalismo berreta. Con tanta fuerza (por lo menos) como los procesos judiciales. Acaso, ojalá, tengan raíces más profundas. Sin embargo, la realidad es dialéctica. Seguramente la tozuda lucha contra la impunidad se interinfluye con las libertades ganadas, nunca suficientes, siempre asediadas. Pero incomparables con los tiempos de pesadilla que cada marcha exorciza y derrota.
El cronista piensa en eso mientras toma una gaseosa en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Hay una bocha de columnas, una de ellas viene del conurbano, lo que es notorio porque lo dice y porque sus integrantes no lo disimulan. Son de la agrupación 26 de Julio vocean consignas peronistas con fondo de temas musicales venerables y veteranos. “Palo, palo, palo/palo bonito/palo é” es una, la partitura y la letra peinan canas. El que lleva el altavoz canta como puede y, en momentos atinados, reclama “percusión”. Tal vez sea redundante pero es escuchado: los interpelados redoblan el esfuerzo. Están en la mera calle. En la vereda, a pocos metros, cientos de personas van, vienen, hacen fiaca parados, regresan a casa gozosos. Entre ellos, dos hombres de treinta y algo se besan con pasión, se rompen la boca. Parecen de clase media, usan anteojos. Los redoblantes se hacen sentir, los tipos se besan. Los manifestantes ni los miran o lo hacen durante un segundo. En ese cruce entre la movilización popular y las libertades públicas, el escriba cree leer un mensaje de la movilización de ayer. Una marcha entre tantas, una sana costumbre, en una sociedad atravesada por cien desigualdades. También por una formidable capacidad de lucha y un gran afán de pelear contra la injusticia.
En el 2014 nos veremos de nuevo, habrá más represores condenados, concurrentes que lo hagan por primera vez, añejas consignas y otras de estreno... Cuando una costumbre se extiende y se hace regla no es sencillo ser original en cada crónica. No es motivo para quejarse, sino para celebrar.

     
Tomado de:
RESUMEN LATINOAMERICANO
y del Tercer Mundo
Diarios de Urgencia

Director: CARLOS AZNAREZ

              

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