domingo, 4 de abril de 2021

HONDURAS / ÚLTIMA BALADA DE LA CÁRCEL ¿CHINCHILLA, ARGUETA Y TITO, VIERON EL JUICIO?

Publicado: 04 Abril 2021                                                                                              
Allá en el vientre de una prisión un niño llora, desolado, acurrucado en posición fetal, se pregunta ¿qué hice mal? Y la soberbia se vuelve humo, escapa por los barrotes, el orgullo se cuela por el lavabo, las mentiras en almohadas y los crímenes en sueños interminables. Todo se vuelve una “pesadilla Kafkiana”. ¿Alguna vez han escuchado la descripción del infierno de algún cristiano? ¡Espantoso! Reza así: “Y por los siglos de los siglos”.

                     ¿Qué sentiría en ese momento el Fiscal General de la Republica, Óscar Chinchilla? ¿Y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Rolando Arqueta? ¿El jefe del Estado Mayor Conjunto, Tito Livio Moreno?; entendemos más allá del romanticismo de palabras que ustedes como nosotros no entendemos, justicia, libertad, Estado de Derecho. Pero cuando el Juez dijo: “junto con su hermano está en el centro de años de narcotráfico patrocinado por el Estado”, ¿no sintieron penita? Que feo va’.

Desde estos teclados gastados, llevamos casi dos décadas diciéndoles que dejen de ser imbéciles, que no se enriquezcan de forma obscena, que compartan con el pueblo, una casita, un hospital, una escuela, un teatro. ¿Se fijaron que la gente estuvo más pendiente del juicio que del partido de fútbol? A esos pequeños cambios nos referimos. Pueden perderlo todo, no es juego hermano. ¡Honduras está cambiando!

Reflexión

EL LIBERTADOR

redaccion@ellibertador.hn

Tegucigalpa. Era la boda roja, casi todos con puñal afilado encubierto en el saco o vestido, voto oculto o como puñalada al aire contra el soberano, por la espalda. Faltaban diez escasos minutos para la medianoche, estaba rodeado de periodistas, camarógrafos y fotógrafos, teníamos 15 noches cubriendo uno de esos famosos procesos “estilo Honduras”. Después de sobornos, gritos, bajadas y subidas de presión, despido de funcionarios, traiciones de los “anticorrupción” para aliarse a la corrupción. Estábamos a sólo 10 minutos de vivir siete terribles e injustos años. ¡Las puertas se abrieron de par en par!, en la parte superior del hemiciclo entraron chefs con viandas de comida y, como si se tratase de animales salvajes, las dejaron ahí y se fueron, en ese instante, faltando tres minutos para la “hora cero”, los periodistas se abalanzaron sobre las raciones de comida y, Oliva, viendo la escena, sonrió. La jugada estaba cerrada y el crimen consumado.

De una dentellada los criminales nos hartaron, para cuando se dieron cuenta, ya todo había pasado. Ese momento, ese segundo exacto, fue inmortalizado por EL LIBERTADOR, la junta directiva del Congreso Nacional lo había logrado, teniendo -en teoría- una oposición mayoritaria, ahí estaban: Sara medina, Cruz Ascencio, “Toño” Rivera, Mario Pérez, Gladis López, Óscar Álvarez y allá, en una esquina casi imperceptible, como un virus en el ambiente, dañino pero invisible, se encontraba el gran “Tony” Hernández, celebrando fervientemente la elección de la justicia hondureña. Lo habían conseguido, impunidad y protección, y así fue. Esa noche fue la cuna de nuevos ricos, hasta “padres” opositores amanecieron sobre la luz reflejada de la seda.                         

 
Pero el tiempo es inexorable, es un maldito o un santo, según el creyente. Todos los de esa fotografía han sufrido procesos por actos de corrupción, no por la Corte Suprema que ellos escogieron, sino por la extinta MACCIH, que luego sería asesinada por ellos mismos, ¿fue alto el costo? ¡Uff! La imagen de un anciano como Cruz Ascencio, llorando en televisión, tragada la soberbia, sufría el calvario de la llanura, chillaba por impotencia y cerraba sus puñitos; esa gráfica es para enmarcarla y colgarla en la entrada de los colegios para que los niños aprendan; Sara Medina, queriendo canjear su lealtad al diablo, por estar entortada en el curul diciendo que le hacen fraude, casi una comedia, casi una tragedia, así como ella, al final no es nada. ¡Eeeyy! proponemos la creación del “Museo de la Corrupción”, quedaría bello un óleo de Ascencio y otros.

Pero el más sufrido (hasta ahora), es quien fue entregado a un dios lejano para ser sacrificado, humillado y vilipendiado, es el hermano de Juan Hernández, y tiene sentido referirse a él de esta forma, no por su nombre, pues él en sí mismo es el mensaje de que vienen por otro Hernández y por más ojos sencillos, que la caída será terriblemente espantosa e inversamente proporcional al daño causado a generaciones. Juan, este es el fin del camino y el comunicado ha terminado. Tal cómo preguntó el duro Castel a “Tony”, viéndolo desde lo alto del estrado: ¿terminaste?

Como una Balada de la cárcel de Reading “…Nunca vi a un hombre que mirara con ojos tan ávidos, ese pequeño toldo azul al que los presos llaman cielo y cada nube que pasaba con sus velas de plata. Yo, con otras almas en pena, caminaba en otro corro y me preguntaba si aquel hombre habría hecho algo grande o algo pequeño, cuando una voz susurró a mis espaldas: << ¡A ese tipo lo van a colgar! >> ¡Santo Cristo! Hasta los muros de la cárcel de pronto parecieron vacilar…”, así avanzó “Tony” por la senda de la justicia ajena, pidió hablar y le dijeron que ya llegaría su turno y cuando así fue, la sentencia cayó sobre él como la lluvia a los veraneantes en Semana Santa, de pronto, de sorpresa, de espanto. 

Millones de aficionados estaban listos y con la camiseta de la “H” puesta el martes 30 de marzo, la sintonía era total, ese silencio que desborda ruido antes del último minuto, nos jugábamos el todo por el todo y al unisonó, en una sola voz, Honduras gritó, lo había logrado, después de tantos años de espera, se lograba un hecho histórico. “Cadena perpetua más 30 años”, dictaba con firmeza el experimentado juez Castel. Por un momento, la gente de la calle, el descalzo mordido por la serpiente, el hondureño golpeado, entendió qué es esa cosa extraña que llaman “justicia”, no la conocíamos así, sólo por televisión. Ese mismo día jugó la brillante selección sub-23 contra México, los muchachos perdieron, pero con sensación extraordinaria a victoria, invictos y con el boleto a Tokio, de paso somos los únicos de CONCACAF que hemos ido seguido a los últimos cuatro juegos olímpicos ¡lloren pues! pinches mexicanos. Todo se había ganado ¡Golazo!

Uuuuff, tranqui, ya me emocioné, sigamos en el ajo. ¿Qué sentiría en ese momento el Fiscal General de la República, Óscar Chinchilla? ¿Y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Rolando Arqueta? ¿El jefe del Estado Mayor Conjunto, Tito Livio Moreno?; entendemos más allá del romanticismo de palabras que ustedes como nosotros no entendemos, justicia, libertad, Estado de Derecho. Pero cuando el Juez dijo: “junto con su hermano está en el centro de años de narcotráfico patrocinado por el Estado”, ¿no sintieron penita? ¿El rojo no subió por sus mejillas? ¡Tantas chapas en el pecho! ¡Tantos cursos dados por la embajada gringa! ¡Tanto que se hizo para nombrarlos! Y que los traten como alfombra en la entrada de restaurante de comida rápida, ni siquiera como al gel sucio que un amigo me echa en las manos. ¿Escucharon el grito del hondureño? O quizá sigo de romántico, discúlpenme así soy yo, un soñador, un idealista, tonto dirían ustedes. Vengan, vengan díganme la verdad ¿Están tan asustados que no tienen tiempo de pensar en esas cosas verdad? ¡Pequeños! ¡Pequeños! Como ave cantora, les adivino el futuro y sólo les puedo decir ¡Huyan! ¡Corran por sus vidas!

“Tony” sintió que la justicia era aplastante como un furioso “Tirano Rey” (Tyrannosaurus rex), aquello nunca antes presenciado en tierras catrachas, donde se ponía la toga del alero y hacía chites de juez; no olvidemos, éstos pagaron dólares a lo estúpido para intentar salvar a “Tony”, dinero de los hondureños que hoy mueren en centros de triaje improvisados por falta de oxígeno, más de 12 millones de lempiras para supuestamente intentar hacer injerencia ¿con quién pensaban que estaban hablando? ¿Con Rolando? ¡Ay amor de mis amores!

Un pasillo con una sola entrada, paredes grises como el color de la tristeza y la muerte, una sola cama, un baño, luz artificial todo el tiempo en los sótanos, tres objetos (si sos un buen chico y te portás bien), poquísimas visitas, pero igual, nadie quiere verte. Allá en el vientre de una prisión un niño llora, desolado, acurrucado en posición fetal, se pregunta ¿qué hice mal? Y la soberbia se vuelve humo, se escapa por los barrotes, el orgullo se cuela por el lavabo, las mentiras en almohadas y los crímenes en sueños interminables. Todo se vuelve una “pesadilla Kafkiana”. ¿Alguna vez han escuchado la descripción del infierno de algún cristiano? ¡Espantoso! Reza así: “Y por los siglos de los siglos”.

Hoy, el hondureño ha sido privado de tanto, que un poquito de justicia lo hace feliz, considerando que quien la imparte se va a quedar con 3,300 millones que nos pertenecen, pues nos han robado a nosotros. Desde estos teclados gastados, llevamos casi dos décadas diciéndoles que dejen de ser imbéciles, que no se enriquezcan de forma obscena y tonta, que compartan con el pueblo, una casita, un hospital, una escuela, un teatro, un poco de alegría, siempre aparecemos entre los pueblos tristes de la tierra. ¡Parenla hoombee! ¿Se fijaron que la gente estuvo más pendiente del juicio que del partido de nuestros cipotes humillando a México?

A esos pequeños cambios nos referimos. Pueden perderlo todo. ¡Honduras está cambiando! ¡Súmate! ¡Súmate! Jajajaja, los y las queremos, cuídense, anda suelto el Covid. ¡Avanti!

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