domingo, 29 de junio de 2014

NUESTRA PALABRA La Honduras postgolpe

El 28 de junio de 2009, Honduras despertaba con el anuncio de un golpe de Estado, que cinco años después continúa manifestando sus efectos trágicos sobre la institucionalidad democrática y sobre la vida de una ciudadanía secuestrada por la impunidad y la violencia que gobierna, controla, chantajea y amenaza permanentemente a la sociedad.

En la Honduras postgolpe, solo el año pasado se cometieron 109 masacres, 6,757 homicidios, es decir, 563 homicidios al mes y en promedio 19 víctimas al día. En la Honduras postgolpe los femicidios pasaron de 512 a más de 600 en 2012 y 2013. En la Honduras postgolpe miembros de la Policía Nacional asesinaron a 149 personas entre enero de 2011 y noviembre de 2012.


En la Honduras postgolpe mas de 32 periodistas y comunicadores sociales han sido asesinados impunemente. En la Honduras postgolpe 765 estudiantes de primaria, secundaria y universidad han sido asesinados entre enero de 2010 a mayo de 2014. En la Honduras postgolpe, solo en el gobierno de Pepe Lobo fueron asesinados 3901 niños, niñas y jóvenes menores de 23 años y hasta el tercer mes del actual gobierno, la cifra ya rondaba los 270.

En la Honduras postgolpe se fortaleció la impunidad a través de juicios viciados y una ley de amnistía para favorecer a quienes atentaron contra la democracia y los derechos humanos. En la Honduras postgolpe quienes dieron la asonada siguen siendo premiados como héroes nacionales y mantienen el control de instituciones claves del sector justicia y seguridad.

En la Honduras postgolpe el trinomio funesto de la impunidad, la corrupción y la concentración del poder hieren al país en su mero corazón y deniegan la justicia. En la Honduras postgolpe el país se vende a pedazos y los bienes naturales de las comunidades son entregados inconsultamente a empresas y empresarios inescrupulosos que están dispuestos a ejercer la violencia.

Pero también, en la Honduras postgolpe miles de víctimas continúan exigiendo justicia, siguen luchando frontalmente contra la impunidad y contra los impunes, continúan defendiendo con su vida sus territorios, siguen rebelándose ante la desesperanza y el sufrimiento para gritar ¡basta!
Y ese grito casi desesperado sale del alma impulsado por los sueños de millones de personas que soñamos una Honduras libre del temor a la violencia y la miseria, y que paso a paso y lentamente, construimos desde las luchas cotidianas y comunitarias una Honduras más justa, compartida y solidaria.

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