El dictador chileno Augusto Pinochet en una imagen de 1997. AFP / EL MUNDO.
CÉSAR G.CALERO / Santiago de Chile 17 dic. 2017 03:33 / Una década después de su muerte, en Chile todavía se denuncian los
crímenes del dictador con "escraches" callejeros y exposicione. Las canciones que Pinochet no pudo matar"¡Alerta, alerta, vecino, al lado de su casa vive un asesino!". Cada vez que la Comisión Funa sale a la calle en Santiago de Chile, un
represor del régimen de Augusto Pinochet pasa un mal rato. Durante las
dos últimas décadas, este colectivo de familiares de víctimas de la
dictadura ha realizado "escraches" contra unas 200 personas involucradas en las atrocidades perpetradas en Chile entre 1973 y 1990.
Una década después de su muerte, la huella macabra del dictador sigue
presente en un país que intenta sanar también aquella dolorosa herida
con exposiciones como "Secretos de Estado", una reveladora muestra sobre la intervención de Estados Unidos en el derrocamiento de Salvador Allende.
Mientras
Chile bosteza ante la segunda vuelta de los comicios presidenciales de
este domingo en que se prevé de nuevo una alta abstención, Julio Oliva y
Juan Saravia, integrantes de la Comisión Funa, ya tienen en mente quién
será el próximo "funado". Los dos candidatos que se juegan la
presidencia, el ex mandatario conservador Sebastián Piñera y el
socialdemócrata Alejandro Guillier, llegan a la cita electoral muy
igualados, según las encuestas. Pero sea quien sea el próximo presidente
de Chile, nada cambiará para la Comisión Funa. "El modelo neoliberal
impuesto en la era de Pinochet continúa y la impunidad también",
advierten. Hijos de militantes comunistas represaliados en la dictadura, estos dos activistas reivindican la denuncia como método de acción: "Si no hay justicia, hay funa", es su lema. La expresión "funa" procede de la lengua mapuche y hace alusión a algo podrido. En el contexto de la lucha por los derechos humanos se ha redefinido como un repudio contra represores. "Nuestra intención no es linchar a nadie; el objetivo de la funa es que el entorno de la persona a quien denunciamos se entere de quién es, y que se produzca una sanción social, ya que no hay sanción judicial", explica Saravia a EL MUNDO en una cafetería del centro de Santiago.
La primera "funa" se realizó en octubre de 1999, poco después de que Pinochet fuera detenido en Londres. Oliva y otros miembros de las asociaciones de víctimas de la dictadura decidieron entonces adoptar la fórmula argentina del "escrache" para repudiar a los represores. Comenzaron a salir a la calle con megáfonos, panfletos y carteles. Antes de realizar cada acción, la Comisión Funa, compuesta por una docena de integrantes, realiza una ardua tarea de investigación en archivos judiciales y a través de testimonios de las víctimas o de sus familiares.
"Lo primero que pensamos es que nuestra actividad tenía que ser secreta", subrayan. Un precepto que llevan a rajatabla. Salvo un reducido grupo de personas que se comunica casi con tácticas de la clandestinidad, nadie sabe a quién se va a "funar" hasta el último momento.
A Edwin Dimter Bianchi, alias 'El Príncipe', uno de los torturadores y responsables de la muerte del cantante Víctor Jara en el Estadio Chile pocos días después del golpe de Estado, la Comisión Funa lo halló en 2006 en su oficina, en el Ministerio de Trabajo. Hasta entonces vivía con total tranquilidad. Con una cámara de televisión como testigo, los activistas lograron acceder a su despacho y llamarle "asesino" en la cara. Abajo, decenas de personas le aplicarían la peor de las venganzas: canciones de Víctor Jara entonadas a coro con la rabia contenida de 30 años.
A Dimter se le perdió la pista tras el "escrache". Pero los miembros de la Comisión Funa, auténticos detectives salvajes contra el olvido, le volvieron a encontrar años más tarde rastreando en los juzgados. Y fue "funado" nuevamente en abril de este año en su casa de Santiago. El torturador está ahora bajo proceso judicial por el asesinato de Jara, pero a día de hoy es un hombre libre, como otros muchos represores. Según datos oficiales, pese al procesamiento de más de mil ex agentes, sólo un centenar cumple condenas en prisión.
Juan Saravia y Julio Oliva, integrantes de la Comisión Funa, en Santiago de Chile.C. G. C.
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