lunes, 19 de octubre de 2015

Honduras sin justicia y sin soberanía // Las Aristas

Por: Ricardo Arturo Salgado Bonilla
 
Los eventos que han desencadenado un nuevo episodio de la truculenta historia hondureña, aunque muchos señalen el argumento como obsoleto, se encuentran en el Golpe de Estado Militar de junio de 2009. A partir de eso el aparato de justicia, dominado por siempre por una oligarquía cuasi analfabeta en términos de democracia, paso a jugar un papel que linda con el sicariato al servicio de una elite en franco proceso de descomposición que urge de una reinvención, con el agravante de una nueva oleada norteamericana contra el continente latinoamericano.
La reciente acusación por lavado de activos formulada contra un grupo de empresarios hondureños, por el departamento del tesoro de Estados Unidos ha dejado al descubierto el nivel de control que ejerce esa fuerza que conocemos como imperio sobre este pequeño país, y la abyecta sumisión de los políticos de la derecha hondureña, que se han precipitado a actuar como mansos corderos, sin importar para nada la hace ratos dudosa estabilidad del país.
Al mismo tiempo, se han dejado ver limitaciones en la reacción popular y la capacidad de análisis de quienes forman opinión (en el mejor de los casos). En primer lugar porque, escuchando y leyendo cientos de opiniones, todas parecen creer que a Estados Unidos le interesa que en Honduras se haga justicia; nada está más distante de la realidad. Por supuesto, la presencia de Juan Orlando Hernández en la presidencia no depende, frente al férreo control de los halcones del comando sur, de su honradez o su respeto por los derechos humanos, sino de su utilidad para preservar sus intereses en la región.
La presencia del embajador gringo en la reunión en la que se decidiría,  si se seguía una liquidación voluntaria o una liquidación forzosa de los bienes de los indiciados, y la consecuente confiscación de numerosos de sus bienes, nos indican al menos dos cosas: la orden de Estados Unidos es actuar con celeridad, sin importar el factor de presunción de inocencia (los acusados son vencidos en la opinión pública internacional, la local no importa tanto); y se ha dado al régimen un tiempo prudencial de acción para que se borren huellas molestas que puedan surgir en este proceso.
Ese mismo embajador que unos meses atrás se declaró en favor de la lucha anticorrupción, ahora, siguiendo esa línea, trata de hacernos creer que ellos recién pueden actuar como lo hacen. Lo cierto es que el Gobierno norteamericano, en todas sus esferas, especialmente de inteligencia y lucha antidrogas conoce al dedillo los expedientes criminales de cada personaje que existe en este país, y en el resto del continente; esto es cierto durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, y, además, la inmensa mayoría de los actos criminales contra nuestros pueblos fueron hechos con, al menos, el silencio cómplice de estos renovados superhéroes.
El hecho de que la justicia en Honduras sea un simple chiste, y que los aparatos de investigación y judiciales sean meros instrumentos de cacería que utiliza la oligarquía para ejecutar sus múltiples fechorías, no es una preocupación para las esferas de poder gringas. Si es peligroso el giro que da la derecha hondureña, que en su ambición de lucro, multiplicada exponencialmente con el Golpe de Estado, se debilita notablemente con el surgimiento de una nueva clase económicamente poderosa, que compite por influencia y control con “la otra oligarquía”, la rancia, la de “siempre” la producida por el saqueo de los bienes públicos desde los años setenta. Ambas facciones manchadas con sangre e implicadas en toda clase de delitos.
Si algo debe verse con claridad meridiana en este proceso, seguramente es esa recomposición del poder económico en Honduras, incluyendo al crimen organizado y el narcotráfico. Las acciones previas del gobierno de Juan Orlando Hernández, persiguiendo capos de la droga y extraditándolos hacia Estados Unidos, son indicadores de una operación de gran escala que busca poner orden al enorme caos provocado en el balance político de la región debido a la idiotez de la clase dominante de su peón más importante.
Se vislumbra ahora una nueva etapa de escalada de intolerancia y represión en el país. Ya se han lanzados amenazas serias contra dos medios de comunicación que podrían ser cerrados en cuestión de horas, acusados de provocar inestabilidad en el país. Los periodistas que los dirigen han incrementado su riesgo personal, en un ambiente donde reinan la violencia brutal y el carácter esquizofrénico y sádico de los criminales. Todo este panorama, de nuevo, con el consentimiento tácito del norte.
Ahora bien, sería un error craso culpar únicamente al actor externo, que si es determinante, pero no exclusivo. El gobierno ha militarizado la sociedad, sin más resultados que el terror en la población. Nadie en su sano juicio en esta sociedad, confía en los aparatos de seguridad, si les teme. En términos reales, Honduras tiene un “ejército de ocupación” que obedece una sola dirección, y esa emana del Comando Sur. La sociedad no ha sido militarizada para mejorar su seguridad sino para vigilarla, y estructurar el aparato que ha reprimir sus esfuerzos de liberación.
Por otro lado, la voraz oligarquía hondureña, se empeña en hacer dinero a toda costa, y cada vez es menos proclive a invertir en el país. En los últimos seis años la tendencia especulativa ha sido incontrolada, sin incremento en la producción, y los números resultantes son escalofriantes, según todos los organismos especializados. Tan grave es la situación de Honduras que el único órgano que lo aplaude es el Fondo Monetario Internacional, una señal muy mala para su pueblo.
Las cifras que repite el gobierno hasta la saciedad, mediante una campaña mediática a precios del primer mundo, suenan huecas y ridículas a los oídos de una sociedad que rechaza ampliamente lo que sucede, y es a lo que más temen los políticos gringos que entienden de sobra la gravedad de la crisis que se da en el seno de la clase dominante local. No solo es que la pobreza impera como nunca, sino también una clase media que no encuentra salida al desequilibrio económico que la arrastra a la fatalidad de vivir con modestia mientras ante los ojos de todos los más ricos se vuelven más ricos.
Si abordamos el tema Honduras con seriedad, nos daremos cuentas que la situación económica del país puede de ninguna forma ser el soporte de las fortunas que existen aquí.
Eso sí, nunca antes, el pueblo tuvo tan cerca la oportunidad de convertirse en un actor preponderante en el escenario. Una verdad indiscutible hoy, es que lo que más perturba a los norteños es el crecimiento organizado del descontento. Por eso intentaron organizar el movimiento de masas indignadas, y ante la imposibilidad de modular los niveles de lucha, pasan a hora a un nuevo escenario, en el que los luchadores dependerán mucho de su capacidad de cohesionarse alrededor de fines y objetivos patrióticos,  que nada tienen que ver con los de la clase dominante.
 http://criterio.hn/honduras-sin-justicia-y-sin-soberania/  

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                                           Las  Aristas

Galel Cárdenas 
¿Cuántas aristas podría poseer un polígono regular e irregular de muchos y variados lados?
¿Y cuántas aristas podría tener en Honduras, la realidad social y política,  que padece del vértigo de los acontecimientos que se originaron desde el golpe de estado del año 2009 hasta el día de hoy?
Nada de lo que acontece desde las estructuras del poder nacional y del imperial es accidental ni siquiera de la más nimia acción que se suscita en la entrega de una bolsa solidaria, una trotada en calles citadinas, o un activo ejercicio de baile para la salud física.
Envueltos como un nacatamal de navidad, van sucediéndose en el sendero de los aconteceres nacionales, las más ocultas intenciones de los  sucesos que impresionan a los desprevenidos, a los ingenuos y a los crédulosCada fenómeno social político que acaece en Honduras tiene las más múltiples aristas que están determinadas por hilos invisibles que corresponden a un plan debidamente diseñado para configurar una especie de estupor, aceptación y debilitamiento de cualquier conciencia de beligerancia que surja en el seno de aquellos personajes todavía lúcidos que proponen un nuevo diseño de país con independencia y soberanía.
Veamos la pregunta: ¿El ataque funesto al emporio económico de la familia Rosenthal es gratuito, casual, y obedece exactamente sólo a una causa de narcoactividad nacional?
Una primera arista que  se observa directamente es que los negocios con la narcoactividad es uno de los delitos de mayor castigo que propone el imperio a los países más débiles centroamericanos. Porque los bancos internacionales del establecimiento  financiero imperial, que lavan activos de tal naturaleza  no son perseguidos, desmantelados o puesto fuera de la circulación planetaria.
Una segunda arista que podríamos observar es que la institucionalidad nacional con respecto a la regulación del sistema financiero hondureño no posee independencia, soberanía ni siquiera iniciativa propia. Y que la misma está determinada por las órdenes de JOH y el embajador norteamericano.
Otra arista que se logra percibir es que las leyes hondureñas (bajo el mando de funcionarios públicos serviles)  no son aplicadas de acuerdo con los sucesos de prevención, seguimiento y acusación, que los procedimientos administrativos, jurídicos,  no son aplicados cuando existe una intencionalidad política predeterminada para afectar o ayudar a tal o cual persona jurídica o individual.
Así mismo se puede visualizar que el sistema financiero hondureño tiene fisuras de enorme tamaño, las cuales ponen en entredicho la totalidad del mismo, porque en él se concentran, ocultan y dispersan los más graves y escandalosos actos de corrupción que azota la administración nacionalista y liberal desde el golpe de estado hasta la fecha.
De ello se puede desprender que la  gubernatura nacionalista y la  banca nacional están coludidos con los actos de saqueo de la administración pública, y los lavados ya sean  del narco tráfico y de la depredación de los recursos. Pero, los organismos de control correspondientes en algunos casos actúan en detrimento de aquellos que no pertenecen a la  línea de corrupción gubernamental, pero, cuando se trata de los compadres, amigos y compinches, todo se oculta como la travesura fecal de los gatos.
Otra arista que debe señalarse es que el golpe fiscal al emporio rosenthalista liberal es un estacazo al partido de la bandera rojo y blanco pues deja en desmedro una corriente que siempre había pujado por la obtención del poder político al interior del partido y de los poderes republicanos del país. Es en realidad un sablazo que desgaja gran parte de la vida política liberal.
En realidad deja a este partido en manos del otro emporio, el de Carlos Flores que habrá de asaltar finalmente la dirección partidaria correspondiente, desalojando la actual estructura villedista de bajo poder económico, y por ende, la complicidad Flores Hernández será ahora más estrecha que antes.
Desde la perspectiva laboral el impacto será severo si las empresas confiscadas dejan de funcionar finalmente por falta del liderazgo original rosenthalista. Se prevé un desmoronamiento de ciertas garantías de empleabilidad en el sector norte que ha sido, precisamente, el eje vertebral de la economía hondureña.
Es bastante sospechoso que el consejo de la empresa hondureña, en vez de haber salido a la palestra,  al menos en procura de un juicio justo y mesurado en contra de los acusados oralmente, se haya plegado completamente a las disposiciones gubernamentales de asalto a estas empresas, acusadas de actividad narcotraficante en el país, y no solo de  lavado de activos, fenómenos que de algún modo tienen diferentes connotaciones y características.
Otra de las aristas que se debe analizar,  es que el embajador norteamericano en Honduras haya ocupado espacios de oficinas gubernamentales hondureñas para dictar las acciones que los funcionarios públicos debían realizar. Ya antes la anterior embajadora imperial supervisaba in situ el proceso electoral  de reciente desarrollo en el país, y con el cual, fraudulentamente, asumió la presidencia JOH.
El hecho es que el gobierno hondureño no acusó judicialmente al emporio mencionado, y no aportó sus propias pruebas de convicción sobre el delito imputado, si no que siguió las líneas de acusación de la justicia norteamericana, con lo cual queda evidenciada la violación a la soberanía estatal hondureña.
El movimiento de indignados  tiene en sus manos otro motivo más para librar la batalla en contra de ese monstruo de varias cabezas que muestra la realidad nacional, pero, realmente es la oposición política nacional en su dimensión partidaria, quien debería ya establecer una hoja de ruta de protesta y acción pública en contra de los desaciertos, ataques, corrupción y servilismo al imperio, que cada día más demuestra el gobierno dictatorial de JOH.
Cada día que nos acerquemos a los procesos eleccionarios que se avecinan, el gobierno de JOH se plegará de mayor manera a las directrices que el gobierno norteamericano vaya estableciendo hasta lograr que en Honduras se produzca la reelección pretendida por el mesiánico líder, y que la misma se convierta en un hecho irrefutable.
Así, podrían preverse más acciones de los caracteres que estamos experimentado ahora mismo.
Las aristas de la realidad como totalidad, el vértigo de los acontecimientos, el decurso de las prácticas políticas, deberán ser analizadas de manera interdisciplinaria por los intelectuales representantes de todas las ramas de las ciencias sociales en el país. Debería haber un encuentro de tal naturaleza para que el pueblo posea un claridad de los acontecimientos suscitados en la nación, y que finalmente se provea de unos objetivos, unos fines y unas estrategias de líneas generales de acción política para el futuro de Honduras.
Los análisis individuales, a veces sincrónicos, sin establecer las diacronías, si no son vistos como una dialéctica de los acontecimientos, solo servirán para ilustrar o alumbrar un poco el objeto abordado en la oscura pesadilla de esta noche que vive el pueblo hondureño.
Las múltiples aristas de la realidad nos apuntan hacia el análisis de la totalidad, categoría necesaria para poder recomponer la esfera de acero repujado que la élite  fáctico mediática del país, ha configurado para gobernar Honduras, al menos un par de períodos presidenciales, a manera de una dictadura con careta de democracia.

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