Pedro Serrano García
Problemática en el Aguán
La revista Católica FIDES, no se suele prodigar con información sobre justicia social. Sin embargo, hace poco ha publicado una entrevista al obispo de la Diócesis de Trujillo, Mons. Luis Solé, que merece la pena conocerla, por la claridad y el valor con que analiza la situación conflictiva en la zona del Aguán. Recomiendo su lectura.
Los pastores de la Iglesia Católica, aun aceptando en teoría los 12 documentos papales sobre Doctrina Social de la Iglesia y los 5 documentos socio-pastorales de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, apenas hablan de la opresión popular. Por eso, es de alabar la sinceridad expositiva de Mons. Solé sobre la violación sistemática de los derechos humanos de los campesinos, por parte de autoridades políticas de la nación y terratenientes del Aguán.
En el Aguán, el gobierno junto con las autoridades militares y policiales, están favoreciendo a unos tres o más terratenientes que mantienen injustamente la apropiación de tierras, impidiendo, por ello, vivir dignamente a las familias campesinas.
Esta situación de explotación campesina, según Mons. Solé, está amparando la violencia de los guardias privados de terratenientes (ya hay unos 50 campesinos asesinados), así como la extorsión del narcotráfico. Muchos dirigentes y familias campesinas han tenido que salir de la zona ante los chantajes y las amenazas. Pero en el Aguán como en todo el país, no se detiene ni juzga a los criminales y delincuentes. La impunidad es casi total.
En el Aguán hay grupos armados legales e ilegales: soldados, policías, guardias privados y narcotraficantes. Es decir, que esos cuatro grupos armados colaboran con la explotación terrateniente, con su presencia amenazante hacia los campesinos, contando con el beneplácito del gobierno.
Si todo grupo tiene armas y ante la extorsión de los poderosos, puede que algún campesino se haya visto en la necesidad de poseer alguna pequeña arma. Pero aclara Luis Solé, “se usa el bulo de la guerrilla para no solucionar el problema”. El narco ofreció armar a campesinos, pero éstos no aceptaron; en otras ocasiones el narco dio a elegir a los campesinos: dinero por sus tierras o la pérdida de la vida.
En el Aguan existen las organizaciones campesinas MUCA, MARCA y MSA, entre otras. Hace tiempo, el gobierno compró y pagó a terratenientes tierras en su posesión, pero los campesinos vieron pocas. El MUCA recibió solamente 4.000 hectáreas de las 11.000 pactadas. No cabe duda que alguien se está aprovechando de la situación.
Luis Solé, es valiente y anima a no tener miedo. Al mismo tiempo reconoce la extraordinaria labor de los jesuitas en la zona. Pues ellos fueron y son verdaderos defensores de los pobres campesinos en el Aguan.
La Resistencia de los pobres
Cada ser humano es él y sus circunstancias. Es decir, que si las situaciones están corrompidas, es difícil ser virtuoso, puede que acabaremos haciendo lo contrario. Por ello, es de alabar el coraje y la resistencia de los campesinos en el Aguán, ante la pobreza, la extorsión y la amenaza en que viven, sin caer en las redes de la sumisión a los que imponen estructuras injustas.
Precisamente pueden ser iluminadoras las palabras de Juan Pablo II en SRS n. 36: “el mal moral, fruto de muchos pecados […], llevan a estructuras de pecado”. Cierto, la problemática del Aguán, según la SRS, es debido al “afán de ganancia exclusiva, por una parte, y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad”. Esas actitudes acaban formando “estructuras de pecado”, es decir, injustas y opresoras. A los empobrecidos sólo les queda la alternativa de resistir.
Así parece que ocurría a los campesinos en tiempos de Jesús. La explotación que sufrían a manos de los terratenientes y autoridades judías y romanas fue brutal. Muchos labradores iban perdiendo sus tierra, unas veces para pagar las deudas por los impuestos abusivos y otras porque se las apropiaban los terratenientes. Bastantes de los desposeídos de sus parcelas se volvían míseros itinerantes. Al parecer entre los empobrecidos sedentarios y los míseros itinerantes no se llevaban bien.
Según los teólogos Cabarrús, S.J, Theissen y Crossan, el programa del reinado de Dios que Jesús promovía, trato de unir los dos grupos para “reconstruir la comunidad campesina desgarrada por la explotación y la opresión”. Los seguidores de Jesús, aparecieron como “un movimiento de resistencia campesina” contra la explotación terrateniente y la dominación imperial (Cabarrús).
Las mayorías oprimidas en la actualidad hondureña, a partir del brutal golpe de Estado del 2009, también se han tenido que unir para enfrentar el corrupto e impune sistema político nacional-imperialista (monstruosa estructura de pecado) que está haciendo “más ricos a los ricos y más pobres a los pobres”.
viernes, 10 de febrero de 2012
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