En este mes de la patria también celebramos el mes de los niños y las niñas. En muchos lugares siguen las piñatas, confites, regalos, comidas y muchas sonrisas infantiles. Es bueno celebrar en momentos tan difíciles como los que hoy en día viven nuestro país con tanta violencia y tanta corrupción.
Pero
se corre el riesgo de quedarnos atrapados en la celebración. Una
celebración para la niñez no debe nunca estar alejada de los factores
que hacen tan infelices a nuestros niños y niñas.
Por ejemplo, tanto que se habló de la creación de un nuevo ente que se encargara de dirigir la política de Estado en atención a la Niñez y la familia, que al final crearon un órgano del que nadie sabe cuál es el rumbo y cada vez está más claro que no responde para lo cual fue creado.
Por ejemplo, tanto que se habló de la creación de un nuevo ente que se encargara de dirigir la política de Estado en atención a la Niñez y la familia, que al final crearon un órgano del que nadie sabe cuál es el rumbo y cada vez está más claro que no responde para lo cual fue creado.
Este
gobierno de Juan Orlando Hernández le dio el tiro de gracia al
“suprimir y liquidar” el Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia,
Ihnfa, y dar paso a una nueva estructura técnica y administrativa que
funciona como la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia, Dinaf. La
razón: el Ihnfa fue incapaz de brindar una atención integral y eficiente
a la niñez en riesgo social pero se creó una instancia que no fue
consensuada con los sectores que verdaderamente atiende a la niñez en
Honduras y allí está el resultado: nadie sabe qué exactamente hace el
Dinaf.
Según datos de Casa Alianza, Honduras registra 3.7 millones de habitantes menores de 18 años, es decir, son niños, niñas y adolescentes, muchos de ellos en riesgo social tomando en cuenta que viven en un país de desigualdades dónde la brecha entre los ricos y pobres se agranda cada vez más con un sistema político atrapado en la corrupción y la violencia, y que se lleva de encuentro a la niñez y la familia.
La realidad de la niñez en Honduras es cruel y alarmante. Casa Alianza nos dice que hay un millón de niños y niñas que no van a la escuela, son excluidos. Otro medio millón son explotados laboralmente. Además nos alerta que 24 de cada 100 niñas adolescentes salen embarazadas en contra de su voluntad, son niñas entre 15 y 19 años. Cada noche duermen 8 mil niños y niñas en las calles.
Con respecto a la niñez migrante nos cuentan que más de 15 mil se han ido este año fuera del país. Pero hay otro dato que nos debe conmover y es que en lo que va del gobierno de Juan Orlando Hernández ya suman más de 700 niños y niñas asesinados.
Esta
realidad del país nos indica que las políticas de Estado se han quedado
atrapadas en papel y que el organismo ejecutor, ahora llamada Dirección
de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf), es la expresión cabal de una
institucionalidad fracasada, la cual en vez de solución se convierte en
un problema más.
Es bueno celebrar, pero una cosa que debe quedar bien clara es que sin un compromiso serio y sin una voluntad política clara, jamás se podrá brindar una atención adecuada y digna a nuestra niñez, atendiendo sus necesidades y preparándolos con responsabilidad para que asuman las riendas de este país, si no es así, ya puede ser Dinaf o cualquier otro organismo, siempre serán un total fracaso.
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