En este 2012, Honduras asiste al cumpleaños veintidós de aplicación del modelo económico neoliberal, bajo los designios de la Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Bajo costosos Programas de Ajuste Estructural de la Economía (PAE), impulsados desde el gobierno del nacionalista Rafael Leonardo Callejas, (1990), se argumentó que con los mismos, el crecimiento económico se traduciría en bienestar para la mayor parte de la sociedad hondureña, cuestión que para el gobernante hondureño más cínico habido hasta ahora en la historia, eso fue cierto porque “ahora los hondureños comemos más hamburguesas”(declaración de Callejas a los medios de difusión local de la época) .
La verdad fue más dolorosa. Al contar el
cuento, hemos visto que el modelito aplicado por estos canallas de escasa
creatividad y espinazo de plástico, que se regodean en El Hatillo y Coyolito, resultó
siendo un rotundo fracaso para el país, pero claro, no para todos y todas. El propio Callejas a quien se le prohibió, el ingreso a los Estados Unidos, señalándolo como uno de los gobernantes más corruptos del
continente, por un ex senador del partido Republicano de los EEUU, también
salió archí beneficiado por esta obra del “capitalismo salvaje “ a la
hondureña. Los ricos hicieron fila (y lo siguen haciendo), para hartarse a
manos llenas, mientras tanto los pobres siguen siendo más pobres. En resumen,
gracias a este modelo, tenemos, no lo dude, a una Honduras, compitiendo sin rival, como uno de los países
más atrasados y uno de los más violentos del mundo, y en donde se violan todos
los días los derechos humanos más
esenciales de las personas, con la complicidad e inclusive de la mano del propio Estado.
Hoy estamos más jodidos que ayer. La gente sigue sin comer; en
educación seguimos ascendiendo a cifras que nos colocan ante el mundo con el más bajo nivel de
escolaridad (4.5 grado) en Latinoamérica; no hay medicinas en los hospitales,
el desempleo es alarmante al punto que millares de jóvenes tienen que arriesgar
su vida para conseguir el “sueño americano” o simplemente se meten a las pandillas
y se prostituyen, para poder sobrevivir y mantener a sus familias.
Contrario a décadas anteriores a la aplicación del modelo neoliberal,
hoy, la población en indigencia creció en un 67 % que en cifras reales quiere
decir que más de 3 millones de hondureños viven una situación calamitosa e indignante.
Está reconocido por la propia Comisión Económica para América Latina (CEPAL):
el neoliberalismo no ha logrado crecimiento ni bienestar a los pobres en
ninguna parte del mundo por su esquema dogmático y deshumanizante. Pero eso no
le hace cosquillas a los mandaderos del imperio; todo lo contrario. Aquí los
mal nacidos y apátridas que nunca se tocaron el hígado para sostener este
sistema de muerte, actualmente preparan las condiciones para nuevos y
endiablados compromisos con el FMI como la de acelerar la devaluación del
lempira y aplicar nuevos paquetazos a semejanza del mentado Callejas, y que
arrastrarán al país a una profundización del
despeñadero ya diagramado antes,
en y por el golpe de Estado de 2009.
Todo el mundo lo sabe: El neoliberalismo, a sus 22 años, sigue siendo un paquetón funerario cuyos protagonistas tienen
nombres y apellidos. Están allí; unos más vivones que las otras y los otros.
Los primeros para continuar haciendo el
negocio de su vida a costa de los segundos hasta que el fuego social y redentor que el mismo neoliberalismo incubó
en sus entrañas, dé cuenta de otro tiempo y una nueva relación humana, política, económica, social
y ética; que reinvente y reivindique la patria que merecemos. Esto viene. Sea
como sea, pero viene. Todo mundo lo sabe y para ello, no hay necesidad de ser
“adivino” ni profeta.
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