“Nos
estamos metiendo a un problema con el mundo”, advirtió el empresario
Adolfo Facussé, con relación a la intención del gobierno de trasladar la
embajada de Honduras de Tel Aviv a Jerusalén. Estima que el gobernante
hondureño no ha medido consecuencias que para el pueblo árabe en Israel y
en el planeta, esa ciudad tiene importancia cultural, histórica y
religiosa.
¿Quién
dice que eso importa?, Juan está desesperado. La problemática ha
desbordado, el éxodo de migrantes, el hermano señalado como narco a gran
escala, los gritos de Trump truenan y se acerca la Ley Magnitsky; urge
el lobby en la Casa Blanca y los israelitas a cambio de un favor,
podrían ayudarlo a sentarse con Trump o influir para “cuatro años más”.
Los
palestinos en Honduras, pues… después de todo lo que han dado al
régimen Hernández, ya no importan y callan la humillación contra su
pueblo.
Reflexión
EL LIBERTADOR
El
habitante de la Casa Blanca fue claro en su amenaza a socios y
súbditos: “Reciben cientos, incluso, miles de millones de dólares, y
luego votan en nuestra contra. Bueno, estamos vigilando esos votos.
Dejemos que voten contra nosotros. Ahorraremos mucho. No nos importa".
El imperio fue derrotado otra vez, ya no es hegemónico; de 193 Estados
miembros de ONU, 128 países rechazaron el reconocimiento estadounidense
de Jerusalén como capital israelí, 35 se abstuvieron y apenas 9 votos
cumplieron a Trump; los únicos del continente Americano en apoyar
semejante locura fueron Guatemala y Honduras.
El
país del norte presentó ante la ONU la idea de humillar sobre el
despojo, convertir Jerusalén en capital de Israel. La propuesta fue
negada por el mundo, sin embargo, América tuvo un comportamiento que
asombra al mundo, diez países en contra, ocho abstenciones y solamente
dos a favor, que pertenecen a Centroamérica. Líderes y analistas están
sorprendidos, Estados Unidos pierde fuerza en la región –-a pesar de la
advertencia de no darle dólares—, empero, el servilismo de Honduras y
Guatemala implica un análisis aparte, dos países tristes, atrapados otra
vez en la “Guerra Fría” que en la región emprende Washington.
Honduras
y Guatemala, son hermanos en historias y desgracias. Nada casual que
ambos tengan Misiones de Apoyo contra la Corrupción por los estándares
horrorosos en cómo imparten justicia y la poderosa corrupción. Coinciden
también en su falso crecimiento de la producción o Producto Interno
Bruto (PIB), en verdad nutrido por millones de migrantes, las caravanas
siguen saliendo.- En fin, el parecido es amplio, se extiende en
grotescos índices de asesinatos, corrupción que termina en ley,
desigualdad de la riqueza, políticos sin aceptación popular y, sobre
todo, dependencia abrumadora de EE.UU., de “los americanos”, dicen
ellos.
¿Por
qué los gobiernos de Honduras y Guatemala que tienen entre su población
muchos ciudadanos con origen palestino, los tratan con desprecio como
en la reciente votación de la ONU?, hay dos explicaciones, la primera,
económica, según cifras de la Agencia de Cooperación de los Estados
Unidos (USAID), en 2016 Guatemala recibió 297 millones de dólares en
cooperación, siendo en el continente, el país en tercer lugar que más
recibe fondos “USA”; mientras Honduras, es el cuarto mayor beneficiario
en América Latina, en 2017 recibió 127 millones de dólares.
La
corrupción desbordó los límites “aceptables” y, en 2015, la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), presentó sendos
casos de corrupción que estremecieron al pueblo guatemalteco, que se
tiró a las calles a buscar justicia.
Como
una copia, en 2015, frente a uno de los actos más deleznables de crimen
contra el pueblo, el robo al Instituto Hondureño de Seguridad Social
(IHSS) dio paso a la marcha de las Antorchas, millones de hondureños
llenaron las avenidas del país, exigiendo la instalación de una Comisión
internacional contra la Corrupción como en Guatemala, fue así como la
OEA y el gobierno crearon la Misión de Apoyo Contra la Impunidad y la
Corrupción en Honduras (MACCIH).
En
esta novela, Honduras tiene sus propios capítulos. El 26 de noviembre
de 2017, se celebraron elecciones generales que la OEA llamó un proceso
poco transparente y con muchas dudas; tras ese desmadre, solicitó la
repetición de comicios. Un fraude con más de 30 personas asesinadas a
manos de cuerpos represivos, una reelección ilegal del actual
mandatario, salpicado de corrupción y con una aceptación casi nula en la
población. A casi 25 días de las elecciones el mundo desconocía al
nuevo presidente electo y, el Tribunal Supremo Electoral en contra de
toda recomendación internacional declaró a Juan Hernández. Las cartas
las jugaría Estados Unidos.
Hernández
sin ningún asidero interno que lo validara, urgía la firma del norte, y
haría lo que tendría que hacer para conseguirlo, si eso era destruir
más de 120 años de relaciones con la población palestina en el país, lo
haría. Y lo hizo.
Resurgió
por el mundo el viejo despectivo de gobiernos “República Bananera”, sin
que el hondureño digno lo haya motivado o tenido la palabra para
defenderse. La acción del gobierno Hernández, ante los ojos del planeta
significa y ratifica que hoy Honduras no es una tierra soberana, la
rebajó a simple sucursal imperial. Un imperio que el mundo ve de menos y
los dictadores endiosan para no caer, y un cargo de presidente
devaluado a lugarteniente, que la nación no respeta.
Honduras,
es el segundo en todo el continente con la mayor presencia de
palestinos. Se estima que entre 150 y 200 mil hondureños tienen raíz
árabe, sólo Chile tiene una colonia mayor. Los primeros, llegaron a
Honduras en 1890 al puerto de Trujillo, con pasaporte de Turquía,
papeles turcos era parte de la humillación allá en sus pueblos, llegaron
despojados de todo, sin nada más que sus manos y su deseo de una vida
mejor. Una raza amante del trabajo, rápido se insertó en el aparato
productivo del país en los campos bananeros como buhoneros, después
fueron comerciantes en distintos poblados y luego establecieron
fábricas. Abundan historias que narran la lucha por salir de la pobreza.
Estados
Unidos, impidió el desarrollo de los emprendedores hondureños,
obligados a involucrarse en guerras permanentes del extinto
bipartidismo, debido al robo de los recursos, la explotación y los
asesinatos; ahí se abrió la brecha para que los palestinos se
desarrollaran, fueron acaparando el mercado poco a poco, hoy son dueños
de las grandes empresas del país, manejan el capital, incluso, son
alcaldes, diplomáticos, banqueros y otros protestan como pueblo.
La
traición de Hernández, tendrá un precio. Los palestinos son raza
trabajadora, sin obviar que los árboles dan muchos frutos distintos,
algunos árabes se aliaron con políticos corruptos y se degradaron, lejos
de la visión de los originarios en sus carretas vendiendo sus productos
de pueblo en pueblo, de casa en casa –la verdadera empresa—, las
grandes aportaciones que reciben los políticos en el país para sus
elecciones vienen de este grupo árabe, que han visto como les dan la
espalda.
La
insípida economía de Honduras, reposa en su modesta industria de la que
son dueños los árabes, muchos de ellos apoyaron a Juan, al extremo de
sacrificar las empresas heredadas por los originarios o terminar presos,
siendo burla de otros palestinos; negocios entrelazados con el partido
Nacional, la ilegal reelección que convulsiona al país dejó en llamas algunas
de sus empresas. Después de los hondureños, los árabes han recibido la
peor parte. No sólo el daño económico en sus negocios, sino la traición
al pueblo árabe para que Juan Hernández pueda gozar tres años más en el
gobierno, si acaso, nada seguro con el irascible Trump.
La
historia no termina aquí. El día de votación en la ONU, cuando todos
los países tomaron sus posturas soberanas, ya los palestinos en
Honduras, apagando aún el fuego en sus industrias, mirarían como una
hondureña-palestina, sería la que estiró su mano para darle el golpe de
gracia a su propio pueblo abandonado y sufrido en el medio oriente, que
clama ayuda internacional para ser libre e independiente de los
israelitas. Igual que el hondureño con relación a EE.UU.
Ella
votó en nombre y a favor de Hernández, simbólicamente, no sólo cayó
EE.UU. al perder la votación, significa el sometimiento de los árabes en
Honduras al actual gobierno Hernández pro israelí. Un día después, los
pasquines nacionales, también de palestinos, en delirio gritaban, con el
nerviosismo de quien no cree la noticia recompensada por el voto,
jugando su papel de heraldos de Satán, el mensaje del Departamento de
Estado: “Felicitamos al presidente Juan Orlando Hernández por su
victoria…”.
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/avance/3152-analisis-por-que-juan-necesita-trasladar-la-embajada-a-jerusalen
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